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El teatro acampa en Erriberri
El IX Festival de Teatro Clásico de Erriberri se enfrenta a su segundo fin de semana. Conseguir entradas para las obras, ya sean grandes o de pequeño formato, comienza a complicarse. Las gradas del escenario principal se han llenado incluso en miércoles. No obstante, aún le queda mucho recorrido y las representaciones durarán hasta el 1 de agosto.
Aritz INTXUSTA | ERRIBERRI
Erriberri vive entre tramoyas, con sus calles convertidas en improvisadas bambalinas y rendidas ante el drama y la comedia. El festival de Teatro Clásico lleva instalado una semana y en el escenario principal comenzaba ayer el montaje de la obra más importante que se representará esta noche y el sábado, «El galán fantasma».
Es la undécima vez que se celebra el festival y cada vez tiene mejor acogida por parte del público. Por primera vez, el escenario principal, el de La Cava, acogió una obra entre semana. El actor Juan Galiardo protagonizaba «El Avaro» de Molière y se vendieron las 540 localidades, a pesar de que amenazaba lluvia.
«Afortunadamente, el agua respetó la obra el miércoles», explica Juan Pedro Juanmartiñena, responsable del montaje del escenario al aire libre. «Ir de camping o hacer teatro tiene su aquél, es jugártela. No llovió mucho y la gente ya se había ido. Sólo nos espantamos nosotros», añade el técnico, que se ha curtido en el Teatro Gayarre y en el Baluarte. En colocar el escenario principal, a los pies del Palacio de los Reyes de Nafarroa, se ha tardado un mes. Juanmartiñena esperaba ayer a que llegara la compañía de Mariano de Paco con los bártulos y el decorado que necesitan para «El galán fantasma». Realmente, el montaje no puede empezar hasta que no caiga la noche, según explicaron el propio Juanmartiñena y su compañero Santos. Se aprovechan las últimas horas del día para colocarlo todo, pero sólo cuando se mete el sol pueden dirigirse los focos del escenario. Lo malo es cuando llueve por la noche, como les ocurrió el miércoles; ese día terminaron de calibrar las iluminaciones a las seis de la mañana, cuando rayaba el día.
En el escenario de La Cava no hay montajes demasiado espectaculares este año. Sólo «Macbeth, ¿quién es ese hombre ensangrentado?», una atrevida revisión del texto de Shakespeare que interpretarán los polacos Teatr Biuro Podrozy, supondrá un reto para los técnicos. Para esta obra, que incluye carreras de motos, se ha tenido que buscar una ubicación especial, frente al polideportivo. «Macbeth» es un empeño personal del director del Festival de Teatro Clásico, Álex Pastor, que ha reservado para los polacos el cierre del encuentro teatral, que tendrá lugar el 1 de agosto.
Sin embargo, los técnicos de La Cava recuerdan que el año pasado colocaron una piscina llena de agua sobre el escenario donde se bañó el protagonista y también, durante otro de los festivales, llegaron a echar tres toneladas de arena para simular una playa.
Justo al lado del escenario de La Cava hay una puerta diminuta y apuntada, desde la que se accede a una de las torres del palacio. Desde ahí, arranca una empinada escalera que recorre diversas habitaciones, que durante el festival se convierten en improvisados camerinos para los actores que representarán sus obras dentro del Castillo. Este fin de semana, le toca el turno a una compañía de Iruñea, Malaspulgas. Son dos chicas (Virginia Cervera y Sofía Díez) que han adaptado «El lazarillo de Tormes». «Es una versión para familias y un poco enfocada hacia el público infantil. Dura unos 50 ó 55 minutos y está funcionando muy bien», comenta Cervera. Está orgullosa, ya no quedan entradas para verla hasta el domingo. Entre ella y Díez se reparten varios personajes del clásico picaresco. Las dos hacen de lazarillo en algún momento de la función, aunque el papel de ciego recae sobre Díez. «Cómo contar clásicos a los niños: El lazarillo de tormes» se representa en un entorno excepcional e íntimo: la Sala de los Arcos del Palacio. Con esta obra, el festival jugaba sobre seguro. Malaspulgas ya había actuado en Erriberri hace tres años, aunque en esa ocasión la representación tuvo lugar en las calles del pueblo.
Vuelve el Museo de los Horrores
También repite este año el Museo de los Horrores Teatrales. Se trata de uno de los éxitos del festival, aunque hay que andar vivo para conseguir una entrada, ya que los pases son para grupos muy reducidos de personas. Básicamente, se trata de una visita al palacio de noche, durante la que aparecen los diferentes monstruos que lo pueblan y se asiste a distintas escenas a lo largo de las distintas salas. El Museo de los Horrores Teatrales, además de kilos de maquillaje, ha necesitado de la implicación de los propios vecinos de la localidad. Muchos adolescentes se han prestado a participar en el espectáculo, para el que hay dos pases cada noche (a las 22.00 y a las 23.00 horas) que se prolongarán hasta el día 29.
Javier Adot, que dirige las visitas al Palacio de Erriberri, destaca que el festival revive la ciudad. «Durante dieciséis días hay mucho ambiente. Aquí siempre hay muchos turistas y tanto ellos como los vecinos se mezclan con los actores. Siempre se respira teatro, porque en cualquier momento del día hay gente o montando o desmontando los escenarios, obras por la calle...», afirma. Adot considera que gran parte del éxito del festival radica en las obras de pequeño formato, las que se repiten en las salas del castillo y en la calle: «Lo que atrae la gente es el boca a boca, el hecho de que haya obras que se repitan, que quienes las han visto, las recomienden».
Después de una semana de haber asaltado Erriberri, el director del festival, Álex Pastor, se muestra satisfecho. «Desembarcamos con `El Satiricón', que recorrió todas las calles del pueblo. Habíamos llegado y teníamos que hacernos notar», asegura. Como director, es difícil sonsacarle sus preferencias por una obra u otra (salvo «Macbeth»). Se encierra en el «alto nivel» de todas. Al final, recomienda la de Denis Rifter sobre un texto de Shakespeare. Es esta tarde a las 20.00 horas. Aún quedan entradas, pero, según Pastor, «ya están temblando».