Xabier Silveira Bertsolaria
Luces, cámaras, ¡acción!
En un lugar del cual recién llego y debido al calor -femenino por aquellas tierras, «la caló» le dicen-, debido al calor, que no a la manzanilla, hay varias horas del día en las que uno no es capaz ni de dar un paso. El sofá siempre ofreciéndose y la pereza enredando en la sala de máquinas hacen el resto, lo suficiente para que cualquiera caiga rendido ante el irresistible placer de la cajita. Y como la estupidez siempre viaja con uno mismo, no cabía otra opción, me ha acompañado estos pasados días también. Conste que la estupidez es cosa muy íntima, cada uno tiene la suya, personal e intransferible. Y la mía en concreto es adicta a ver televisión sin importarle qué, sabedora de que va a hacer ascuas a todo. Vaya mierda... Es que nunca hay nada... que hijos de puta...
En esas andaría, la estupidez ordenando y yo pulsando los botones del mando, cuando caí en la cuenta de que aquello ya se pasaba del marrón oscuro. Siempre se inventan las noticias, pero hay etapas en las que convierten en noticia cualquier pequeñez que a nadie le interesaría ni si le hubiera ocurrido a su propia madre. Esa especie de eclipse informativo se suele dar por norma cuando Euskal Herria no produce noticias vendibles, de las de sangre y pistolas. Son semanas que ves un telediario y sientes como que no, como que falta algo, un extraño vacío de tonos oscuros y notas como de leche picada. Es la calma que precede a la tempestad. El tiempo de preparar en los centros de operaciones la bomba informativa que despertará de su siesta a jóvenes, viejos y muertos. Y acerté. Estaba claro, pero bueno. Me di cuenta de que antes que tarde terminaríamos por ver en las portadas el bombazo del verano. Ekilikua. Un guión no muy trabajado, pero suficiente para que los excesivos sudores y licores de agosto lo hagan comestible.
Y qué mejor escenario para el nuevo estreno que la archiconocida localidad: Hernani. La capital del mal. ¿De dónde va a ser si no una gente tan malvada, perversa y retorcida como para crear un comando durmiente? Todo cuadra, todo son evidencias, las pruebas no dan lugar a la duda. El mismísimo Perrimeison arrojaría la toalla ante la catarata de indicios más que razonables que se aportan desde la acusación. La muestra de ADN que hallaron en la taza de café que el autor de los disparos causantes de la muerte de Pagazaurtundua nunca llegó ni a tocar con las manos según dieron a conocer los medios en días posteriores a la fecha de autos es concluyente. Caso cerrado. La justicia es implacable. ¡Viva España y el Rey, viva el orden y la ley!
Y con su orden y su ley, sus armas y sus mercenarios medios de comunicación, con sus jueces marioneta y su genética homicida, qué podemos esperar que no sea más de lo mismo. Más tortura, más cárcel, más muestras de ADN que salen de la chistera, más montajes mediático-policiales y más castigo. Más sufrimiento donde ya hace tiempo que no cabe más. Eutsi Gurutz eta Aitziber!