Gasteizko jaiak
La ikurriña se llevó el homenaje y los dantzaris de Algara los aplausos
J.VIVANCO | GASTEIZ
Con los rescoldos aún encendidos de la rojigualda mediática, ayer, la ikurriña fue la que ondeó en el epicentro de la fiesta gasteiztarra. Blusas y neskas tributaron su habitual homenaje, donde la enseña compartió protagonismo con los magníficos dantzaris de Algara, que se llevaron todos los aplausos.
«Es nuestro deber conservar nuestra cultura y nuestra bandera, la ikurriña». Con ese pensamiento, la comisión de Blusas y Neskas homenajeó por décimo año a la enseña nacional vasca, en una Plaza Nueva repleta de público, que no sólo acudió a rendir tributo a nuestra bandera sino que asistió a un espectáculo de danzas vascas que ninguno olvidará. Con el centro de la ciudad en plena ebullición festiva, cientos de gasteiztarras, muchos blusas y neskas entre ellos, se dieron cita sobre las 13.15 frente al Ayuntamiento para asistir a este homenaje en el que los convocantes dejaron claro que «tenemos que proteger nuestras costumbres porque son las que dan identidad a su gente y enriquecen a un país». Un recuerdo, añadieron, que también debe estar presente en las fiestas, por mucho que algunos quieran ver en ello una politización de las mismas.
El protagonismo de la ikurriña lo compartió el grupo de danza Algara, que cumplía una década de vida y dio lo mejor de sí sobre el escenario. El espectáculo consistió en la interpretación de hasta cinco de los bailes más representativos de otros tantos herrialdes.
Los aplausos resonaron al término de cada uno de ellos. Pero si inmejorable era lo que ocurría sobre el escenario, qué decir de lo que sucedía entre bambalinas, justo detrás, a la vista de muchos, donde los dantzaris se cambiaban de traje a velocidad de vértigo, quedándose literalmente en ropa interior. Sudaron más que sobre el escenario.
El final -en el que Algara entregó un recuerdo a la anterior y la actual presidenta de blusas y neskas por contar con ellos durante estos años-, fue una catarsis entre dantzaris y público asistente, con los primeros interpretando un acelerado baile de aire gaélico, que terminó en una larga salva de aplausos y una interminable cadeneta final que bajó a la plaza y por unos momentos se mezcló con la gente al son de la tonadilla «gora, gora Euskal Herria, a, a, a, gu euskaldunak gara...». Un colofón perfecto para un espectáculo de danzas vascas que estuvo a la altura de la verdadera homenajeada, la ikurriña.