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Los laboristas australianos corren el riesgo de perder el Gobierno hoy en las urnas

Julia Gillard, primera ministra de Australia, convocó elecciones anticipadas para afianzar su mayoría. De esta manera, se enfrenta hoy a Tony Abbott, la cara opuesta de la feminista que ha revolucionado la política australiana, quien le sigue de cerca en los últimos sondeos.
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Los australianos celebran hoy las elecciones legislativas convocadas de forma anticipada por el Gobierno laborista de la primera ministra Julia Gillard para afianzar su mayoría. Sin embargo, según muestran los sondeos, el resultado es incierto y estos comicios prometen ser unos de los más reñidos que se recuerdan en décadas.

La feminista Gillard, que se convirtió en junio en la primera mujer en acceder al cargo de primera ministra en Australia, se enfrentará hoy al líder de la oposición, el liberal y católico Tony Abbott. Un empate técnico obligaría a laboristas y conservadores a buscar una coalición con los Verdes, el tercer partido en intención de voto, para formar un Gobierno sin mayoría absoluta, algo que no ha ocurrido desde hace 70 años.

Las últimas encuestas le daban a Gillard una ligera ventaja de cuatro puntos sobre Tony Abbott, pero el Partido Laborista ha perdido esa ventaja en los últimos días, según un sondeo publicado en «The Australian». «Será devastador si me levanto el domingo y el señor Abbott es primer ministro», declaró Gillard ayer.

La campaña política de cara a estas elecciones legislativas ha sacado a relucir el gran abismo que separa a los dos candidatos que luchan por hacerse con las riendas del país.

Gillard, nacida en Gales, soltera, sin hijos y atea, fue elegida por su partido en junio para suceder a Kevin Rudd, cuya popularidad se derrumbó tras una serie de reversos políticos. Por su parte, Abbott, católico y tradicional, se presenta como defensor de los valores de la familia.

Rivalidad

La campaña electoral, reñida e intensa hasta el último momento, ha tocado diversis temas claves que los candidatos han sabido utilizar hábilmente.

Gillard ha sabido atraer el voto de la juventud sin apego por la monarquía haciendo un llamamiento a convertir Australia en una república cuando finalice el reinado de la reina Isabel II, la actual jefa de Estado, algo que los australianos ya rechazaron en una consulta popular celebrada en 1999.

Los laboristas han puesto especial énfasis en el bienestar económico del país, la única economía desarrollada en evitar la recesión durante la crisis financiera, gracias, en parte, a la gestión económica aplicada por el partido en tiempos de crisis. Asimismo, el Gobierno de Gillard ha prometido mantener sus inversiones en infraestructuras, en salud y en educación.

Tony Abbott, líder de la coalición Liberal-Nacional, ha prometido, por su parte, reducir el gasto público y equilibrar en tres años las cuentas fiscales y ha insistido también en la necesidad de frenar el flujo de refugiados de toda Asia y de limitar el número de inmigrantes.

Los sondeos han variado con regularidad y hoy los catorce millones de electores inscritos tendrán la última palabra.

La reforma minera, clave en la campaña

La reforma minera se ha convertido en un tema de debate importante en la campaña. El llamado Impuesto del Alquiler de Recursos Minerales -popularmente conocido como Superimpuesto- piedra angular del programa de Gillard, pretende recaudar de las compañías mineras un 30% de sus beneficios a partir de 2012, lo que reportaría a las arcas públicas una cantidad aproximada de 9.500 millones de dólares australianos [6.600 millones de euros].

La propuesta inicial ha sido convenientemente rebajada tras una dura negociación con los gigantes BHP Billito, Río Tinto y Xstrata. Sin embargo, Los Verdes, que podrían terminar siendo pieza clave en las elecciones de hoy, pretenden aumentar la recaudación hasta un 50%, en forma de fondo soberano para que las generaciones futuras puedan disfrutar de él. Si Tony Abbott consiguiera hoy llegar al poder en Australia, pondría punto y final a la propuesta, mientras las tres grandes compañías podrían culminar sus planes de expansión en el país, aprovechando el fondo de exploración y desarrollo que Abbott ha prometido poner en marcha, valorado en 375 millones de dólares [262 millones de euros], informó Europa Press. GARA

TRADICIÓN

Pese a que Tony Abbott está a la par de Julia Gillard en los últimos sondeos, la tradición respalda a la laborista: ningún Gobierno australiano ha permanecido sólo una primera legislatura en el poder desde 1931.

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