Air France Deportación ha retomado sus vuelos. Antes, en tiempos de François Mitterrand, los aviones llevaban de regreso a casa a ciudadanos africanos. La batalla contra los mal llamados «sin papeles», por desgracia, iguala a las ideologías gobernantes. Por eso, las tímidas denuncias del Partido Socialista ante la actuación de Nicolas Sarkozy contra la comunidad Rom suenan a hueco, porque la caza al extranjero forma parte de una política de estado y no del capricho de un gobierno.

Los romaníes se marchan, con unos euros en los bolsillos que en algunos casos sólo servirán para preparar el camino de vuelta. La libre circulación de personas es una norma que se estira o contrae a voluntad de los gobiernos europeos, pero un pueblo nómada lleva generaciones de ventaja a los legisladores comunitarios en el uso de caminos para sortear fronteras.

Las andanzas de Air France Deportación le salen al contribuyente por un ojo de la cara, pero el mismo Gobierno que ha contraído el gasto social para sortear la crisis económica ha decidido que merece la pena endosar al ciudadano esta nueva factura.

Faltan unas semanas para que el Legislativo aborde la reforma de las pensiones y los sindicatos salten a la calle con la promesa de otra rentrée caliente. Mejor ocupar de momento a los medios en una polémica estéril, mejor vender otro placebo que no resolverá ninguna de las enfermedades que soportan los sectores más afectados por los reveses de la economía.

Las cortinas de humo sirven para ganar tiempo. Por eso se hace escándalo político de unos contenedores que arden y no de la escalada de detenciones por violencia sexista que nos ha brindado el mes de agosto. Por eso se paga con dinero del contribuyente la deportación estival de ciudadanos europeos, obviando los motivos, fundamentalmente económicos, de la llegada de los romaníes, o las razones políticas que, como en el reciente caso de Ion Telleria, no son obstáculo para París a la hora de aportar su grano de arena en el sacrificio de los derechos políticos de los vascos. Y ello a sabiendas de que septiembre pondrá una nueva realidad al descubierto.