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La importancia de llamarse Ernesto

El técnico gasteiztarra Ernesto Valverde retorna junto a Jon Aspiazu al banquillo del Olympiacos, después del fiasco del conjunto heleno en la previa de la UEFA Europa League. En Grecia le espera un equipo de amplio recorrido y una afición pasional.

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Beñat ZARRABEITIA

Hace dos años, Ernesto Valverde empezó con mal pie su andadura en Grecia. El arabarra acababa de recalar en Olympiacos tras su paso por Athletic y Espanyol. Los kokkinis -los rojos- habían realizado una notable campaña anterior en Europa y su principal objetivo era volver a destacar en Champions. La cosa no pudo ir peor para los intereses del entrenador vasco. El Anorthosis, conjunto de infausto recuerdo para Valverde también en su etapa como jugador de los leones, les dejó fuera de la máxima competición continental. Para más inri, el Panathinaikos alcanzó los octavos tras ganar al Inter en San Siro con gol de Sarriegi.

La eliminación sentenció a Valverde. La directiva de Olympiacos le mantuvo en el cargo pese a las críticas de prensa y afición. La paciencia tuvo su recompensa y los de El Pireo se alzaron con los títulos de Liga y Copa. A la conclusión de la temporada, Valverde recalaba en el Villarreal. Ni al gasteiztarra ni al equipo griego le ha ido como ambos esperaban. Txingurri fue cesado a mitad de temporada y los kokkinis padecieron un curso tormentoso. Ketsbaia, Zico y Bandovic fueron los tres entrenadores en la temporada 2009-2010, año a la sombra del PAO. El alemán Ewald Lienen fue el elegido para dirigir el nuevo proyecto de los rojos pero la derrota ante el Maccabi Haifa en la ronda previa de la UEFA supuso su destitución.

El nuevo dueño Vaggelis Marinakis no tuvo paciencia y el club se puso a buscar nuevo entrenador. El director deportivo Darko Kovacevic apostó fuerte por el retorno de Valverde. Había sido tentado por la Federación japonesa pero ha optado por retornar a Grecia. Cobrará cerca de un millón y medio de euros por una temporada, con opción a otra más, y volverá a estar acompañado por Jon Aspiazu.

En el Estadio Karaiskakis, el vasco se volverá a encontrar con una afición pasional y una plantilla llena de jugadores con amplio recorrido. Entre los fichajes destacan Albert Riera, Ibagaza, Rommedahl, Mirallas, el meta magiar Megyeri, Holebas y el zaguero corso Modesto. Los últimos en llegar han sido David Fuster y Chumbinho. Suena también el ex armero Moisés Hurtado. En el resto de la plantilla, señalar a los veteranos Nikopolidis, Mellberg, Torosidis, Dudu, Raúl Bravo o Maresca. Además, resaltar la presencia de dos futbolistas de madre vasca: Urko Pardo y Óscar González. El primero es un portero nacido en Bruselas y que ha jugado en el Anderlecht o Barça Atlétic. Óscar, de madre zornotzarra, es un medio que jugó en Pucela y Zaragoza.

Este es el nuevo reto de Valverde. Hombre inquieto y un entrenador valiente. Amante de la fotografía, hermano del ilustrador Mikel Valverde, amigo de Ruper Ordorika o Bernardo Atxaga, entre otros, este gasteiztarra nacido en Extremadura ha dejado huella allí donde ha estado.

Inició su carrera en el Alavés y posteriormente pasó al Sestao. Clemente se lo llevó al Espanyol en 1986. En Sarriá, El Rubio le apodó Txingurri y fue participe de la aventura que llevó a los pericos a la UEFA ante el Leverkusen. Los penaltis acabaron el sueño. Cambió de acera y fue uno de los primeros fichajes de Cruyff en el Barça. Las lesiones y la falta de minutos frustraron su paso por el Camp Nou. Dos años después, recaló en Bilbo. Pasó seis temporadas en San Mamés y su última etapa fue en Mallorca.

Comenzó su andadura en los banquillos en Lezama. Se alzó con la Nike Cup en 1998, mundial oficioso en cadetes, con los nacidos en 1983. Con el filial, en el que estaban Aduriz o Iraola, estuvo a un punto de subir. La marcha de Heynckes le abrió las puertas del primer equipo.

«Nuestra ventaja»

En su primer año, consiguió el billete para Europa y dejó una frase llena de contenido: «Nosotros tenemos una ventaja sobre el resto, nosotros somos el Athletic». Los rojiblancos practicaron un fútbol vertical, vistoso y alegre que deparó grandes partidos. El contrapunto, los goles encajados. Durante la segunda temporada, su falta de sintonía con Lamikiz, la actitud de Yeste y Del Horno, la marcha de Ezquerro y el envejecimiento de la plantilla provocaron su adiós. No sin antes padecer una enorme decepción en la semifinal copera perdida ante el Betis por penaltis y en la que el Athletic fue superior.

Tras un año en blanco su siguiente destino fue el Espanyol. Volvió a disputar la final de la UEFA tras 19 años. Esta vez, fue en Glasgow y ante el Sevilla. Los once metros se volvieron a cruzar en su camino y tanto él como Iraizoz o Lacruz se quedaron sin título. Su segunda campaña arrancó bien pero una mala relación con Tamudo o De la Peña unida a una gran crisis de resultados le llevaron a dejar la nave con destino a Grecia. Doblete en El Pireo y apuesta por el submarino. Le torpedearon el proyecto desde dentro. Ahora, vuelve a Grecia aclamado por la afición. Y es que en El Pireo saben de la importancia de llamarse Ernesto.

 

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