Raimundo Fitero
Sus líos
Me cuesta mucho descifrar la actitud del alcalde de Bilbo, Iñaki Azkuna, especialmente cuando habla con su castizo tono por la radio y suelta sin corte ni decoro un «ese no tiene ni puta idea». Ya sabemos que es un poco prepotente, un totalitario, un «echao p'alante», pero ni siquiera en estos tiempos festivos se debería acudir a los micrófonos con el morro caliente. No se puede ser tan fantoche como para imponer un modelo de fiesta, con sus toros y pasadobles, y cuando alguien reclama otro modelo, decir que se calle, reclamarle que no «politice la fiesta», cuando su modelo es totalmente político, con objetivos tan políticos como policiales, es decir, borrar cualquier vestigio de pueblo en reivindicación. Las fiestas de los corderos degollados no son buenas. Y la contestación, la crítica, el regodeo sobre los políticos, sus actos, o sobre los deseos de los habitantes de un lugar han sido, son y serán elementos imprescindibles, recomendables y generosos en toda fiesta viva que se precie.
Pues estas cosas de Azkuna se cruzan con las cosas de los otros españoles, esos que en el misma tertulia hablan de Melilla y de Gibraltar, reclamando en ambos casos la españolidad, cosa que quizás requiera una análisis sicotrópico. Esos personajes que pueden haber sido o decirse periodistas, analistas, con denominación de origen evidente y con vitola de tertulianos que aparecen en radios y televisiones, hablando de un conflicto que se acaban de inventar, que siguiendo la teoría de moda, expresada tan nítidamente por el alcalde bilbotarra y que enlaza perfectamente con aquel principio del apoliticismo surrealista que recomendaba Franco a su ministros: «usted haga como yo, no se meta en política».
Esos son sus líos. Lo malo es que contaminan y llegan a los informativos locales o regionales, con aires de ser asuntos de interés general. No es una disputa política, ni siquiera partidaria, se trata de una exaltación del patriotismo más ramplón, de flechas en un campamento, algo que no se basa en argumentos razonables, sino genitales. A veces dan risa, pero la verdad es que son peligrosos. Toros, azucarillos y aguardiente. Y Azkuna de monosabio.