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Hay un mundo entre lo que dice Urkullu y lo que defiende Egibar, pero, �qu� piensan sus bases?

Si sabe gestionar los tiempos, maneja inteligentemente los equilibrios internos, interpreta adecuadamente los valores de su base social y act�a en consecuencia con el poder real que socialmente ostenta su partido en el conjunto del pa�s -que no es el mismo que ostenta en ciertos eskualdes de Bizkaia-, el actual presidente del Euskadi Buru Batzar, I�igo Urkullu, puede ser recordado no s�lo como el que logr� evitar el cisma del PNV tras la presidencia de Josu Jon Imaz y la Lehendakaritza de Juan Jos� Ibarretxe, sino como el l�der jeltzale que asumi� la responsabilidad de situar a su partido en la nueva fase pol�tica que antes o despu�s se abrir� en Euskal Herria.

En este momento comparten ese reto todos los l�deres pol�ticos. Como no es posible predecir el futuro, resulta imposible pronosticar cu�l ser� la nueva posici�n de los partidos en ese escenario. Depender� de c�mo maniobren en la transici�n. Lo que cada vez es m�s evidente es que dentro del PNV la preocupaci�n al respecto crece. Sin embargo, el origen, sentido y formulaci�n de esa preocupaci�n es totalmente diferente seg�n qui�n sea el portavoz del PNV que la expresa.

Dos preocupaciones y discursos distintos

Por un lado est� el propio Urkullu, que en sus alocuciones parece querer olvidar aquellos hechos recientes que han alterado la situaci�n pol�tica vasca. Oyendo a Urkullu nadie dir�a que como consecuencia de la Ley de Partidos el PSOE y el PP han usurpado Ajuria Enea. Nadie pensar�a que �se fue el ingrato pago de Zapatero y Rubalcaba a la fidelidad que le mostraron los l�deres jeltzales en las conversaciones de Loiola. Oy�ndole hablar sobre negociar transferencias con el PSOE, nadie ima- ginar�a que el Tribunal Constitucional ha tumbado el Estatut. Asimismo, cuando reflexiona sobre los �mundos� que seg�n �l cohabitan en la �autodenominada izquierda abertzale� nadie dir�a que el debate de ese movimiento es p�blico, ni que uno de sus portavoces e interlocutor del propio Urkullu, el l�der independentista Arnaldo Otegi, est� en la c�rcel por ponerlo en marcha. Por lo que ha dicho esta semana, ese debate le genera a Urkullu menos �confianza� que a quienes firmaron la Declaraci�n de Bruselas. Pero, claro, tampoco parece que Urkullu haya o�do nada al respecto.

Lo cierto es que de momento el mayor valor de I�igo Urkullu es haber logrado un fr�gil equilibrio interno tras la marcha forzada de Imaz e Ibarretxe. Lo que, visto c�mo estaban las cosas, no es poco. Como buen hombre de aparato que es, logr� calmar los �nimos, hizo la vista gorda sobre episodios tremebundos -como la delaci�n de irregularidades fiscales del candidato a las Juntas de Gipuzkoa por parte de militantes del partido-, y logr� casi hacer olvidar las confidencias que hizo a Mar�a Antonia Iglesias sobre su relaci�n con Ibarretxe. Pero, con la salida de Imaz y la amortizaci�n de Ibarretxe, en realidad Urkullu s�lo enmend� un error propio: el que cometi� al dise�ar junto con el primero un aut�ntico golpe de Estado, pasando de ser delfines de Xabier Arzalluz a tiburones que quisieron comerse su legado.

De ese �mundo� proviene la otra voz del PNV que, a menudo en clave interna pero de manera p�blica, muestra una particular preocupaci�n por el escenario que se puede abrir. Seg�n declaraba ayer mismo, Joseba Egibar valora positivamente ese escenario, pero no oculta su preocupaci�n al plantear la necesidad de que los partidos comiencen cuanto antes a adaptarse al mismo, a prepararse para ese cambio estructural. A nadie escapa que, en contraste con el discurso de Urkullu, Egibar est� pensando en su propio partido, aun cuando habitualmente desv�e la atenci�n sobre el PSOE y sobre la izquierda abertzale.

Disciplina, perseverancia, paciencia...

En este punto confluyen esas dos perspectivas, voces, papeles, funciones... o lo que quiera que sean las divergentes visiones del jelkidismo que ofrecen Urkullu y Egibar. Ambos coinciden en situar sobre la izquierda abertzale la responsabilidad del momento pol�tico. Algo que en este momento parece un error t�ctico grave, puesto que la izquierda abertzale ya ha demostrado que no tiene problemas para tomar la iniciativa y asumir su parte de responsabilidad en abrir esa nueva fase. No es ah� donde se sit�an las dudas, y alimentar esa tesis es un ejercicio arriesgado. De todos los pilares centrales del panorama pol�tico vasco, la izquierda abertzale es el �nico que ha realizado una aclaraci�n estrat�gica de futuro y que la ha compartido con su base social, donde ha recabado adem�s un apoyo masivo.

Disciplina, perseverancia, paciencia... y responsabilidad. Esos son algunos de los valores centrales del Movimiento de Liberaci�n Nacional Vasco y de sus militantes. Atacar a la izquierda abertzale por ese flanco es desconocer profundamente su historia y su naturaleza. La leg�tima cr�tica pol�tica, sea interna o contra el adversario, no deber�a implicar perpetuar un bloqueo de la situaci�n que sabotee un cambio necesario y positivo para Euskal Herria y todos sus habitantes. Es tiempo de cambios y ello implica pedagog�a pol�tica.

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