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ENTREVISTA IÑAKI ALBERDI ACORDEONISTA

«Nunca he sentido el más mínimo arrepentimiento por haber escogido el acordeón»

 
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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Iñaki Alberdi actúa en la Quincena Musical por segunda vez en una semana. Si el martes abordó «Bajo el signo de Escorpio», de Gubaidulina, junto a la Orquesta Filarmónica de Liverpool, hoy se enfrenta a un recital en solitario que ha querido presentar con el título de «GuBACHdulina», que incluye dos piezas clave de la compositora rusa y una obra para violonchelo de Bach, en una transcripción orientada a extraer toda la expresividad del fuelle del acordeón.

Le pillamos en medio de una grabación con la Orquesta Sinfónica de Euskadi. ¿Qué están grabando?

Hemos grabado las «Siete palabras de Cristo en la Cruz», de Sofía Gubaidulina, una obra orquesta, violonchelo y acordeón, que somos Asier Polo y yo. La OSE ha invitado al director José Ramón Encinar, especialista en música contemporánea, aprovechando la estancia de Gubaidulina en Donostia, para hacer la grabación bajo su supervisión.

Hablando de Gubaidulina, ¿cómo se sintió el pasado martes interpretando «Bajo el signo de Escorpio» con la compositora sentada a escasos metros de usted? Y el público, que acogió la obra con un entusiasmo poco común en música contemporánea.

Lo cierto es que me sentí muy comunicativo y muy cercano al público. Sentía como si la gente estuviera respirando conmigo mientras tocaba, había un silencio absoluto en la sala a pesar de que había casi dos mil personas. Ese interés lo puedes respirar, lo que me hizo sentirme muy a gusto, en comunión con la gente que me estaba escuchando. En cuanto a Gubaidulina, sentía mucha curiosidad por saber qué pensaba ella de mi interpretación, pues, aunque llevo tocando su música muchos años, era la primera vez que tocaba este concierto, que es bastante reciente. Ha sido un lujo contar con ella, con su presencia, y una satisfacción el que todo fuese bien y le gustase tanto.

¿Gubaidulina es una autora muy importante para los acordeonistas, no es cierto?

Sin duda. Durante los años 70 ella estuvo muy cerca del bayan gracias a su amistad con Friedrich Lips, un gran acordeonista ruso, con quien Gubaidulina ha colaborado en todas sus obras para bayan. Ella no toca el acordeón, pero cuando se decidió a escribir para el instrumento ya había pasado años escuchándolo y estudiando cómo otros compositores aplicaban sus ideas al instrumento. Por eso, conoce el acordeón hasta sus entrañas. Al igual que Berio, con su «Secuencia», Gubaidulina ha trascendido el repertorio para el instrumento, pero es que además lo hace con obras que son muy acordeonísticas y que te hacen sentirte muy pleno.

¿Cómo ha sido trabajar mano a mano con Gubaidulina? ¿Cómo es ella?

Es curioso, porque su música nos da muchas pistas sobre su personalidad. No es una persona que dramatice exageradamente lo que hace, lo vive con una gran intensidad, eso sí, pero siempre resulta natural. Ha desarrollado una vía de expresión muy particular mediante su lenguaje compositivo, pero cuando la oyes cantar y explicar los sonidos que desea que realices entiendes perfectamente de dónde viene ese lenguaje. Es capaz de transmitir que está sintiendo algo y lograr que tú también lo sientas. Aparte de eso, es una persona muy humilde, y todos los que hemos estado con ella estos días creemos que ha estado muy a gusto en la Quincena, con la OSE, con los directores de orquesta y con los solistas. Ha dicho, textualmente, que se ha «encontrado en un paraíso».

¿Cómo es que se decidió por un instrumento como el acordeón? ¿Se ha arrepentido alguna vez de no escoger otro instrumento más popular?

Lo elegí por dos razones. Primero, por tradición familiar, mi aitatxin tocaba el acordeón y eso fue grabando en mi cabeza los sonidos, la manera de expresar y esa calidez particular del instrumento. La segunda razón, y la más importante, fue que un profesor, Carlos Iturralde, me hizo ver que con el acordeón tenía una vía de expresión infinita, sólo limitada por mi talento y mi capacidad de trabajo. Eso fue lo que realmente me enganchó, y desde que empecé, a los catorce años, nunca he sentido el más mínimo arrepentimiento por haberlo escogido ni he cuestionado jamás el instrumento. El acordeón complementa en tantas cosas al intérprete, y las posibilidades de expresión que te ofrece son tan completas y novedosas, que yo personalmente no puedo pedir más.

Además de tocar, usted está obligado a promover constantemente nuevo repertorio para acordeón. ¿Le gusta o le agobia esta responsabilidad?

Para mí es una suerte sentirme partícipe de la evolución de un instrumento. Si fuera negativo, te diría que no tenemos mucho repertorio, algo que es verdad, pero prefiero verlo en positivo y considerar que poco a poco vamos aumentando ese repertorio. He estrenado varios conciertos para acordeón a nivel estatal, un material que está editado y grabado, y eso ha sido, en parte, gracias a mi trabajo. Esa responsabilidad hace que te sientas parte de la historia de tu instrumento y que los acordeonistas nos sintamos aún más vinculados hacia el acordeón. Tenemos que esforzarnos para que el instrumento tenga el mayor número de herramientas posible, en forma de nuevas composiciones y transcripciones.

Usted está en Musikene desde el principio, y ha implantado en el centro una carrera de acordeón de gran solidez. ¿Van a verse afectados los estudios de acordeón por los recortes presupuestarios a los que se verá sometida Musikene?

Yo te puedo decir que, ahora mismo, en Musikene tenemos el mejor plan de estudios que hay para acordeón en el Estado y uno de los mejores de Europa, que es sinónimo de decir uno de los mejores del mundo. El plan de estudios de Musikene se ajusta a la perfección a las necesidades de un alumno para llegar a ser un gran intérprete de acordeón. Es importante que así sea, porque la realidad de Musikene debe ajustarse a la realidad del instrumento en Euskal Herria, ligado a una gran tradición y con una fuerza evidente, con grandes acordeonistas y profesores.

En Musikene están los mejores de aquí pero también están los mejores de fuera, alumnos que llegan de países como Alemania o Francia. Por eso, cuando salen de Musikene, se les abren las puertas en cualquier postgrado del mundo y ganan tantos concursos. Esa es la línea que, espero, podamos mantener tras las reformas.

 

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