El pasado martes, Euskal Herria y Uruguay recordaron al unísono las figuras de los jóvenes Fernando Morroni y Roberto Facal, jóvenes uruguayos acribillados a tiros en Montevideo, en 1994, tras participar en una movilización de solidaridad con tres refugiados vascos que solicitaban su derecho al asilo político.

Los hechos conocidos como la «masacre de Filtro», en alusión al hospital en el que se encontraban en huelga de hambre y sed los tres vascos en denuncia de su inminente entrega al Estado español, han quedado grabados en la memoria de los vascos y cada 24 de agosto,-aniversario de estas muertes-, la sociedad vasca y la uruguaya se dan la mano para recordar y exigir, a su vez, que se esclarezca lo acontecido.

Pese haber transcurrido 16 años desde la muerte de su hijo, Norma Morroni sigue exigiendo los archivos relativos a lo ocurridos en torno al Hospital Filtro. El pasado lunes, por ejemplo, Morroni se personó ante el Consejo de Ministros para solicitar estos documentos al ministro de Interior uruguayo, Eduardo Bonomi. No es la primera vez que se exige que estos archivos vean la luz.

La llama de la esperanza no parece apagarse y año tras año, cada 24 de agosto, las calles de Montevideo y las txosnas de Bilbo recuerdan la solidaridad y la dignidad mostrada por Morroni y Facal.

En la capital vizcaina, un sencillo acto, de la mano de Askapena y en el que se podían observar imágenes de la «masacre de Filtro», recordó la figura de ambos jóvenes. Fueron decenas los bilbainos que hicieron un alto en las fiestas para el recuerdo y el agradecimiento. Pese a no estar presente como lo estuviera el pasado año, Morroni saludó desde la pantalla situada en el Botxo a los asistentes.

Tres horas más tarde las calles de Montevideo, donde no faltaron las fotos de los presos políticos así como la presencia de los brigadistas de Askapena, cogían el testigo de la lucha.

Un brigadista de Askapena tomó la palabra para agradecer la labor del pueblo uruguayo hacia Euskal Herria: «sólo podemos enorgullecernos», aseveró. Quiso unirse a la exigencia de Morroni y sentenció que «no aceptaremos que la impunidad de los asesinos de Morroni y Facal se consuma».

Al igual que ocurre en Uruguay, el brigadista alertó de que en Euskal Herria «poco o nada a cambiado» la situación, e informó de que Mikel Ibañez, uno de los tres refuagiados políticos vascos a los que mostraban su solidaridad en 1994, ha vuelto a ingresar en prisión hace escasos días pese a encontrarse gravemente enfermo, lo que consideró como «muestra de la crueldad» del Estado español.