La fiesta creada por el pueblo y para el pueblo volvió a tomar ayer la capital vizcaina tras el plante de 24 horas que llevaron a cabo las comparsas bilbainas en defensa de su modelo festivo. En la retina de todos queda ahora la pesarosa imagen de cómo sería una Aste Nagusia sin el colorido y la aportación de las comparsas. Una nítida imagen a la que no parece querer mirar el alcalde, Iñaki Azkuna, quien consideraba el mismo miércoles que la jornada «había sido absolutamente normal».

El alcalde, que ofreció su valoración a ``El Correo'', apuntó que no percibió «alteraciones importantes» en la fiesta y consideró que «la gran masa, la silenciosa, lo que quiere es divertirse tranquilamente y no está dispuesta a dejarse arrastrar por la radicalidad, sea del signo que sea».

Las txosnas volvieron a abrir ayer sus persianas y el frenético ritmo que marcan las comparsas volvió a marcar el reloj festivo de la ciudad con el día dedicado a los disfraces. El anual homenaje a las txupineras no faltó en la jornada festiva de ayer.

Kaskagorri defendió la libertad de expresión ante el veto impuesto por el Juzgado Central de Instrucción Número 6 de la Audiencia Nacional española al acto por los «kaskarepresaliados» previsto para la medianoche de ayer. En la nota emitida recuerda que sin los «kaskarepresaliados Kaskagorri no sería una realidad» e insiste en que, además de ser parte de la comparsa, «estos y estas han trabajado duro para impulsar el modelo festivo participativo». Animaron, asimismo, a todos los jóvenes a seguir disfrutando de la Aste Nagusia y «a seguir construyendo el sueño».