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MOVIMIENTOS POLÍTICOS EN EL INICIO DE CURSO

Tres tesis para otra maniobra apresurada

Ramón SOLA

Aralar parece querer acelerar la toma de decisiones sobre sujetos electorales en Nafarroa, justo tres días después de que Patxi Zabaleta afirmara en Radio Euskadi que «no está aún decidido ningún plazo ni ningún término sobre cómo vamos a concurrir a las elecciones. No existe ese plazo aún». Esta afirmación no casa con la decisión de empezar a cerrar listas, que lógicamente tendría que ser el último paso en cualquier proceso serio.

La decisión no sólo resulta contradictoria. Eso es lo de menos. Si Aralar lo hiciera porque creyera efectivamente que ha llegado la hora de descartar otras alternativas «mejores y más avanzadas» de las que habló Zabaleta en esa entrevista, con ello habría proporcionado a UPN la mejor noticia posible. Cualquiera mediamente avezado en la política navarra sabe que la candidatura de Yolanda Barcina difícilmente bajará de 100.000 votos y que esa cifra es inalcanzable para la actual NaBai u otra aún más reducida -Batzarre y PNV siguen callados, evidentemente a la espera, ellos sí, de ver cómo se desarrollan los acontecimientos en la izquierda abertzale-. Esa NaBai ya conocida, además, cotiza a la baja al no tener expectativa alguna de que el PSN apueste por un gobierno alternativo, opción que sí ilusionaba en 2007.

A esos 100.000 sólo se podría llegar con la oferta «mejor y más avanzada» de la que hablaba Zabaleta. Efectivamente, es cierto que a día de hoy nadie está en condiciones de saber si lograr tal cosa es posible -las dificultades de simbiosis serían evidentes-, pero tampoco nadie está en condiciones de decir rotundamente que no lo es. En cualquier caso, los hechos son tozudos, y la derecha navarra ha empezado a fusionarse cuando ha intuido que es posible esa oferta «mejor y avanzada». Hace unos pocos meses, antes del acuerdo del Euskalduna por ejemplo, vivía tan cómoda en su creciente fragmentación.

Hay otras dos explicaciones posibles para la apresurada postulación de Zabaleta. Una es que se trate de una maniobra para aumentar la presión sobre la izquierda abertzale y forzar una decisión rápida sobre la cuestión electoral, algo inútil porque desde este sector remarcan que «nadie va a condicionarnos». La otra es meramente interna: varias voces apuntan que en realidad sólo es un cierre de filas en torno al líder para cortocircuitar a quienes ya pedían que la cabeza de lista fuera otra: la inevitable Uxue Barkos.

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