Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com
Tres fuentes y una turbera
En la cara norte del monte La Rhune, cerca de unos pinares, allí donde el sendero se despeja, una pequeña área deprimida (una cubeta) se fue llenando en el pasado de finos sedimentos resultantes de la erosión de la ladera. En el mismo lugar tres pequeños arroyos procedentes de tres manantiales cercanos decidieron unir sus aguas y producir un encharcado habitual.
Este medio húmedo, muy pobre en oxígeno y sales minerales y particularmente ácido, resultó ser el biotopo (área de condiciones ambientales uniformes adecuado para un conjunto de flora y fauna) ideal de los esfagnos. Un musgo capaz de crecer en ese ambiente y que, al morir, da lugar a la formación de la turba.
Los tres arroyos responsables de la creación de este depósito de materiales vegetales en descomposición, de color parduzco y estructura porosa son los que se han permitido el lujo de darle, también, el nombre. Porque la zona es conocida como la Turbera de las Tres Fuentes.
Esta y otras turberas de nuestra zona, al igual que otras situadas en lugares más al norte, han necesitado para su aparición no solamente un aporte continuo de agua y un suelo especialmente ácido, también ha sido necesario que las temperaturas fueran más bajas que las que conocemos hoy en día. Lo que ocurrió en la última glaciación (finalizada hace unos diez mil años) y en algunos pequeños períodos fríos posteriores.
Lo extraordinario de estos lugares es que son una reliquia de esas épocas climáticas más frías. Un testimonio de la historia natural del lugar que en las condiciones actuales no se podría generar. Una de las razones, junto con su propia fragilidad, por las que actualmente son consideradas áreas protegidas.