Deportación de gitanos en el Estado francés
El Gobierno francés se divide ante su política contra la inmigración
Mientras el Gobierno francés piensa no sólo en seguir adelante con la deportación de miembros de la comunidad romaní sino con dar otra vuelta de tuerca a la legislación vigente, a Nicolas Sarkozy le han salido las primeras voces discordantes dentro del Ejecutivo. El ministro de Exteriores, Bernard Kouchner, es uno de ellos al afirmar que está tan molesto con estas medidas que pensó incluso en presentar su dimisión.
GARA | PARÍS
La decisión de Nicolas Sarkozy de recuperar la aprobación popular y volver a la arena política cargando contra la comunidad romaní ha comenzado a abrir grietas incluso en el seno del Ejecutivo. En ese sentido, el ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner, mostró ayer su malestar por el desmantelamiento de los campamentos de gitanos y reveló que incluso pensó en presentar su dimisión.
El jefe de la diplomacia francesa, otrora fundador de Médicos Sin Fronteras, tomó de esta manera cierta distancia respecto a las posiciones del presidente Nicolas Sarkozy, las cuales recibieron un amplio respaldo oficial el pasado viernes, en un discurso ante los embajadores franceses.
«Los gitanos vivían en condiciones muy difíciles y esa situación me resultaba muy dolorosa»,afirmó Kouchner en decla- raciones a la radio RTL. «¿Qué podía hacer para remediar eso? Renunciar, pensé», añadió.
Sin embargo, según aclaró, el decidió continuar en el cargo tras haber mantenido una conversación con Sarkozy. Según explicó él mismo, la decisión de mantenerse en su puesto fue cuestión de «eficacia» ya que, como dijo «¿de qué les serviría eso a los gitanos?».
«Es importante seguir. Irse es desertar, es aceptar [el statu quo]», explicó el ministro, que siempre tuvo un gran tirón electoral. Desveló que lo que está ocurriendo con los gitanos le hizo pensar que hay que ocuparse «mucho más» de este asunto.
No obstante, y aunque reconoció que le «sobrecoge el corazón» el hecho de que se expulse a estas personas, defendió los aspectos fundamentales de las medidas al afirmar que la política que se está aplicando es «necesaria», porque «es necesario hacer que se respete la ley». En particular, denunció el hecho de que se explote a este colectivo y que se use a «niños drogados para que parezcan enfermos». En lo que va de año, la Policía francesa ha desmantelado 51 campamentos de ciudadanos romaníes en todo el Estado francés.
«No estoy contento con esta polémica», admitió Kouchner, quien calificó de excesivas las críticas lanzadas por un comité de la ONU formado por expertos en discriminación racial.
Discurso de odio
Otro destacado miembro del Ejecutivo de París, el centrista Hervé Morin, quien actualmente ostenta la cartera de Defensa, tampoco ocultó sus divergencias ante el desmantelamiento de campamentos romaníes, y censuró el discurso «del odio, el miedo y la búsqueda de chivos expiatorios».
El primer ministro francés, François Fillon, se apresuró, por su parte, a salir al paso de las declaraciones efectuadas por Morin y afirmó sentirse sorprendido por éstas. El jefe del Gobier- no francés se limitó a añadir que «tendremos ocasión de hablar de ello» y recordó que Hervé Morin forma parte de su Ejecutivo desde hace más de tres años «y nunca le escuché la más mínima reserva hacia la política del Gobierno».
Fue el domingo cuando Morin indicó públicamente que la actual política de seguridad está llamada al fracaso si sólo se sustenta en medidas de carácter represivo. Ayer lo volvió a hacer, e insistió en la necesidad de implementar otro tipo de medidas.
A su juicio, hay una parte represiva que «es necesaria», pero hay ciertas iniciativas que se han escuchado recientemente, que «no creo que formen parte de los proyectos del Gobierno», y que «no tienen sentido», aseguró el ministro, en alusión a la idea de encarcelar a los padres cuyos hijos hayan cometido algún delito.
El portavoz de El Elíseo, Luc Chatel, también se declaró sorprendido por algunas de las críticas recibidas por las expulsiones, que han sido comparadas con la deportación de judíos por el régimen de Vichy, colaboracionista con los nazis.
«Hay ciertas declaraciones que me han chocado terriblemente», señaló Chatel en una entrevista cuando se le preguntó por las críticas de ciertos obispos franceses a la deportación de gitanos en vuelos chárter, y en particular por las de los eclesiásticos que hicieron una comparación con las de los judíos -en trenes- durante la Segunda Guerra Mundial.
Insistió en que los rumanos y búlgaros de etnia romaní han sido repatriados a sus países de origen, que son estados «democráticos», y en que «la respuesta está en una mayor cooperación internacional».
Otra vuelta de tuerca
En medio de la vorágine de críticas, el Gobierno francés no sólo seguirá adelante con el desmantelamiento de los campamentos, sino que se plantea ampliar las posibilidades de deportaciones de extranjeros «en casos de amenaza al orden público por actos repetidos de robo o mendicidad agresiva», según anunció ayer el ministro francés de Inmigración, Eric Besson.
En rueda de prensa, añadió que presentará una enmienda a la legislación vigente en este ámbito para que esa medida se pueda aplicar.
Eric Besson, ministro francés de Inmigración, anunció ayer que pretende ampliar las expulsiones de gitanos a los casos de «amenaza al orden público por actos repetidos de robo o mendicidad agresiva».
Una representación del Gobierno francés, encabezada por el ministro de Inmigración, se reúne hoy con los comisarios europeos de Interior, Justicia y Asuntos Sociales para dar cuenta de su polémica política de expulsión de romaníes.
Asociaciones y líderes gitanos de Rumanía llamaron ayer al boicot de productos franceses y a una protesta internacional contra la cumbre sobre la deportación de los romaníes extranjeros convocada por El Elíseo para el próximo 6 de setiembre. Buscan recordar a París que «con los derechos básicos no se negocia».GARA
El Estado francés desmanteló 128 campamentos de romaníes y expulsó a 977 de sus ocupantes en sólo un mes, según el balance que ayer ofreció el ministro de Interior, Brice Hortefeux, quien aseguró que la ofensiva sigue adelante.
No es la primera vez que el directivo del Bundesbank Thilo Sarrazin levanta ampollas con sus polémicas declaraciones, pero podría ser la última vez que lo haga siendo dirigente del Banco Federal alemán.
El miembro del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) dijo el domingo, en vísperas de la presentación de su libro «Alemania se liquida: Cómo nos estamos jugando nuestro país»: «Todos los judíos comparten un determinado gen; los vascos tienen determinados genes que les distinguen de los demás». Así respondió a la pregunta si había una identidad genética.
Antes había manifestado que si la integración funciona bien, los inmigrantes se mezclan con la mayoría cultural abandonando sus características propias. Esta tendencia no la ve entre los turcos y árabes en Alemania, a los que responsabiliza, además, de que el nivel de educación de los alumnos haya bajado por estos lares.
Sus declaraciones han sido consideradas como un brote de racismo, que hasta ahora ha sido coto privado del neonazismo, pero no de un director del Bundesbank. «No soy racista», se defiende Sarrazin.
La prensa alemana ha contradicho sus palabras recurriendo a estudios de genética y a la sociología. La primera no ha detectado ningún gen judío o vasco, o de la inteligencia o de dictador. Más bien se basa en que unos cientos o miles de genes podrían caracterizar a una persona. Las investigaciones sociológicas han determinado que son, ante todo, las condiciones de vida las que intervienen en el desarrollo del coeficiente de inteligencia de un ser humano en relación a otros grupos sociales.
El Gobierno de la canciller Angela Merkel ha animado al Bundesbank a deshacerse de Sarrazin. Sin embargo, su presidente, Axel Weber, lo mantiene en su puesto, aunque le ha convocado a una reunión. Hasta el momento, Weber ha considerado las palabras de su directivo como un asunto personal amparado por la libertad de expresión.
Más complicada es la situación para el SPD, ya que el banquero es militante de este partido e incluso responsable de Hacienda (2002-2009) en el bipartito que el alcalde gobernador de Berlín, Klaus Wowereit, lidera con el apoyo del partido socialista Die Linke.
En marzo de 2010, Sarrazin ganó un pleito contra el comité comarcal del SPD que lo quería echar por sus declaraciones con las que defendió el duro régimen al que su partido sometió a los desempleados de larga duración. A aquellos se les cortó el suministro para la calefacción y Sarrazin lo justificó señalando que «ducharse frío es más sano. Nadie que se duche siempre con agua caliente ha logrado nada en su vida».
Su éxito frente al SPD se explica porque hoy por hoy cuenta con el apoyo que le brindan no sólo los neonazis del NPD, sino también con el respaldo del ex jefe de la Industria Alemana Olaf Henkel, del ex canciller Helmut Schmidt o del escritor judío Ralf Giordano cuando Thilo Sarrazin calificó a los inmigrantes de origen árabe y turco como «ineptos» para integrarse en la sociedad alemana. Ingo NIEBEL