Ya está aquí septiembre o setiembre, que ambas formas valen. Las ikastolas se quitan el polvo, vuelve el fútbol aunque nunca se fue, el PNV ofrece su clásico acto en Zarautz y el lehendakari de turno comparece en Miramar, miles de personas se convierten de repente en entusiastas expertas en remo... Como la película aquella de «El Día de La Marmota», pero cada doce meses.

Será quizás que nos vamos haciendo menos jóvenes y que todo nos huele a más de lo mismo. Aunque no sea del todo cierto, puesto que sí cambian los protagonistas. En los centros escolares veremos llorar a los retacos nuevos de dos años, mientras los más mayores han volado hacia otros centros; los rostros de los futbolistas van cambiando entre retiradas, fichajes y nuevas perlas, hay ascensos y descensos; el mitin jeltzale ha cambiado a Tzeler y Arzalluz por Egibar y Urkullu, mutan los colores de las traineras clasificadas para La Concha, por ejemplo faltará el rojo...

En resumidas cuentas, que se acerca el otoño -aunque todavía quedan un par de meses hasta el cambio horario- y nos invade una doble sensación. Por un lado, la tristeza por el final del estío, con sus muchas horas de luz solar, sus terracitas, sus fiestas... Por otro, la esperada llegada de esa agradable rutina que tenemos más o menos bajo control, ese café matinal con el periódico, ese estar goxo-goxo en el sofá viendo cómo llueve, hace frío y está oscuro a las seis de la tarde.

Hoy me guardo en el tintero las predicciones sobre las notas del curso escolar, los futuros aconteceres políticos o los resultados deportivos de nuestros equipos. La bola de cristal también tiene derecho a tomarse una jornada de reflexión melancólica, de hacer un paréntesis para coger aire.

En realidad, me di cuenta de que se aproximaba el otoño cuando vi en la televisión el primer anuncio de esas colecciones por fascículos que brotan como setas por estas fechas. Algunas son, a mi juicio, ciertamente estrambóticas. ¿Quién se dedica a reunir cerca de cien abanicos de colores? Meditaré sobre ello cuando me dé otro ataque reflexivo de éstos.