Reanudación de las conversaciones
La ANP se aferra a la presión internacional
El inicio del diálogo viene marcado por el escepticismo social y el rechazo de la mayor parte de fuerzas políticas palestinas, que no ven condiciones para sentarse a la mesa. La dirección de Al Fatah se ha quedado sola en su defensa del diálogo directo y se aferra a la fe en la presión internacional.
Alberto PRADILLA
Hasta ahora Israel no ha tenido voluntad de alcanzar la paz», denuncia Fayez Saqqa, diputado de Al Fatah en Belén y uno de los portavoces oficiales sobre las conversaciones. «Ellos han contado con el apoyo de EEUU, y la UE no supo o no quiso presionar para que cumpla la legalidad internacional», reconoce el parlamentario. A pesar de todo, quiere creer que esta posición ha cambiado y asume que «hace falta que la comunidad internacional presione» para que las conversaciones lleguen a algún lado.
Por el momento, esto sigue siendo una aspiración más que un hecho consumado. Como señala Abdelalim Dana, miembro del FPLP en Hebrón, «Washington ha obligado a negociar a Abbas, y ellos están con Israel». Por este motivo, el líder progresista espera que «los palestinos se posicionen en contra» del inicio de las conversaciones e insta a Ramallah a realizar una consulta. Aunque las encuestas dicen lo contrario. Ése es el principal aval de los negociadores de la OLP. Que, por el momento, la mayoría en Cisjordania mantiene su fe en un diálogo que desemboque en dos estados. El riesgo para ellos es que, de tanto confundir deseo con realidad, esta posición cambie.
Por el momento, Hamas, por el lado islámico, y la Conferencia Nacional contra las Conversaciones Directas, desde la izquierda, cuestionan un «cara a cara» que obedece más a las urgencias del presidente estadounidense, Barack Obama, que a la existencia de condiciones reales.
La irrupción de la resistencia islámica, que había mantenido las armas calladas en Cisjordania durante los últimos cuatro años -ayer mismo tirotearon un vehículo israelí-, es un claro mensaje para Abbas. Aunque resulta difícil hablar con algún portavoz islamista en Cisjordania, ya que la mayor parte de ellos están encarcelados. Así que los mensajes llegan desde Gaza.
Por primera vez, las Brigadas de Ezzedim El Qassam, brazo armado de Hamas, han calificado de «colaboracionista» a la AN. Un paso más en la escalada de acusaciones que, en este caso, han encontrado eco en la opinión pública palestina después de mensajes como el de Saeb Erekat, jefe de los negociadores palestinos, que en un vídeo difundido recientemente pide disculpas a Tel Aviv «por haberles decepcionado» al no lograr la paz en los últimos 19 años.
No obstante, Hamas, que ha sido marginado de todo el proceso a pesar de controlar Gaza, ya ha anunciado que continuarán las acciones armadas y ha amenazado con extenderlas al interior de Israel. Aunque la respuesta de la ANP ha sido contundente. Al menos 550 personas han sido detenidas en toda Cisjordania durante los últimos dos días. A pesar de ello, Saqqa descarta un enfrentamiento entre palestinos.
Liderazgo palestino unido
La cuestión interna es uno de los principales escollos para Abbas. La oposición a las negociaciones no llega sólo desde Hamas, sino que se extiende a la izquierda e incluso dentro de Al Fatah. «Los sucesos de Hebrón nos dieron la razón. Necesitamos un liderazgo palestino unido», aseguró Mustafá Barguti, líder de la Iniciativa Nacional Palestina, durante una manifestación celebrada el miércoles en Ramallah. No sólo los islamistas han sufrido la represión por oponerse al viaje a Washington.
También el sector progresista, que une a partidos como el PFPL, el FDLP o el Partido del Pueblo, ha sido perseguido. El pasado 25 de agosto, agentes de paisano boicotearon una conferencia contra el inicio de las conversaciones celebrada en Ramallah, golpeando y arrestando a varios de los asistentes. Días después, el primer ministro, Salam Fayyad, pidió disculpas por la agresión. Pero el aviso ya estaba dado. No obstante, según indica Fayez Saqqa, «se ha abierto una investigación sobre lo ocurrido y se depurarán responsabilidades». En realidad, este suceso sólo ha ayudado a socavar más la imagen de la ANP. Abdelalim Dana, que los califica de «Junta no democrática», rechaza cualquier tipo de conversación e insta a Israel a cumplir las resoluciones internacionales.
Y ahí está el problema. Antes de sentarse a la mesa, Israel ya ha advertido que no congelará la construcción de colonias. Como para hablar sobre Jerusalén o refugiados. Aun así, nadie les ha pedido explicaciones. El silencio de la comunidad internacional justifica el escepticismo palestino.