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Mundial Turquía 2010

Cuando un corazón no da abasto

Brasil y Argentina disputan un partido con numerosos jugadores con pasado en Euskal Herria. El técnico de Brasil, Rubén Magnano, se enfrenta con el equipo que lo hizo grande. Lituania debiera hacer valer el «factor Kleiza» para superar a una débil China.

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Arnaitz GORRITI

«Con Brasil no es un cruce más, es un clásico. Hay ansiedad siempre. Es como un Boca-River», resumía el ex baskonista Fabricio Oberto, que volverá a la cancha esta noche, a partir de las 20.00, después de superar una gastoenterocolitis que lo tuvo en cama y aislado de sus compañeros durante 72 horas.

¿Hace falta añadir más? Si acaso, saber con quién debe ir el aficionado neutral de Euskal Herria. No es preciso recordar que cinco jugadores -Huertas y Splitter por Brasil, Prigioni; Scola y Oberto por Argentina- han jugado por estos lares. Todos en Gasteiz, y los dos brasileños también en Bilbo. ¿Por qué no tendremos dos corazones para estos casos?

Y si para nosotros un Brasil-Argentina es casi una pelea entre hermanos, ¿qué no podrá decir Rubén Magnano? El actual seleccionador brasileño se hizo grande con Argentina, en un camino glorioso que tuvo su cénit en Atenas 2004. «Hubiese preferido no enfrentarme a la Argentina. No por una cuestión deportiva, sino por haber tenido tantas vivencias con el grupo en época de gloria», dijo el técnico cordobés hace escasas fechas.

Y si en el banquillo Magnano sufrirá tanto si gana como si pierde, en el parqué Scola y Splitter -verdaderos hermanos de sangre- tendrán su primer duelo uno frente al otro, preludio de los que vivirán en la NBA.

«Espero que (Tiago) no esté muy inspirado, porque es un gran jugador. Se entiende especialmente bien con Huertas y su conexión seguro que nos creará problemas», opinaba el porteño.

Otro ex baskonista, Andrés Nocioni, presente en Estambul, escribe en su blog que «hay que cuidarse mucho de Splitter. Domina el juego tanto en defensa como en ataque. Va a ser importante que Fabri -Oberto- esté bien para no desgastar a Luis».

Por lo pronto, anda mejor Scola. De hecho, es el máximo anotador del torneo con 29 puntos por partido, y el cuarto mejor reboteador con 8 rechaces en cada duelo. Splitter, por su parte, promedia 13 puntos y 5 rebotes, lejos de su «hermano».

Prigioni y Huertas, en cambio, son los bases titulares -y casi únicos, sobre todo en el caso del brasileño- y destacan con 6 asistencias en cada partido. El argentino no está a tan buen nivel como el paulista.

El «factor Kleiza»

El otro partido de esta tarde, que arrancará a las 17.00, enfrentará a China y Lituania en un cruce que reedita el que ambos combinados disputaron en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. En aquel entonces, Lituania se impuso por 94-68 con 23 puntos de Jasikevicius y 15 de Siskauskas, ambos ausentes.

A falta de estas -y otras- estrellas, Lituania se aferra al «factor Kleiza». Con 17 puntos y casi 7 rebotes por partido, el combinado báltico estará guiado por el jugador de los Raptors para mantenerse en competición. Y, francamente, no parece que esta China sin Yao Ming, que bastante suerte tuvo de llegar a octavos, vaya a hacerle sombra.

La garra de Nueva Zelanda contrasta con la rendición de salida de Angola

Estaba casi cantado que Estados Unidos y Rusia se iban a ver las caras en cuartos de final, ya que ni Angola ni Nueva Zelanda tienen nivel como para inquietar a estas dos selecciones.

Sin embargo, hay modos y modos de caer, y mientras los oceánicos dieron toda una lección de pundonor, Angola se llevó la paliza del mundial, 121-66, porque saltó a la cancha rendida y sin sangre en las venas.

Los tall blacks pusieron a Rusia contra las cuerdas durante 30 minutos. Mientras el fuelle y las faltas les permitieron estar en el partido, los neozelandeses fueron un dolor de cabeza constante. Para desgracia suya, Pero Cameron no cuajó una buena actuación y debió ser Kirk Penney quien guiara los designios de los kiwis.

El combinado ruso no pudo comenzar su despegue hasta el tercer período, cuando además del dúo interior Mozgov-Kaun, emergió el mejor Vorontsevich para, con su fina muñeca, meter unos tiros abiertos claves. La defensa y el contragolpe de los de David Blatt cerraron el injusto 78-56 final.

Mientras tanto, Estados Unidos vivió un entrenamiento con público que devino en chorreo desde el primer parcial, un 30-10 que servía para mostrar al conjunto africano que ayer no era el día propicio para otro «angolazo».

Aunque el angoleño Gomes fue el máximo anotador con 21 puntos, destacó el gran partido de Billups: 19 puntos -cinco triples- y 4 asistencias. A.G.

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