Un día después de su sorpresiva elección como líder del Partido Laborista, Ed Miliband emprendió la difícil tarea de reagrupar a su formación, que ayer inició en Manchester el congreso con el que pretende lanzarse a la reconquista del poder. «Mi meta es llevar el partido al poder», señaló en una entrevista publicada ayer por «The Sunday Telegraph», para lo que se comprometió a «reconstruir» la coalición que en 1997 llevó al laborismo a Downing Street.

Ed Miliband derrotó en las primarias del partido in extremis a su hermano mayor David, que era considerado el favorito, por un escaso 5o,65% al 49,35%, gracias al apoyo decisivo de la izquierda del laborismo, en particular de los sindicatos.

Esa simpatía del ala sindical se ha convertido en blanco de los tories, que estiman que la elección del más joven de los Miliband como «cabeza visible» del principal grupo opositor inclinará a éste hacia la izquierda.

Sin embargo, su nuevo líder no ha perdido un segundo para desmarcase al respecto al reivindicar su autonomía y asegurar que no es «el hombre de nadie» y que su elección no supone «un giro a la izquierda» del partido.

«¿Por qué me votaron los sindicatos en gran proporción? Porque creo que hablé de cosas que le importan a la gente trabajadora de este país», señaló.

«Yo soy yo»

«Yo soy yo», aseguró ayer, en su primera entrevista como líder laborista, en la cadena BBC1, donde expuso los ejes del programa que defenderá el martes ante los congresistas.

En esa entrevista insistió en que defenderá a «las clases medias ahogadas», y desveló una agenda que incluye medidas como el aumento de las tasas a los bancos, la reducción de la desigualdad o la protección de los trabajadores, al tiempo que buscó la forma de quitarse de encima la etiqueta de «Red Ed» (Ed el Rojo) que le han puesto algunos medios de comunicación. «Esa imagen (de mí) como 'Ed el Rojo' es cansina y estúpida», indicó.

En esta línea, el ex ministro de Energía recordó que su padre, el filósofo marxista de origen judío Ralph Miliband, que murió hace 16 años, no le hubiera reconocido precisamente por ser un «izquierdista».

La prensa conservadora señalaba ayer que el partido «ha elegido al Miliband equivocado» y agregó que esa fama de izquierdista es un serio obstáculo para ganar al electorado centrista.

«Abogo por las políticas centristas, pero hay que definir dónde está el terreno del centro», dijo el nuevo líder laborista.

No obstante, subrayó el mensaje del cambio: «La era del `nuevo laborismo' es el pasado. Ha llegado una nueva generación en la que no caben las viejas etiquetas», aunque aseguró que su «puerta está abierta» a los miembros del partido, entre ellos a los cercanos de Tony Blair que no le apoyaron.

En su crítica a la plataforma que condujo Blair al poder en 1997, Ed Miliband lamentó el hecho de que el anterior Ejecutivo laborista empezara siendo un «gobierno radical, reformador», para terminar «convertido en el sistema».

Pero la unidad del partido también requiere una reconciliación de los dos hermanos Miliband, tras una tensa campaña. Ed ha invitado a David a participar en el «gabinete en la sombra», el Gobierno «fantasma» formado por la oposición. Según la BBC, le ha propuesto tomar la cartera clave de Finanzas, lo que daría una credibilidad económica a la oposición. La composición del «gabinete en la sombra» se anunciará el 7 de octubre.