Askapena ha merecido siempre, y sigue mereciendo, mi reconocimiento por su gran labor social, política y cultural, por ser ese espacio que necesitamos los movimientos y las redes sociales para conocernos, para intercambiar experiencias, para compartir esa lucha solidaria que nos caracteriza, para organizarnos en la denuncia de cualquier tipo de conculcación de derechos haciendo nuestro cualquier grito desesperado ante cualquier tipo de injusticia social y política a la que muchos países y pueblos estamos sometidos. Askapena representa una oportunidad para que nuestras reivindicaciones traspasen fronteras, y ya quisiéramos muchos países tener algo parecido en cuanto a organización, motivación, participación, empatía y solidaridad en el amplio sentido de la palabra. Nos gustaría y necesitamos tener en cada país una Askapena trabajando con la misma motivación y con las mismas ansias de justicia.

Una vez más la respuesta de los políticos a un proceso de paz es la provocación. Se les acaba el discurso, se les agotan los argumentos y hay que detener a quien se pueda, distraer la atención de lo verdaderamente importante. Una vez más se comete una injusticia en y con el pueblo vasco, en este caso deteniendo a esa gente tan valiosa y coherente.

Y ante todo este espectáculo al que nos tiene acostumbrados el Estado español: detener, ilegalizar, prohibir o torturar, además de acusar, mentir y manipular a los políticos de nuestros países, sólo me queda pedir, como mexicana residente en el País Vasco desde hace dos décadas, que antes de opinar y hacer cualquier tipo de declaración como representantes o mandatarios políticos, que antes de opinar, inculpar y acusar intenten investigar la situación real que se vive en el País Vasco, que no cometan el error, por no decir la estupidez, de repetir el discurso acusatorio y repetitivo de que todo es ETA y todo terrorismo en el País Vasco, ya que muchos de nuestros políticos en México, Colombia, Venezuela, Argentina y muchos países de América son incultos y corruptos, desconocedores de lo que pasa en su propio país y más allá de sus fronteras. Así que déjense orientar por aquellos periodistas, sociólogos, historiadores, por cualquier político o intelectual o gente con suficientes neuronas y que esté al día de lo que aquí pasa, para tener una visión más neutral y justa y un discurso más enterado, preparado, y acertado acerca de lo que aquí pasa. Dejen de pecar de ignorantes o insensibles y, aún más, de hipócritas que acusan e insultan sin saber ni de quién ni de qué están hablando, ya que Askapena es mucho más y mejor que lo que les cuentan. Es ejemplo y oportunidad para muchos de nosotros, migrantes y autóctonos, y la gente que ahí trabaja es sin lugar a dudas, gente con corazón, con principios y, sobre todo, con conciencia política. Aquí en el País Vasco hay múltiples diásporas, como tantos vascos hay en nuestros países de origen, por lo que seguiremos encontrándonos y haciendo crecer esa red solidaria a favor de Askapena con la esperanza de que pronto haya muchas Askapenas en cada uno de nuestros países.