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Se busca un Yeltsin para llevar el caos a China

Dabid LAZKANOITURBURU I

Resulta sorprendente. Más con lo que ha llovido y con lo que aún está por caer. Los mismos que impusieron una agenda «democrática» que supuso el hundimiento descontrolado de la Unión Soviética y jalearon al pirómano de Yeltsin -quien cargado de vodka llevó al país al desastre total- tratan de convencer a China de que cometa el mismo error. En nombre, además, de una libertad de la que se mofan, día sí y día también.

Desde la Hungría anegada por el lodo rojo -y que ha nacionalizado la empresa que en su día privatizó, pero ahora para socializar las pérdidas provocadas por el desastre-;... desde la Nueva y la Vieja Europa, todos animan al gigante chino a que haga suya la «profesión de fe democratico-occidental».

Y qué mejor para ello que espolear a los chinos otorgando el premio Nobel de la Paz a un disidente hoy preso.

¿Que se enfadan? «Por algo será...» Ya se sabe que Occidente nunca se enfadaría porque «no tenemos presos políticos» y nunca se le ocurrirá a Oslo galardonar a alguno de los muchos que insisten en reclamar esa condición, pero se sabe que «son simples criminales».

No seré yo quien niegue que en China hay serios, muy serios problemas de falta de respeto de los derechos humanos. Y que dude de que su desbocado desarrollo económico debe ir acompasado con la promoción de los derechos sociales y políticos (individuales y colectivos) de su ingente población.

Pero me cuidaría mucho de seguir las recetas de quien -competencia manda- te quiere mal y sería capaz de hacerte llorar sangre mientras te da unas palmaditas en la espalda. Como a los rusos.

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