La Reserva Federal se prepara para dar nuevos estímulos a la economía de EEUU
La Reserva Federal estadounidense se prepara para una compra de deuda pública que haga bajar los tipos de interés reales y aporte así mayor liquidez a una economía que se recupera a un ritmo muy lento y con un elevado desempleo. Esta inyección de dólares pretende alejar el fantasma de la deflación, pero a la vez bajará el valor de la moneda de EEUU, alentando así la guerra de divisas a la que cada vez se suman más estados.
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La Reserva Federal está lista para activar de nuevo la maquina de hacer billetes. Se da por descontado que en su reunión del 2 y 3 de diciembre adoptará nuevas medidas para estimular la economía de Estados Unidos, según revelan las actas de su última reunión, celebrada el pasado 21 de setiembre.
El presidente de la Fed, Ben Bernanke, subrayó la semana pasada que los dos «talones de Aquiles» de la economía estadounidense, el alto desempleo y la ausencia de tensiones inflacionarias, lo que indica un peligro de deflación o caída de los precios al consumo.
Por eso ve necesaria una relajación «adicional y cautelosa» de la política monetaria. Desde diciembre de 2008 la Reserva ha mantenido por debajo del 0,25% la tasa de interés de referencia en EEUU, y ha volcado más de 1,5 billones de dólares en el sistema financiero para contrarrestar la depresión más profunda en ocho décadas.
Con el escaso margen de maniobra para bajar los tipos, se prevé que la Fed lance un nuevo programa masivo de compra de deuda pública, que hará bajar los tipos de interés reales y estimularán la economía.
Inyectar dinero
Bernanke confirmó así el contenido de las actas de la última reunión del comité de la Fed, que mostraron la semana pasada los detalles de las discusiones entre sus doce miembros para lanzar medidas adicionales de estímulo, pero sin especificar el volumen de cualquier compra adicional de activos.
Algunos medios financieros hablan de 500.000 millones de dólares, mientras que otros afirman que no sobrepasará los 100.000 millones.
Desde esa reunión, la publicación de varios indicadores negativos sobre el empleo han alimentado la especulación de que el banco central comenzará pronto una segunda tanda de medidas no convencionales para reavivar la economía.
En la práctica, este método supone inyectar fuertes cantidades de dinero en el sistema mediante la compra masiva de títulos en el mercado, como hizo con el programa de 1,7 billones. Varios miembros del comité de la Fed indicaron que «si el crecimiento económico sigue siendo demasiado lento como para que haya progresos satisfactorios en la reducción del índice de paro, o si la inflación continúa estando por debajo de los niveles aceptables, sería apropiado que haya un acomodo adicional de la política económica», indican las actas.
En setiembre, el IPC internaual de Estados Unidos se situó en el 1,1%. Las actas indican que al aumentarse las expectativas de inflación las tasas reales de interés a corto plazo serían más bajas y esto estimularía la economía. Se trata de una forma de inyectar más liquidez en la economía estadounidense. A la vez, la intervención de aleja de las proclamas que en la última reunión del G20 rechazaban el proteccionismo.
También Japón
De hecho, la actuación de la Reserva Federal puede contribuir a agudizar la guerra de divisas sobre la que ha alertado el FMI, ya que las medidas de estímulo supondrán una reducción del valor del dólar. El dólar australiano, con un valor disparado, alcanzó la paridad con el estadounidense como consecuencia del anuncio de intervención de la Fed. El billete verde marcó el viernes mínimos de hace 15 años frente al yen japonés. También Japón prevé adoptar nuevas medidas de intervención monetaria contra la volatilidad del tipo de cambio del yen, según afirmó el martes el ministro de Finanzas, Yoshihiko Noda, que dejó entrever así la posibilidad de más iniciativas para debilitar la moneda nipona.
El responsable del Ejecutivo japonés indicó que ha trasladado a sus homólogos del G-7 que la intervención llevada a cabo en setiembre contribuyó a evitar que las fluctuaciones de la divisa perjudicaran a la recuperación económica y a la banca.
A la vista de los movimientos de los bancos centrales de EEUU y Japón el ministro de Economía de Brasil, Guido Mantega, volvió a expresar su preocupación por la «guerra de divisas» y pidió que se adopten acuerdos en la próxima reunión del G20, porque «Brasil no puede respetar el libre comercio si el resto lleva a cabo intervenciones». Mantega Se mostró contrario a que la Reserva Federal estadounidense compre deuda pública porque no «logrará mejorar la economía y debilitará aún más el dólar». «No deberíamos permitir una guerra de divisas, lo mejor que podemos hacer es llegar a acuerdos para no perjudicar el libre comercio. El mejor sistema es el del libre flujo, pero no podemos regirnos de esa manera si el resto lleva a cabo intervenciones», afirmó Mantega. «Tenemos mucho cuidado de no violar los principios de libre comercio que nosotros defendemos, pero también tenemos un cuidado especial por la fuerte revalorización del real brasileño» dijo Mantega, quien advirtió de que Brasil «no va a permitir una excesiva valorización» de su moneda. El real se ha apreciado un 56,3% frente al dólar entre 2009 y 2010. Entre las medidas tomadas por el gobierno brasileño que influyen en la contención de la apreciación de su divisa, Mantega destacó la reciente capitalización de la petrolera Petrobras y afirmó que no tomarán más medidas hasta que se comprueben las consecuencias de esa decisión. Mantega sugirió que los países ricos,deben adoptar incentivos fiscales para recuperar la demanda interna en sus propios países, porque sino «se estancarán en una recuperación muy lenta». GARA