Todavía a la altura del Ecuador, el Athletic debe empezar a determinar si su Liga transcurrirá al norte o al sur de la clasificación. El examen de geografía lo dicta hoy el Zaragoza, ante el que los rojiblancos están prácticamente obligados a ganar si quieren seguir la dirección que marca la brújula.

Hablar de obligaciones a mediados del mes de octubre puede resultar excesivo. Pero el Athletic levantó el telón de la temporada con un objetivo que, como pudo comprobar el año pasado, no permite desperdiciar demasiadas oportunidades. Y exige a los equipos que ni siquiera son capaces de puntuar ante los gallos de la Liga -que de momento, al margen de las circunstancias que hayan rodeado a los tropiezos, es el caso del cuadro bilbaino- rozar el pleno frente al resto. Así que lo que, en tiempos del bachillerato, era una asignatura maría, se convierte hoy en una de esas materias que amenazan con atascar el curso.

Más aún teniendo el calendario que se le viene encima al Athletic -visitas consecutivas a Sevilla, Getafe y Real Madrid- y también la pequeña trampa que encierra la cita de San Mamés. El Zaragoza es, junto al Deportivo, el único equipo que todavía no conoce la victoria; su único punto a domicilio lo ha conseguido, precisamente, ante los gallegos; y apenas ha sido capaz de anotar cinco goles en seis partidos. Un muestrario de fatalidades por el que todo lo que no sea una victoria rojiblanca se considerará un fracaso. Y esa certeza añade siempre un punto de stress poco recomendable.

Probablemente por eso, Joaquín Caparrós abogaba ayer por mantener la calma. «Tranquilidad, paciencia y confianza» para madurar un choque en el que el rival, en principio, saltará al césped con el objetivo prioritario de puntuar. O sea, aunque no llegue a autobús, no bajará de monovolumen, aunque José Aurelio Gay lo descarte. «Un empate sería avanzar muy despacio. Vamos con toda la ilusión y esperanza de ganarlo. Tenemos que intentar hacerle daño y adelantarnos en el marcador», aseguró el técnico maño.

Novedades en todas las líneas

Lo hará frente a una defensa inédita, que ayer vio resuelta su última incógnita. Koikili será finalmente el sustituto de Jon Aurtenetxe, uno de los pocos jugadores que había disputado los seis encuentros precedentes al completo y al que la llamada de la selección española sub19 le mantendrá dos jornadas apartado del equipo. Joaquín Caparrós ya había ido decantándose por el de Otxandio a lo largo de la semana y la convoctoria acabó de aclararlo: Xabi Castillo y Mikel Balenziaga, sus dos competidores, ni siquiera se sentarán en el banquillo.

También disputará sus primeros minutos de la temporada Ustaritz. Esta vez no ha habido contratiempos y el abadiñotarra tomará el relevo de Aitor Ocio como sustituto de Fernando Amorebieta, aún renqueante.

También se esperan novedades por arriba. Podrían ser hasta tres porque no es descartable que Caparrós intente reventar la defensa mañana con la entrada de Markel Susaeta y, más probable aún, Iker Muniain en las bandas, en detrimento de Carlos Gurpegi e Igor Gabilondo. Además, el técnico recuperará la que el año pasado se convirtió en su pareja clásica de ataque: Gaizka Toquero acompañará a Fernando Llorente, devolviendo a Igor Martínez al banquillo. Allí le acompañarán Ibai Gómez de nuevo y, otra de las novedades en la lista junto a Ustaritz y Koikili, Ion Vélez.

También será inédito el once que presente en San Mamés José Aurelio Gay, que no ha repetido una sola alineación desde que comenzó la temporada. Esta vez pierde al sancionado Jiri Jarosiak, aunque recupera a uno de los objetos del deseo rojiblanco en los últimos años, Ander Herrera, que jugará de inicio en San Mamés.