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Con los sentidos alterados por el suspense romántico

«Agnosia»

Barbara Goenaga es señalada como la nueva Audrey Hepburn o la otra Joan Fontaine de Hitchcock por su trabajo interpretativo en «Agnosia», donde brilla sobre el resto del reparto en un rol victimatorio de joven heredera, a la que una enfermedad sensorial coloca en desventaja frente a una oscura conspiración de intrigas familiares decimonónicas.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

A «Agnosia» le ha ocurrido algo parecido a lo que pasó con «Los ojos de Julia» en el Festival de Sitges, donde los aficionados al cine fantástico desmenuzan las películas que no son de su agrado de una forma tan exhaustiva que pocas producciones pueden resistir el riguroso examen antes de su estreno comercial. Luego, en el caso de la realización de Guillem Morales se ha podido comprobar, una vez en las salas, que no había para tanto, y que el balance que allí se hizo fue exageradamente negativo.

Sin entrar en la decepción que pueda provocar en el público «Agnosia», porque eso ya es cuestión de las expectativas que se marca cada cual viendo el espectacular trailer promocional, pienso que los «enterados» de Sitges sufrieron alguna enfermedad de apreciación parecida a la agnosia. Y lo digo porque la mayoría carga contra su supuesta condición de hueca superproducción. Parece ser que lo que en principio era una virtud, al final, se ha vuelto un defecto. El gran mérito del mencionado avance era que sus imágenes transmitían una apariencia de gran producción de época cuando, en realidad, la película siempre manejó un presupuesto muy modesto, exactamente de entre tres y cuatro escasos millones de euros. A todo el mundo se le ha debido olvidar tan importante detalle, porque no es lo mismo cargar contra una película de inversión millonaria que contra una meritoria realización que consigue hábilmente aparentar más de lo que es.

Quiero creer que el despiste general proviene del apoyo que Guillermo del Toro ha prestado a la película, que ha sido de mero asesoramiento, pero nunca financiero. «Agnosia» no forma parte, por lo tanto, del grupo de afortunadas producciones de mayor presupuesto en las que ha participado directamente el cineasta mexicano, siendo la última de ellas «Los ojos de Julia». Sería justo reconducir la situación y admirar el talento visual de Eugenio Mira que, con la dirección artística de Javier Alvariño, ha conseguido una ambientación de época como nunca se había visto antes, con tan pocos medios, de la Barcelona de finales del siglo XIX.

Otra cuestión bien distinta es que a Mira le exijan la creación de otro tipo de ambiente, teniendo en cuenta que en su ópera prima, «The Birthday», protagonizada por Corey Feldman, las extrañas atmósferas que contenía eran más propias de un David Lynch. Ahora, en cambio, le reprochan incluso la utilización de la música que él mismo ha compuesto, por considerar que está demasiado omnipresente a lo largo del metraje.

La nueva Audrey Hepburn

En lo que sí coincidieron la crítica y los aficionados presentes en Sitges fue en destacar positivamente la interpretación estelar de Barbara Goenaga por encima del resto de compañeros de reparto. El triángulo amoroso que forma la actriz con Eduardo Noriega y Félix Gómez falla por esos otros dos lados, aunque sus malas actuaciones fueron achacadas al deficiente diseño de personajes, responsabilidad del guionista Antonio Trashorras, que antes ejerció de crítico cinematográfico.

Es posible que «Agnosia» hubiera gozado de mejor aceptación centrándose más en el personaje central de la heredera Joana Prats. No en vano, ella es la que sufre la enfermedad del título y es a través de sus sentidos alterados de los que el espectador tiene que seguir la trama. Sin embargo, Eugenio Mira ha querido hacer una mezcolanza de géneros, y al thriller de suspense se añaden toques de melodrama romántico, folletín decimonónico, espionaje industrial y hasta elementos retrofuturistas.

La sobrecarga genérica deriva en una serie de subtramas que desvían la atención del asunto central representado por el personaje de Barbara Goenaga. Ella juega el papel de una víctima de las películas de suspense de Hitchcock, como Joan Fontaine en «Rebecca», aunque su perfil siempre se acerca más en belleza y elegancia al de Audrey Hepburn. Está claro que Eugenio Mira acertó de pleno en su elección para protagonizar «Agnosia», si bien la película tal vez debería haber sido más fiel a esa primera impresión y arropar a su heroína de principio a fin.

La agnosia es una rara enfermedad de tipo neurosicológico, por lo que Barbara Goenaga ha debido de asesorarse medicamente para comprender el comportamiento de los pacientes aquejados por esta grave alteración de la percepción sensorial. Puede llegar a enloquecer a quien la sufre, dado que los sentidos no son los que fallan, sino la información que les llega desde el cerebro, no reconociendo visualmente los objetos o auditivamente los sonidos del entorno habitual.

Una enfermedad romántica

Eugenio Mira ha querido dar a todo lo relacionado con la agnosia y sus síntomas un envoltorio muy romántico, por lo que se ha inspirado en los clásicos del melodrama como Douglas Sirk, aunque partiendo como máxima referencia de la última y quintaesencial muestra del género, y así de «La hija de Ryan», realizada por el maestro David Lean en 1970, ha tomado su aire suntuosamente intemporal.

El cineasta alicantino es de los que saben crear un universo único, para lo que se ha esforzado en situar en la Barcelona de finales de siglo una especie de cruce temporal, confundiendo el folletín decimonónico con el modernismo y los avances científicos. La historia de amor imposible que vive la protagonista de «Agnosia» habla de una época terminal, pero el tratamiento experimental al que es sometida para curar su mal se adelanta en el tiempo y refleja los avances de la siquiatría en aquel período.

El cine conoció también su despertar entonces y no es ninguna casualidad que el padre de la heroína sea un rico empresario catalán que lidera la industria de la investigación con lentes y demás aparatos ópticos. La conspiración familiar que se organiza en torno a su hija tiene mucho que ver con todo ello. Mira incluye una secuencia culminante rodada en una escalinata que es un homenaje a «El acorazado Potemkin», con lo que la perspectiva del cine mudo está ahí.

Pero el gran tema que subyace dentro y fuera de la película, tanto desde la posición del emisario como de la del receptor del mensaje, es el de la subjetividad. El romanticismo es en sí mismo una deformación de la realidad a través de los sentimientos, por lo que se puede decir que Joana Prats se ve aquejada de una doble distorsión en su discernimiento de las cosas, por estar enamorada y por sufrir la enfermedad que altera su percepción sensorial.

Entrar de lleno en lo subjetivo siempre es arriesgado y más aún si se intenta abordar en toda su extensión dentro de una sola película, pero a Eugenio Mira le va el riesgo. Y es mucho más arriesgado intentarlo con una película con aspiraciones comerciales que con una de corte independiente, al exponerse a que el público no conecte y a que, además, la crítica se te eche encima.

Estreno

Dirección: Eugenio Mira.

Guión: Antonio Trashorras.

Intérpretes: Barbara Goenaga, Eduardo Noriega, Félix Gómez, Sergi Mateu, Jack Taylor, Martina Gedeck, Miranda Makaroff, Luis Zahera.

Fotografía: Unax Mendia.

Música: Eugenio Mira.

País: Estado español, 2010.

Duración: 105 minutos.

Barbara Goenaga es una estrella cargada de futuro

Barbara Goenaga está pletórica en su carrera y en su vida personal. Va a ser madre con el actor Óscar Jaenada, quien se abre paso en Hollywood. Ella acaba de triunfar en la Seminci de Valladolid, donde la película argentina «Sin retorno», que protagoniza, ha ganado la Espiga de Oro. La ópera prima de Miguel Cohan ha sido calificada como una película de intérpretes, así que Barbara tiene tanta culpa del éxito como Leonardo Sbaraglia o Federico Luppi. Su recorrido internacional le ha llevado a trabajar también en francés y con otro debutante, con Fouad Benhammou en el thriller de terror «Le village des ombres». M.I.

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