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Raimundo Fitero

Empírico

Usamos las palabras como si se tratase de una crema hidratante que igual sirve para las arrugas postvacacionales solares que para los pies agrietados. Cada vez que escucho de la boca de políticos, periodistas, tertulianos o predicadores esa palabra de moda, plausible, utilizada de tan malas maneras, me dan ganas de escribir de manera casual, eligiendo palabras al azar y componiendo frases como si de una jam literaria se tratara. Por eso se me he caído hoy empírico, que me sirve tanto para intentar comprender los mecanismos de las audiencias para dedicar unas cuantas horas diarias de su vida a contemplar a ese individuo de la especie televisiva llamado Belén Esteban mostrando todas sus posibilidades de encumbrarse en lo más alto de la estulticia compensada, como para entender al papa de Roma. Para la Esteban cuatro por nueve son treinta y siete, y la tabla del cinco la recita con los deditos. O sea, un ejemplo. Empírico, naturalmente.

Lo mismo que las noticias que se nos caen colateralmente, como que Iñaki Urdangarin, todavía yerno del rey Juan Carlos de Borbón y Borbón, está metido en un asunto de tres millones de euros cobrados a la Generalitat Valenciana por unos supuesto Juegos Europeos. Es decir, un timo empírico, bajo la corona, y el manto de Camps y sus sastrecillos, lo que viene a significar que la corrupción es un hábito más que empírico, bíblico. Y que el atado y bien atado, no fue un error de senectud, sino una premonición, o una certificación que se comprueba cada vez que alguien se dedica a enseñarnos parte del organigrama de las clases directivas de las empresas del Ibex 35. Por ejemplo.

No obstante, en las cadenas hablan mucho de la visita del Papa Benedicto este fin de semana y que va a desplazarse hasta ese edifico singular de Gaudí, la Sagrada Familia, uno de los monumentos que más fotografías de japoneses soportan. Se habla de molestias, de entusiasmo, de millones de fieles y hasta de un autobús laico que recorre las calles asegurando que ellos no le esperan, pero nadie ha mostrado unos mensajes muy apropiados que cubren las paredes colindantes: «Padres, esconder a vuestros hijos que viene el Papa». Empíricas razones.

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