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Elecciones en EEUU

Obama intenta salvar su entente con Rusia antes de la irrupción republicana

Después de la derrota electoral del martes en las elecciones de medio mandato, los demócratas confían en sacar adelante en el Congreso varias cuestiones importantes para Barack Obama antes de que se instale la nueva mayoría. Entre esos asuntos pendientes está la ratificación del nuevo tratado START de desarme nuclear, que el presidente espera lograr si no este mismo año sí antes de que finalice su mandato.

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GARA | WASHINGTON

El presidente estadounidense, Barack Obama, manifestó ayer que espera que el tratado ruso-estadounidense de desarme nuclear, «nuevo START» (Tratado de Reducción de Armas estratégicas), pueda ser ratificado en el Congreso antes de la entrada en funcionamiento en enero del parlamento resultante de las elecciones legislativas del martes o si no antes de que concluya su mandato. Para la Administración Obama, el tratado es una pieza clave en sus esfuerzos para «reiniciar» las relaciones con Rusia.

«Nosotros negociamos con los rusos importantes reducciones de nuestro arsenal nuclear. Es algo que siempre contó con el apoyo de los dos partidos» en el Congreso, señaló Obama en una reunión de su Gabinete en la Casa Blanca, informó AFP.

«No es un tema tradicionalmente demócrata o republicano, sino una cuestión de seguridad nacional estadounidense, y espero que lo logremos (ratificar el tratado) antes de irnos», señaló en alusión a la última sesión del Congreso actual, que aún cuenta con una mayoría demócrata.

Obama estima que una votación en ese sentido «enviará una fuerte señal a Rusia sobre nuestra seriedad al reducir los arsenales nucleares, pero también una fuerte señal al mundo de que somos serios cuando se trata de no proliferación», evocando en particular la cuestión nuclear iraní.

Su secretaria de Estado, Hillary Clinton, había dicho con anterioridad que el START II lo avalan la cúpula militar estadounidense, los servicios secretos, cinco antiguos jefes del Pentágono, seis ex secretarios de Estado, tres antiguos asesores presidenciales en materia de seguridad nacional y siete ex jefes del mando estratégico.

En EEUU, los tratados deben ser ratificados por dos tercios del Senado, 67 de sus 100 representantes. Los senadores demócratas del Congreso saliente sólo son 57, más dos independientes que votan con ellos. Por lo tanto, se necesitarían los votos de al menos una docena de republicanos para llegar a la mayoría requerida y aprobar el texto. Pero los republicanos han expresado su preocupación, sobre todo por el futuro del la defensa antimisiles de EEUU que consideran amenazado por el nuevo tratado.

Los republicanos, que hace dos años parecían hundidos, resurgieron espectacularmente el martes en las elecciones de medio mandato para adueñarse de la mayoría en la Cámara de Representantes y acercarse a la mayoría demócrata en el Senado, Obtuvieron 60 escaños más en la Cámara de Representantes, donde ahora cuentan con 238 de los 435 asientos, y ganaron seis en el Senado, donde otros tres están aún por decidirse.

En setiembre, el senador republicano Richard Lugar, el de mayor rango en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, dijo tener la impresión de que el nuevo tratado de desarme «no es una prioridad para muchos miembros del Partido Republicano, y tal vez para los demócratas tampoco» y anunció que quizá los senadores decidieran posponer su ratificación.

Desde Moscú también llegó otra señal de alarma al retirar un importante comité de la Duma (Cámara Baja) su recomendación de que se ratifique el tratado al considerar que «las posibilidades de ratificación del documento por parte del nuevo Senado (estadounidense) son mucho menores que antes».

En nuevo tratado START fue firmado por EEUU y Rusia el pasado 8 de abril en Praga después de muchos meses de negociación. Prevé un máximo de 1.550 ojivas nucleares desplegadas por cada país, lo que supone una reducción del 30% respecto al nivel establecido en 2002.

Amenaza a la política exterior

Además de respecto al control sobre las armas nucleares, los republicanos han quedado en posición de complicar las grandes líneas del presidente, Barack Obama, en política exterior y de defensa, especialmente en Oriente Próximo, China y Afganistán. Así, podrían utilizar su nueva mayoría para atacar los puntos débiles de Obama en materia de seguridad nacional, acusándolo de debilidad frente a China o ambivalencia con Israel, según los expertos.

«La atmósfera se volverá muy combativa», explicó Steven Clemons, experto de la New America Foundation. «Van a comenzar a protestar por todo lo que está haciendo, y poner obstáculos a todo lo que pretenda hacer»,dijo.

Como presidente, Obama sigue sin embargo manteniendo mucho poder de cara a la política exterior, y los republicanos no podrán imponer un bloqueo a su agenda internacional.

«En nuestro sistema, la política exterior es fundamentalmente territorio del Ejecutivo. Eso no va a cambiar», aseguró un alto funcionario del Gobierno.

Sin embargo, los republicanos pueden resultar un dolor de cabeza mediante la aprobación de resoluciones, frenando nombramientos diplomáticos y militares, o convocando audiencias o investigaciones. «Va a ser un caos», auguró Clemons.

Ante la creciente preocupación frente al poder económico de China y el resurgimiento del nacionalismo económico, los legisladores probablemente «transmitirán la necesidad de ejercer mayor presión sobre China en cuestiones comerciales y monetarias», opinó Stephen Flanagan, del Center for Strategic and International Studies (CSIS).

En cuanto a Oriente Próximo, algunos analistas opinan que Obama tendrá más dificultades para convencer a Israel de suspender la colonización en Cisjordania. Israel goza de un importante respaldo en el Congreso y los legisladores republicanos ya acusaron a Obama de perjudicar a un aliado vital exigiéndole su congelación.

Se espera que los republicanos también muestren a la Casa Blanca su impaciencia en relación a la cuestión nuclear iraní y es probable también que impugnen los intentos de Obama para impulsar un acuerdo de paz en Afganistán que incluya a los talibanes en la negociación.

«Todo ese proceso va a ser muy criticado», opinó Clemons, aunque es cierto que en muchos casos hasta ahora los republicanos han sido un respaldo más sólido de la guerra que los aliados demócratas de Obama.

El respaldo republicano a la guerra seguramente se mantendrá, a pesar de las protestas iniciales por la retirada de tropas planificada para julio de 2011, estimó Thomas Donnelly, del American Enterprise Institute.

Stephen Flanagan, por su parte, indicó que los republicanos defienden un «plazo más largo». Después de nueve años de guerra, agregó, «algunos plantean una reducción de los objetivos, limitándolos a contener a los talibanes en el sur del país y a mantener una misión antiterrorista en Pakistán».

Asimismo, es probable que la derrota electoral convierta a Obama en un socio todavía más difícil para Europa, decepcionada ya por no haberse concretado la mayoría de las espectativas suscitadas por su llegada a la Casa Blanca, según expertos citados por AFP.

diálogo

Barack Obama, que trata de determinar su estrategia política tras la derrota demócrata, abrió ayer una ofensiva para ganarse a los republicanos al convocarles para una cumbre el día 18. Obama ofreció diálogo al señalar que no quiere pasar los dos años que le restan de mandato discutiendo con ellos.

culpabilidad

La presidenta saliente de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, aseguró que no se siente «culpable» de los resultados electorales obtenidos por los demócratas, al considerar que éstos han hecho «lo correcto» en los órganos legislativos.

El tiempo apremia para los demócratas tras su derrota

El Congreso estadounidense seguirá funcionando con su actual composición de mayoría demócrata en ambas cámaras hasta enero, cuando comenzará la legislatura emanada de los comicios del martes, por lo que Barack Obama cuenta con varias semanas para tratar de sacar adelante y apuntalar algunos proyectos clave de su programa.

«Tenemos una larga lista de cosas por hacer y poco tiempo para ello», señaló a AFP un portavoz de la mayoría demócrata en el Senado.

La voluntad de colaboración que promete el presidente, Barack Obama, pasará una de sus primeras pruebas en la reunión convocada para el 18 de noviembre en uno de los asuntos que más ha dividido a republicanos y demócratas, los recortes de impuestos aprobados por la Administración Bush. Esos recortes expiran en diciembre y los republicanos quieren prorrogarlos, mientras que los demócratas abogan por mantenerlos para las clases medias pero derogarlos para los más pudientes, quienes ingresen más de 250.000 dólares al año.

El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, apuntó ayer a la posibilidad de un acuerdo de compromiso, al indicar que aunque Obama «no cree que sea una buena idea» hacer permanentes las desgravaciones para los ciudadanos más acomodados, sí estaría dispuesto a plantearse mantener esos recortes fiscales durante uno o dos años.

La derrota electoral hace que sea muy poco probable la aprobación de un plan nacional para luchar contra el calentamiento global, pero Obama confía en llegar a un acuerdo aunque admite que es poco probable sacar adelante su propuesta. La Cámara de Representantes aprobó una legislación para regular la emisiones contaminantes, que fue rechaza por el Senado.

Además, Obama ha descartado ceder ante los republicanos, que se comprometieron ante sus votantes a derogar la reforma sanitaria y afirmó que sólo aceptará «mejoras» al proyecto emblemático de su mandato GARA

margen de maniobra

A pesar de no contar con el control demócrata del Congreso, Barack Obama conservará un importante margen de maniobra en materia de política exterior y los republicanos no podrán bloquear su agenda internacional.

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