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Día internacional contra la violencia hacia las mujeres

Las denuncias revelan un problema estructural

En los últimos cinco años, han sido más de 30.000 las denuncias presentadas en Hego Euskal Herria. Las instituciones aguardan, mientras se alerta de que el sistema judicial no está preparado para hacerles frente, y las mujeres continúan pagando las consecuencias.

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Oihana LLORENTE

La violencia contra las mujeres representa, en palabras de la ONU, la violación de los derechos humanos más extendida y silenciada a lo largo de la historia. Las denuncias, que en los últimos años se interponen con más asiduidad, están dejando entrever la magnitud y frecuencia con la que se da la violencia patriarcal.

Las denuncias por violencia machista realizadas el pasado año en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa ascienden a 6.173, lo que da una media de 17 denuncias al día. A estas habría que sumar las denuncias que se dan en Lapurdi, Nafarroa Behera y Zuberoa, que debido a la dejadez de París ni siquiera son dadas conocer.

Sin embargo, estos datos no reflejan la dimensión real de esta problemática social, ya que sólo conocemos el número de aquellas mujeres que deciden denunciarlo. En la mayoría de estos casos, además, es habitual que la mujer que interpone una denuncia haya sufrido con anterioridad otros episodios de violencia.

La abogada Beatriz Ilardia lleva años trabajando en la defensa de mujeres víctimas de la violencia patriarcal y asegura que «nunca» ha conocido un caso en el que la denuncia se dé con el primer insulto, la primera amenaza o agresión; «la denuncia llega con un salto cualitativo, con la gota que colma el vaso», sostiene.

Estos dos elementos hacen sospechar que sólo estamos ante la punta del iceberg de la violencia patriarcal. Un problema estructural y arraigado en nuestra sociedad.

Los datos recabados por la Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género, del Departamento de Interior de Lakua, y por el Instituto Navarro para la Igualdad demuestran que las denuncias van incrementándose de manera inexorable en los últimos años. De este modo, en Hego Euskal Herria han ascendido en más de dos mil las denuncias interpuestas de 2004 a 2009. Es Bizkaia el herrialde que más denuncias cosecha con 2.776 en 2009; le sigue Gipuzkoa con 1392 y con 1.314, Nafarroa. En la cola se encuentra Araba, que ha tenido un ligero descenso de denuncias desde 2007.

Como queda constatado en la infografía de la derecha, la violencia que mayoritariamente se ejerce contra las mujeres, o al menos la que más se denuncia, es aquella donde el agresor y la víctima tienen o han tenido algún vínculo sentimental. Casi tres de cada cuatro denuncias responden a esta tipología.

La intrafamiliar, que supone el 20%, hace referencia a cualquier acto violento que se produzca sobre la base de una relación familiar, a excepción de la anterior. Esta violencia menos conocida ha generado en lo que va de año la muerte de la lasartearra Isabel Velez, en manos de su hijo, y de Bonifacia Ruiz, a manos de su nieto.

El último peldaño define la violencia de carácter sexual ejercida fuera del ámbito familiar. Este tipo de violencia, sin embargo, ni siquiera está contemplada en la Ley Integral contra la Violencia de Género aprobada en 2004.

Estos datos, unidos a los episodios recogidos diariamente en los medios, estremecen a más de uno y una. Además, este repentino boom hace dudar entre si se está visualizando una realidad antes oculta o si, por el contrario, se está incrementando la violencia que se ejerce contra las mujeres.

Ilardia no cree que la violencia patriarcal vaya en aumento y vincula el incremento de las denuncias al conocimiento generalizado de los recursos existentes en el ámbito judicial y a la incorporación de la mujer en el mundo laboral. Considera, que de alguna manera, las mujeres se sienten «más respaldadas» a la hora de acudir a la comisaría.

Pese a que las instituciones se congratulan de que cada vez sean más las mujeres que dan el paso de denunciar, esta letrada ha querido mostrar su preocupación ante las denuncias que no son ratificadas después.

Las campañas dirigidas a las víctimas de esta violencia ponen el énfasis en la denuncia, sin embargo, se desconoce qué conlleva este proceso. Ilardia cree que el problema podría atajarse si los operadores que actúan alrededor de una denuncia -policías, abogados, fiscales y jueces- informaran adecuadamente y estuvieran formados en género.

Las mujeres que deciden denunciar, en la mayoría de los casos, requieren y esperan protección. Está comprobado, además, que es en el momento en el que la mujer decide romper con esta situación cuando se incrementa el riesgo para ella. La deseada protección, sin embargo, según denuncia la abogada vizcaina, no suele llegar si la mujer no está magullada o la agresión ha ocurrido en la calle y hay testigos. «Eso que pone en el Código Penal de que será castigada la violencia que se ejerce contra las mujeres sin que llegue a causar lesión, en la práctica no se practica», censura.

La falta de protección, así como el desconocimiento en torno al procedimiento, son algunos de los factores que llevan a la mujer a echarse atrás. Asimismo, Ilardia denuncia con rabia el trato que se les da a estas mujeres por parte de algunos jueces.

Debido a su trabajo, ha convivido con muchas mujeres víctimas de la violencia patriarcal e insiste en que hay que tener en consideración que la mujer maltratada es una mujer anulada y vulnerable. Pese a reconocer que se han dado pasos para arroparlas, Ilardia cree que estas mujeres aún son juzgadas cada vez que nos preguntamos por qué han aguantado tanto.

Las estadísticas que manejan las instituciones prevén para los años venideros un aumento de entre cien y doscientos casos más al año. Preguntada al respecto, Ilardia opina que el número de denuncias variará en torno a la eficacia de las mismas; «si las mujeres ven que tras un largo proceso no hay medidas o no se sienten protegidas en el transcurso, dejarán de denunciar». Sentencia, además, que a día de hoy el sistema judicial no está «para nada preparado» para hacer frente a esta problemática social.

Pese a trabajar en el ámbito judicial, Ilardia opina que la única fórmula que frenará la violencia contra las mujeres es la prevención, ya que considera esta violencia como la consecuencia directa de la sociedad machista en la que vivimos; «machista e hipócrita», puntualiza. Mientras tanto, cree que con medidas judiciales se seguirá «parchendo» el problema; «con condenas más duras o menos, pero parcheando», asevera.

Laffage, el caso que abrió los ojos

Casualmente, será hoy cuando el Tribunal Supremo español estudie los recursos presentados por las acusaciones y la defensa por la muerte de Nagore Laffage, la joven irundarra que murió a manos de José Diego Yllanes en sanfermines de 2008.

En noviembre del pasado año, un jurado popular concluyó que Yllanes había cometido un delito de homicidio. La representación legal de la familia recurrió la resolución ante el Tribunal Superior de Nafarroa, que rechazó las peticiones de asesinato y confirmó la pena el pasado mes de marzo.

La muerte de Laffage ha activado una importante y constante respuesta que ha servido de altavoz en la lucha contra la violencia patriarcal. O.L

Mil y una formas de protesta ocuparán hoy Euskal Herria y el mundo

La jornada de hoy está señalada en morado para cualquier movimiento feminista. Es difícil resumir las actividades previstas para estos días con el fin de denunciar la violencia patriarcal, pero hay que destacar la gran variedad de formas elegidas para ello.

Los estudiantes de la UPNA han estrenado un videoclip y los del instituto Usandizaga de Donostia han creado un calendario en el que la conculcación de derechos de la mujer se contempla a lo largo de todo el año. Los jóvenes de Abadiño también han realizado un documental sobre el tema y en Barrika han optado por celebrar una tertulia. En Usurbil emplearán el teatro para remover conciencias y en Baiona el cine. Mientras, muchas localidades acogerán talleres de autodefensa feminista.

La mayoría sindical vasca también unirá su voz contra esta lacra al mediodía de hoy en las capitales de Hego Euskal Herria. Y en las facultades y escuelas reclamarán el derecho a la coeducación. Por la tarde, llegará el turno del movimiento feminista. GARA

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