Tres de los cuatro millones de trabajadores lusos siguieron ayer la huelga general realizada en Portugal en protesta por las medidas anticrisis del Gobierno luso, según los datos de los dos grandes sindicatos del país.

En una rueda de prensa conjunta, los líderes de la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP) y la Unión General de Trabajadores (UGT) se declararon muy satisfechos por el éxito del paro y la fuerza que les da para reclamar mejoras sociales y un cambio de política económica.

Aunque el Gobierno restó impacto a la protesta, el secretario general de la CGTP, Manuel Carvalho da Silva, subrayó que no hubo transporte, ni actividad en los puertos, aeropuertos o tribunales y apenas funcionó la enseñanza, el sector público y los servicios municipales.

El secretario de Estado de la Administración Pública, Gonçalo Castilho, calculó que sólo el 28% de los funcionarios estatales se sumaron al paro y que en la enseñanza cerraron el 31,5% de los centros y en la sanidad secundó la protesta un 38,5% de los trabajadores. La ministra de Trabajo de Portugal, Helena André, aseguró que en las empresas privadas no se sintió la huelga y que el consumo nacional de electricidad fue el habitual.

Carvalho da Silva respondió que «sólo con trampas» puede negarse la ausencia de trenes, la inactividad de la fábrica de Volkswagen -la mayor del país con 9.000 trabajadores- o la inactividad de los astilleros del norte luso, que puso como ejemplo de la paralización laboral de la jornada. El dirigente de la CGTP se felicitó también por la identificación de la sociedad portuguesa con la huelga y sus causas y subrayó que el paro ha sido el de mayor impacto que se ha realizado en Portugal.

La UGT y la CGTP no habían convocado juntas una huelga desde 1988. El secretario general de la UGT, Joao Proença, pidió al Ejecutivo de José Socrates que dé prioridad al crecimiento del empleo y afirmó que «el déficit es importante pero no lo es todo». UGT y CGTP instaron al Gobierno a reunirse con los sindicatos para negociar un giro en la política social y económica y consideraron inaceptable que con la crisis se cuestionen derechos como la negociación colectiva, los aumentos salariales o los subsidios sociales.

La huelga consiguió paralizar sobre todo el transporte y numerosos servicios públicos en el país y registró una alta incidencia en las grandes empresas y fábricas. El panorama del transporte en Lisboa era desolador, con los accesos al metro cerrados y la estación fluvial y ferroviaria de Cais de Sodre, una de las principales de la ciudad, casi desierta. En las grandes fábricas de esa zona la huelga era generalizada.

La paralización fue más impactante en los aeropuertos, que, según dijeron a Efe portavoces oficiales, cesaron toda actividad y cancelaron cientos de vuelos nacionales e internacionales que operan a diario en el territorio luso. En las grandes fábricas, como Volkswagen en Autoeuropa, o los astilleros navales de Viana do Castelo, los más importantes del país, la paralización era total.

El Gobierno de Socrates ha aplicado este año un severo plan de austeridad, con aumento de impuestos, congelación de pensiones, reducción de salarios y plantillas de funcionarios y recorte de inversiones públicas, para reducir el déficit fiscal.

Sin embargo no ha conseguido calmar la presión de los mercados, que han elevado la penalización de su deuda a los niveles más altos de esta década. Portugal lideró ayer la subida de los intereses de los bonos a diez años, alcanzando el 7%, por encima del Estado español, donde ya superan el 5%.