La tan legal y ajustada a derecho política penitenciaria aplicada a los prisioneros vascos requiere para su sustento de las aportaciones de cuanto mentiroso, farsante y marrullero sea capaz de escribir y cuanto impostor de la información sea capaz de publicar. Recientemente Gabriela Bustelo, en «La Gaceta», ha derrochado potencial en el intento de travestir la dignidad con que el Colectivo de Presos y Presas Políticos vascos sobrelleva las extremas condiciones impuestas, amén de constituirse en una provocación con ella sabrá qué resultados perseguidos. Pero por si no fueran estos los objetivos y todo se deba al alegre manejo de una información arteramente proporcionada y al nulo interés en contrastarla, le sugiero que se dirija a cualquiera de los prisioneros vascos sometidos a riguroso aislamiento y, cara a cara, les pregunte por su negativa a acudir a zonas comunes. Que vaya a cualquiera de los presos y familiares que semanalmente `pierden' la comunicación a la que tienen derecho y, frente a frente, les pregunte por las abundantes visitas, ésas que tanto le escuecen. Que se sitúe frente a cualquier preso o presa vasca y les pregunte cómo funciona eso de que no les pasa nada cuando desobedecen el reglamento. Que, finalmente, y si le queda algo de vergüenza y los arreos suficientes, les diga a cualquiera de las y los presos políticos vascos con enfermedades incurables que están mejor dentro que fuera. Que vaya. O que venga. Si es capaz. Y que sepa, de todos modos, que el insulto al Colectivo de Presos, a los familiares y a las víctimas de la dispersión que ha ensayado, revierte y se le viene encima cuando la contemplamos en la altura -la del lodo- en la que se ha situado a sí misma.