El guión de la película, coescrito por el cineasta navarro Patxi Amezcua («25 kilates»), sitúa la acción con posterioridad a la batalla del Bruc. Propone la hipótesis de lo que pudo acontecer tras la derrota del Ejército napoleónico a manos de unos pocos voluntarios. Es lógico suponer que los invasores quisieran vengar tan humillante derrota, infringida, según la leyenda, por un humilde carbonero que hizo resonar su tambor en la montaña de Montserrat hasta provocar un desprendimiento de rocas que acabó con las tropas francesas. El episodio es rememorado puntualmente a través de un flash-back, pero lo que se relata es completamente nuevo e inédito.

Napoleón en persona envía una misiva a su oficial Maraval, para que, junto a un grupo de fieles mercenarios, dé caza al héroe del Bruc. La teoría se sustenta en un texto del propio Bonaparte escrito en 1816 y en el que recuerda que la debacle de su imperio se inició ocho años antes con la fallida invasión.

«Bruc, el desafío» describe la persecución a la que es sometido el joven protagonista, interpretado por Juan José Ballesta en un papel cercano al que acaba de hacer en «Entrelobos», puesto que ha de servirse de su conocimiento de la naturaleza en la que desarrolla su trabajo de carbonero, así como en su habilidad para la caza con tal de sobrevivir al acoso.

La falta de fundamentación histórica de la película se inscribe en la actual tendencia a la ficción descontextualizada que tan de moda está sobre todo en las series televisivas. La dinámica visual está más influida por el cómic o el videojuego que por el cine histórico, partiendo de la imagen de los grabados de principios del siglo XIX. A tal fin se introduce el personaje de un periodista francés que sigue al Ejército napoleónico por el mundo y cuyos dibujos de los acontecimientos bélicos son los que ocupan las primeras portadas de la época. El antagonista de Juan José Ballesta es Vincent Perez y ambos se batirán en duelo en la secuencia final rodada en una gruta de Montserrat.