Maite SOROA | msoroa@gara.net
Ya no les interesa tanto la paz
Se les llenaba la boca hablando de paz y ahora que parece que escampa, resulta que tampoco era eso, que de lo que se trataba era de erradicar el abertzalismo. Lo demás, meras monsergas.
Ayer, Aurelio Arteta, en «El Correo Español», le ponía adjetivos a la paz y pedía rendiciones, claudicaciones, condenas y renuncias. Como si sobre esas bases se pudiera edificar algo con sustancia.
El profesor Arteta, en un alarde de sinceridad, proclamaba que «nadie combate a muerte por el mero gusto de combatir, sin otro objetivo que seguir luchando, sino para vencer al oponente. ETA y el conjunto del nacionalismo quieren su paz, que no es la paz que debe querer la mayoría de nosotros, sus `beneficiarios'. Contra lo que postulan sus herederos, la nuestra sólo puede provenir de su derrota: la derrota militar si nos limitamos a la banda, la derrota doctrinal y electoral si la ampliamos a sus herederos». Lo que le da miedo es la confrontación política e ideológica. Más que miedo, pánico.
Será por eso que el tío insiste: «el caso es que no todas las doctrinas políticas son igual de decentes, ni todas las ideas ostentan iguales derechos a ser transmitidas, ni todos los partidos a ser tenidos por democráticos». Y Arteta se erige en el sumo pontífice que decide qué idea es decente y cual es indecente. Lo indecente es el nacionalismo vasco, por supuesto.
No se pierdan lo que sigue: «la mera convivencia pacífica no es aún democracia, sino sólo uno de sus requisitos iniciales. Hace falta todavía desprenderse de creencias pre y antidemocráticas: la de un presunto pueblo por encima de la sociedad real, una comunidad étnica por delante de la ciudadana, la existencia de derechos colectivos y la superioridad de los derechos nacionales sobre los individuales, la subordinación de otras necesidades sociales a la `construcción nacional'. Son las doctrinas básicas del nacionalismo etnicista que, si hasta ahora han alentado o disculpado el uso del terror, introducen siempre en la vida ciudadana un enconamiento que amenaza desembocar en violencia».
Si aplicamos la doctrina del profesor Arteta al nacionalismo etnicista español, podremos entender mejor el sufrimiento al que nos han sometido.