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Crisis de gobernabilidad en el estado belga

La reforma del modelo de Estado sigue dividiendo a Bélgica

Tras más de seis meses de infructuosas negociaciones, las diferencias a la hora de perfilar un nuevo modelo de Estado entre las principales fuerzas flamencas y valonas siguen siendo insalvables. Ésa es la conclusión a la que ha llegado Johan Vande Lanette, que ayer presentó su renuncia como mediador una vez que, el miércoles, los siete partidos que han participado en la ronda de conversaciones no alcanzaran el consenso en torno a la última propuesta de síntesis.

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GARA | BRUSELAS

Johan Vande Lanette -senador por el SP.A, el partido socialista flamenco- presentó ayer su renuncia al rey de los belgas, Alberto II, quien el pasado 21 de octubre le había designado como mediador entre flamencos y valones para intentar cerrar la crisis institucional en la que vive Bélgica desde hace 207 días. Aunque el anuncio fue difundido por la propia casa real tras el encuentro que ambos mantuvieron en la tarde de ayer, Alberto II no decidirá si acepta la dimisión -oficialmente, «mantiene en suspenso su respuesta»- hasta que vuelva a reunirse con Vande Lanotte el próximo lunes.

Sea cual sea la respuesta del monarca, Bélgica ya ha batido un curioso «récord europeo» -hasta ahora en posesión de sus vecinos de los Países Bajos-, al ser incapaz de constituir un gobierno estable desde el 13 de junio del pasado año, cuando se celebraron las elecciones legislativas.

La renuncia de Vande Lanotte vino precedida del fracaso que cosechó el miércoles su última propuesta para retomar las negociaciones entre los partidos que representan a las comunidades neerlandófona y francófona. Negociaciones que quedaron suspendidas en octubre.

Esa propuesta recibió el «sí» de cinco de los siete partidos concernidos: PS, Ecolo y CDH, por parte valona; y SP.A y Groen, por el lado flamenco. No obstante, varios de ellos condicionaron su apoyo sin descartar la presentación de «enmiendas» o «precisiones» y, además, los socialistas francófonos (PS) dejaron abiertas algunas dudas sobre su posición definitiva.

En cambio, los independentistas de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) -el partido más votado en las últimas elecciones- y los cristiano-demócratas flamencos del CDV se desmarcaron claramente del acuerdo.

La N-VA advirtió de que no regresará a la mesa de negociaciones antes de que se asuman sus objeciones «fundamentales» al texto elaborado por Vande Lanotte, mientras que el CDV puso como condición previa que se le dieran respuestas concretas a varias cuestiones que considera «esenciales».

Como señalaba ayer France-Presse, el resultado de esta falta de consenso es que Bélgica continúa sin gobierno, con un gabinete interino encabezado por el primer ministro Yves Leterme (del CDV) que se encarga de gestionar los asuntos rutinarios.

Divisiones internas

Como quedó patente en la distinta acogida que tuvo la propuesta del mediador, a la hora de plantear la reforma del modelo de Estado, la división entre las formaciones políticas no es tan simple como la que se traslada habitualmente al hablar de las dos comunidades mayoritarias -la alemana o germanófila también está reconocida constitucionalmente pero, en proporción a su peso poblacional, su representación en el Parlamento federal es muy reducida-.

Es más, el eterno desencuentro entre flamencos y valones tiene profundas raíces en la falta de unidad entre las formaciones que representan a cada comunidad. La N-VA, que aboga por alcanzar la independencia de Flandes a través de la paulatina reducción de las estructuras del Estado belga, no cuenta con el apoyo de SP.A ni de los ecologistas del Groen, sectores más predispuestos tradicionalmente a pactar con sus homólogos valones del PS y de Ecolo.

Tras el desenlace del miércoles, algunos medios, tanto valones como flamencos, llegaron a comentar que el rechazo del N-VA también estaría forzado en cierta medida por las críticas recibidas desde los ultraderechistas del Vlaams Belang, que les acusan de debilidad e, incluso, de estar colaborando para «salvar a Bélgica».

Y no es menos compleja la situación en el campo francófono, ya que los liberales del Movimiento Reformista (MR) habían quedado excluidos de estas negociaciones pese a ser la primera fuerza en la región de Bruselas y la segunda, tras el PS, en Valonia. El miércoles, el líder del MR y actual ministro federal de Finanzas, Didier Reynders, se situó en una cómoda posición al reprochar al resto el fracaso: «No voy a permitir que Bélgica se hunda en un lío socioeconómico porque siete partidos hayan creado un lío institucional».

La última propuesta

El texto que había elaborado Vande Lanotte recogía, entre otras medidas, una solución al hasta ahora irresoluble problema que plantea la compleja situación en la aglomeración de Bruselas -la tercera «región autónoma» en liza, junto a Flandes y Valonia-. En declaraciones a France-Presse, Dave Sinardet, politólogo de la Universidad de Amberes, comentó que en este punto, el que levanta «mas pasiones» entre las partes enfrentadas, la propuesta de acuerdo era la más favorable que han logrado arrancar los flamencos (60 % de los 10,5 millones de belgas) en 30 años de negociaciones.

Concretamente, indicó que los derechos electorales y judiciales que actualmente tiene la población francófona que reside en esta zona de Flandes serían suprimidos, excepto en seis municipios de las afueras de Bruselas -en la capital de Bélgica, oficialmente bilingüe y enclavada en territorio flamenco, la población francófona es mayoritaria-.

Otro de los temas más relevantes era la transferencia «masiva» de competencias, incluidos los impuestos directos, desde el poder federal a Flandes, Valonia y la región de Bruselas.

Pero, como constató ayer el propio mediador, este paquete de medidas no ha satisfecho a ninguna de las partes. «No puedo más que concluir que, a día de hoy, no existe suficiente voluntad para sentarse a la mesa. (...) No hay voluntad para iniciar las negociaciones». Para justificar su renuncia, Vande Lanotte recordó que aceptó la misión de conciliación en tanto que «pensaba razonablemente que era posible avanzar», pero dijo que se ha percatado de que «éste no es el caso».

«Algún día, será necesario que los responsables políticos den ese paso en el interés de la prosperidad del país. Ésa es la misión democrática más difícil, pero también la más esencial que deben cumplir los responsables políticos», añadió el senador.

A falta de conocer la decisión definitiva del rey Alberto II sobre la renuncia del mediador, en medios de comunicación belgas ya se especulaba ayer con una posible convocatoria de elecciones anticipadas.

el récord

Ya han transcurrido 207 días desde que se celebraron las elecciones legislativas. Esto supone que Bélgica ha arrebatado a los Países Bajos el desprestigiado «récord europeo» de mantenerse sin renovar el gobierno tras unos comicios parlamentarios.

La costumbre

En el Estado belga no es inusual que las conversaciones para formar el Ejecutivo federal se dilaten en el tiempo. El cargo de primer ministro provisional lo ocupa el flamenco Yves Leterme, que fue jefe del Gobierno hasta abril de 2010.

corto impasse

La renuncia de Johan Vande Lanette todavía no ha sido aceptada por el rey Alberto II. Según el comunicado oficial de la casa real, el monarca mantendrá su decisión «en suspenso» hasta que vuelva a reunirse con el mediador el próximo lunes.

Los independentistas flamencos y el PS valón plantean nuevas interlocuciones

Una vez que el mediador Johan Vande Lanette presentara su renuncia, los principales partidos implicados en las fracasadas negociaciones intentaron ofrecer una imagen de responsabilidad y plantearon ayer mismo nuevos escenarios para retomar el diálogo.

El presidente de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA, el partido más votado en las elecciones de junio de 2010), Bart De Wever, indicó que volver a una negociación entre los siete partidos sólo conduciría a «un callejón sin salida», según recogía en su edición digital el diario flamenco «De Standaard». En cambio, tendió la mano al líder del Partido Socialista valón, Elio Di Rupo, para trabajar conjuntamente en la búsqueda de una solución. «Lo dije hace seis meses y lo sigo repitiendo», recalcó. «No queremos elecciones [anticipadas]», añadió tajante De Wever.

Por su parte, Di Rupo, que asumió que se ha alcanzado una «situación insostenible» y que se está ofreciendo «un espectáculo a la vez indigno e irresponsable», se mostró partidario de abrir las negociaciones institucionales a otras formaciones políticas.

El líder del PS hacía referencia así a los liberales francófonos del MR y a los flamencos del VLD, hasta ahora excluidos de las conversaciones, según precisó France-Presse. «La familia liberal puede unirse a las negociaciones, la situación es suficientemente grave», comentó. No obstante, advirtió de que «será necesario» sentarse a la mesa «con voluntad de llegar a un compromiso, es decir, con voluntad de alcanzar una solución equilibrada».

Paradójicamente, en el pasado verano, fue la N-VA, que juzgaba que sus interlocutores basculaban demasiado a la izquierda, quien propuso la inclusión del MR, pero no tuvo éxito.

Ayer tarde, el líder del Movimiento Reformista, Didier Reynders, parecía dispuesto a recoger el guante, si bien dejó claro que su partido defiende un cambió de método en las negociaciones. Como explicó, el MR considera que en primer lugar hay que debatir con los partidos flamencos sobre lo que las dos comunidades todavía quieren construir juntas.

Hasta el momento las diferencias sobre el modelo de Estado entre el MR y la N-VA parecen insalvables, especialmente en torno al estatus lingüístico de varias localidades de las afueras de Bruselas, enclavadas en territorio flamenco. El MR pretende ampliar la zona «bilingüe», a lo que se opone la N-VA. GARA

estabilidad

El actual modelo federal permite que la estabilidad del Estado recaiga sobre los parlamentos de Flandes, Valonia y la región de Bruselas. No obstante, ni la comunidad flamenca ni la valona se sienten satisfechas con esta situación.

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