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Declaración de ETA

Un alto el fuego sin parangón en 52 años

ETA ha decidido dar a este alto el fuego tres «apellidos» que elevan su nivel respecto a los abiertos en 1989 -ante las conversaciones de Argel-, en 1998 -tras el Acuerdo de Lizarra- o en 2006 -para el proceso de negociación-. Los términos «permanente» y «general» junto a la disposición a una verificación internacional no tienen precedente en medio siglo de historia de la organización.

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Ramón SOLA

Dirigentes políticos como Ramón Jáuregui, del PSOE, afirmaban a primera hora de la mañana de ayer mismo que esperaban un comunicado de ETA en términos ambiguos. Sin embargo, su redacción no deja lugar a dudas. La definición dada al alto el fuego supone un salto cualitativo en la historia de la organización. Va bastante más allá de los conceptos utilizados en las treguas que precedieron a los tres procesos de negociación con otros tantos gobiernos españoles: el de Felipe González, el de José María Aznar y el de José Luis Rodríguez Zapatero. Veamos cómo se definieron aquéllos, sus limitaciones, sus plazos y sus fines:

1989, para negociar la alternativa KAS

Después de un año de acercamientos preliminares, ETA abrió un alto el fuego el 7 de enero de 1989, con la intención de posibilitar las conversaciones de Argel. Su extensión temporal inicial era sólo de quince días, aunque luego fue renovado. Y la caracterización era ésta: «Oficial y unilateral». ETA daba a conocer que detenía por el momento su «arsenal armado».

El objetivo declarado de la medida era negociar con el Estado español «sobre los ritmos de aplicación de la alternativa táctica de KAS». La tregua se planteaba como «una prueba más de la sinceridad de nuestra reiterada oferta».

Transcurridas esas dos semanas, el día 23, ETA iniciaba una tregua de dos meses de duración en un comunicado en el que daba cuenta además de la formación de una Mesa de Conversaciones Políticas en Argel. La organización matizaba que el periodo concluiría el 26 de marzo de 1989 -Aberri Eguna- y aclaraba que «este compromiso de tregua no comprende el caso del recurso a la contestación armada fruto de enfrentamientos fortuitos o provocados. De igual manera, este compromiso queda sujeto a los acuerdos especificados en el conjunto de la decisión».

Las negociaciones no prosperaron. Algo más tarde, el 4 de abril de 1989, ETA declaraba «abiertos todos sus frentes de lucha».

1998, «indefinida» y por la soberanía

Tras una década en la que lo más reseñable fue una tregua de una semana en junio de 1996, destinada a sondear la receptividad del nuevo Gobierno español de José María Aznar, ETA declaró un nuevo alto el fuego de amplia duración el 16 de setiembre de 1998, cuatro días después de la firma de la Declaración de Lizarra-Garazi. El término empleado entonces fue el de «suspensión de las acciones armadas» con un carácter «indefini- do». Este último término fue resaltado por los analistas como una gran novedad -ayer, ETA usó el de «permanente»-. Finalmente, la tregua duraría catorce meses.

En aquella declaración se exponían también ciertas salvedades. Por ejemplo, ETA avisaba expresamente de que mantendría las labores de abastecimiento, mantenimiento de su estructura y «derecho a defensa ante posibles enfrentamientos».

El comunicado era mucho más extenso que el emitido ayer. En él, ETA valoraba tanto sus décadas de acción armada como la situación política del momento. Tras ello, concretaba que el objetivo de la decisión era impulsar un proceso «a favor de la soberanía» (luego se conocerían los acuerdos con PNV y EA). Avisaba también de que «los acontecimientos y pasos que se den determinarán la continuidad» de la tregua. El proceso se frustró un año después.

2006, exclusivamente «permanente»

El 22 de marzo de 2006, ETA anunciaba otro alto el fuego en el que utilizaba por vez primera la definición de «permanente». Su objetivo expreso, según añadía, era impulsar un proceso democrático para que «mediante el diálogo, la negociación y el acuerdo, el Pueblo Vasco pueda realizar el cambio político que necesita». En el texto se exigía a los estados español y francés «reconocer los resultados de dicho proceso democrático, sin ningún tipo de injerencias ni limitaciones».

Durante este alto el fuego, ETA siguió con acciones de aprovisionamiento, como el robo de pistolas en un polvorín de Veuvert, mientras el Gobierno español mantenía también las detenciones y macrojuicios. El proceso de negociación consiguiente fue languideciendo, y en diciembre de 2006 ETA llevó a cabo un durísimo atentado en el aeropuerto de Barajas, que provocó dos muertes. Posteriormente todavía se realizaría un nuevo intento negociador final en formato de doble mesa simultánea -una «técnica» y otra política- en la que la organización armada ofreció por primera vez el desmantelamiento de sus estructuras militares si se alcanzaba un acuerdo. No fue así y el alto el fuego se dio por finalizado en junio.

 

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