Estadística y baloncesto siempre han ido de la mano. Las hay para todos los gustos. Las que se fijan en la aportación de las estrellas, de los mejores dúos de la liga, del mejor juego interior o del equilibrio entre la pintura y el perímetro. En los últimos años se ha explotado la figura de los grandes tríos de estrellas reunidas en una misma franquicia. Hasta el punto de convertirse en uno de los aspectos favoritos para prensa y público.

Aunque ha sido un término que se ha utilizado con mayor o menor fuerza a lo largo de la historia, fue hace tres temporadas, cuando Boston Celtics con Danny Ainge a la cabeza se hizo con los servicios de Ray Allen y Kevin Garnett, cuando el big three, el gran tridente, gran trío o gran tripleta, se puso de moda.

Desde entonces el tema aparece hasta en la sopa. Tras el golpe de talonario de los Celtics, los Lakers de Bryant y Phil Jackson vieron que hacía falta algo más en Los Angeles y acabó llegando Pau Gasol. Así que al Allen-Garnett-Pierce de los Celtics, los Lakers respondieron con su particular Bryant-Gasol-Odom.

En la liga ya existía otro exitoso tridente al que nunca se le llamó como tal. San Antonio Spurs tenía su versión de la nueva-vieja marca: Tim Duncan, Manu Ginobili y Tony Parker. Los texanos siguen en el candelero y lo hacen marcándose la mejor temporada de su historia.

A partir de ahí, tocaba cuadrar para buscar un gran trío de estrellas de primer o segundo grado en cada franquicia con opciones de anillo. En la actualidad, aislando a los tres mejores equipos de cada Conferencia, es posible obtener una combinación más o menos equilibrada de big three por escuadra. A los tres citados se les sumarían Dallas Mavericks con Dirk Nowitzki, Jason Kidd y Jason Terry; Miami Heat con LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh; y Orlando Magic con Dwight Howard, Jason Richardson y Arenas.

¿Cuál de los seis es más solvente? ¿De cuál depende más su equipo? ¿Cuál ha crecido, se ha mantenido o ha empeorado a lo largo de la temporada? ¿Qué posibilidades tienen de cara a playoffs? La propuesta de Miami, con James-Wade-Bosh parece la más solvente y la que menos dependencia de su equipo sufre. Es el trío que más anota, el segundo que más rebotea y el tercero que más asiste. Eso sí, su eficiencia, estadística similar a la valoración FIBA, es la mejor de la competición. Desde el inicio de la temporada ha mejorado bastante y posiblemente lo seguirá haciendo pero de cara a playoffs da la sensación que Miami va a necesitar algo más.

Parece que en la fórmula que Greg Popovich maneja en San Antonio su trío de ases es capital pero no único. Tras firmar uno de los mejores arranques de la historia de la competición, Duncan-Ginobili-Parker no destacan ni por arriba ni por abajo. Su inicio fulgurante y su forma física han impulsado su gran arranque. Las incógnitas se centran en su gasolina.

Curiosamente, el de Boston, el que ha ejercido de detonante para la nueva ola de grandes tridentes, parece el más apático, con números correctos que no terminan de esconder que los Celtics tienen un equipo completo y bien conformado. Y es que el baloncesto debería ser un deporte de equipo. Por encima de grandes tríos y grandes estrellas pero, al menos, contando con su aportación.