Jon Odriozola Periodista
Tipicoleando (XIII)
Tip: mis camaradas están en la cárcel. Coll: no le entiendo. Tip: no hace falta, ¡la política no existe! ¡sólo las reglas de juego! Coll: una horca caudina. Tip: un esperpentoAl paisano, Periko Solabarria
Tip: ¡Coll, a mis brazos! Coll: Comantalevú, mesié. Tip: Ptsss. Coll: clarividente y esotérico. T: Bah, sigo fumando. C: ¡Un héroe! T: Me han pasaportado a un apartamento a todo lujo donde puedo contaminar y suicidarme. C: ¡No se quejará! T: Ahora ya sé dónde caerme occiso. C: Vos siempre victimista...
T: Estoy beodo, discúlpeme. C: Claro, las fiestas... T: Bai, me enmoñé solo cenando opíparamente un richi con txistorra oyendo a King Crimson y su «Formentera's Lady», incluso sollocé. C: Por su padre, que se murió hace poco. T: Por él y por mí, llorón que es uno, a pesar de mi fama de estalinista, ese cáncer. C: ¡Quién lo diría! T: Ya ve. C: usted, un cachondo mental. T: Historia. C: Está usted solo. T: No crea, siempre tengo enemigos entrañables. C: ¡Menos mal! T: la vida, amigo mío, es tener una causa y un amor, ignoro en qué orden. C: Y un trabajo, digo yo. T: Sí, claro, también. C: Se está usted desmarriando, maestro, se muere. T: Soy quien soy y digo lo que digo sin condenar nada. C: ¡Usted, que hasta ha vendido leche de vaca y oveja! T: Mis camaradas están en la cárcel. C: No le entiendo. T: No hace falta, ¡la política no existe! ¡Sólo las reglas de juego! C: Una horca caudina. T: Un esperpento. C: Que lo diga vuesa merced que siempre ha vivido de las hembras, ¡un donjuán!, ¡un vividor! T: Es cierto, no lo niego, y deudo soy del bello sexo salvo teratológicas excepciones, y no digo más, hip.
C: Es tarde ya, maestro, mire qué hora es, descanse. T: Mi descanso es oír a Janis Joplin, «Lau Teilatu» y «Songs of Jeffrey's» de Jethro Tull. C: No libe tanto, maestro, la gente nos lee, qué pensarán. T: Yo, kaletarra, vivo en el monte. C: ¡Qué bucólico! T: Se valora ese golpe de humor, es meritorio. C: ¿No piensa cortarse el pelo? T: Ya me lo cortarán cuando sea cadáver. C: O sea, cuando no pueda defenderse. T: Exacto. C: está usted acabado. T: exacto. C: Pena. T: Sí. C: No será para tanto. T: Quizá. C: ¿Puedo hacer algo por usted, maestro? T: No. C: Triste. T: Sí. C: Se muere, maestro. T: La gente no se muere, a la gente la entierran, y luego queda la memoria y el muerto al hoyo, ya sabe... todo es trabajar como mulos y mulas, un des-vivirse. C: Bajo el capitalismo, diría usted, como estalinista de mierda que es. T: Yo no soy «estalinista», yo soy marxista-leninista. C: O sea, peor todavía. T: Jajajá. C: Por fin le veo reír, maestro. T: Siempre lo hice, hasta que me topé con una pared: el matriarcado, lo más irracional y egoísta que he visto en mi vida, amén de feudovasallático, y, al decir esto, me meto en carajales que cavan mi propia tumba. C: Polémica conclusión. T: Quien no esté de acuerdo, que lo diga, que no lo van a decir, pero puedo arrepentirme ante el tormento, como Galileo. C: Eso no se lo cree ni usted. T: ¡Vivan las cadenas! C: Maestro, hágaselo mirar. T: ¡Viva el Mal, viva el Capital! C: Y aúpa el Athletic, no te jode. T: Eso sí, mira. C: No está vos tan zumbado como pensaba. T: ¡Viva la tiranía! ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la esclavitud! ¡Muera la libertad! ¡Viva la maldición bíblica del trabajo! ¡Abajo la sociedad libre de hombres libres! C: Y mujeres. T: También, va de suyo, es un pangenérico. C: Volvamos al frenopático. T: Vayamos que hoy, me lo auspicio, dan sopas con honda para cenar.