Candobe, el grito del pueblo afro que lucha por su visibilidad
«Memoria de una hija de Oshun» es el documental dirigido por María Torrellas en el que pretende rendir homenaje a todos aquellos descendientes de esclavos africanos que, a día de hoy, siguen luchando por su visibilidad y contra el racismo, tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo.
Ane ARRUTI
El candombe es mucho más que un baile o el tun-tun de unos tambores. Su nombre viene de «ka», fuerza que da vida, energía que protege; y de «ndongue», Tierra Negra, vida, resurrección, fertilidad. Es un grito ancestral con el que los descendientes de aquellas personas que fueron sometidas a la esclavitud mantienen viva su cultura y el lazo con sus raíces africanas. La documentalista de Resumen Latinoamericano María Torrellas, junto a Juan Cerizola en el plano artístico y Carlos Aznárez en la producción, ha recogido esta tradición en «Memoria de una hija de Oshun», un documental que tiene como protagonista a María Frías, bailarina uruguaya de 72 años que sufrió la esclavitud en pleno siglo XX. Oshun es la Orisha de las aguas dulces, y es a ella a quien invoca Frías.
Es tan sólo un ejemplo de una realidad totalmente invisibilizada en Río de la Plata (Uruguay) y, en general, en la mayoría de los países latinoamericanos. Torrellas, quien nació en Asturias pero vivió durante muchos años en Euskal Herria, estuvo tres años viviendo en Uruguay, y allí empezó a conocer el candombe. «Está muy extendido en cada barrio, cada uno tiene sus comparsas, y en el mío estaba la comparsa de María -nos cuenta Torrellas en su visita a Euskal Herria-. Nada más ver a María bailar, me quedé impresionada, porque es como una diosa, como un ser mágico. Me acerqué a ella poco a poco y, cuando conocí su historia, creó tal impacto en mí que imaginé como sería la película, y dije, hay que contarla». La bailarina accedió, y en el documental relata su estremecedora historia; cómo fue entregada a una señora que no le dejó estudiar, que la obligó a realizar tareas domésticas y la maltrató constantemente.
«Aunque la esclavitud se aboliera como ley, se mantuvo la costumbre de tener a las personas como esclavas. Como dice María, era un monito. La ponían a bailar para la gente rica, la oligarquía de Montevideo. En realidad, era de la propiedad de la señora que la maltrataba. La frase es terrible: `¿Me das un negrito?', le pide la señora a la madre, y ésta le entrega a la hija (María Frías), creyendo que tendría una mejor vida de la que le iba a dar ella», cuenta Torrellas. Pero Frías se reveló, y consiguió huir de aquel infierno.
Desde entonces, el único deseo de la bailarina es «convertir todo eso que han sufrido en solidaridad -explica Torrellas-. Inculcar a sus hijos e hijas que hay que cambiar este mundo. María, cuando baila, quiere dar el amor que ella siente. Y es cierto. Estar con ella, te da una energía buena, positiva; es impresionante».
«El candombe es para compartir, no para competir», destaca una de las participantes en el documental. Y es que la Unesco declaró este ritual como patrimonio cultural de la humanidad -«pero las personas que practican el candombe se mueren de hambre», dice Torrellas- y las autoridades uruguayas están comerciando con él. «El capitalismo se apropia de todo lo que es cultura, y lo convierte en comercio. Es algo patético. En las calles afrodescendientes, donde vivían los afro porque los echaron a todos, en esa calle emblemática, tienen que pagar cantidades enormes para ver su cultura. Organizan concursos y la gente se ve abocada a gastarse dinero en trajes. Lo que pretende contar la película es que precisamente ese arte es un arte que viene de la religión, que viene de la resistencia. Ellos salían con los tambores para juntarse a recordar su cultura, su religión, a vivir momentos de libertad».
La película, que termina con el himno africano cantado por la mítica militante africana Miriam Makeba (1932-2008) en un concierto contra el apartheid, propone el socialismo como única solución al problema del racismo. «El racismo está basado en la explotación de unos hombres a otros. Y, mientras haya esa explotación, cuando el capitalismo necesita que los trabajos peores los hagan toda una comunidad que está demonizada, el racismo seguirá. Solamente el socialismo lo cambiaría. Por eso hago yo un llamamiento, un guiño a Cuba, y pongo la imagen de Fidel con Mandela».
Maria Torrellasen eta dokumentalean parte hartu duten guztien helburu nagusia errealitate hau ezagutzera ematea da, eta horretarako, ahal duten toki guztietara zabaldu nahi dute filma. Egun hauetan, Euskal Herrian dabiltza, eta filmaren bi emanaldi egingo dituzte. Lehenengoa, IPESek antolatuta, bihar izango da, 19.00etan, Pelota kaleko Bolsa eraikinean. Bertan, gainera, Magdalena Milanok parte hartuko du. Hogei urtetik gora Gasteizen daramatzan emakume afro-venezuelar hau afro dantza irakaslea da eta hainbat dantza prestatu ditu emanaldirako. Horren ondoren solasaldia egingo dute zuzendariarekin, «hori izaten da interesgarriena», aitortu zuen berak.
Ostegunean, berriz, Sopelako Plaza Beltza kulturgunean proiektatuko da ordu berean. Torrellasek azaldu zuenez, euskarazko azpitituluak prestatzen ari dira, eta bi proiekzio hauetarako bukatzeko ahaleginetan ari dira.
Dokumentalak hainbat sari jaso ditu Kuban eta Txilen, eta proiektatzeko aukeratua izan da Buenos Airesen, Napolin eta Montevideon. A. A.