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«Como filosofía, me he impuesto que la Filmoteca pueda subirse a cualquier tren que nos parezca interesante»

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Joxean FERNÁNDEZ

Director de la Filmoteca Vasca

Joxean Fernández (Donostia, 1973) afronta una nueva etapa de su vida al sustituir al frente de la Filmoteca Vasca a los antiguos regidores del instituto cinematográfico Pello Aldazabal y Mikel Arregi. Este historiador, que ha pasado los últimos años como profesor en la Universidad de Nantes, regresa a casa para dirigir las nuevas apuestas de futuro.

Ariane KAMIO |

La vida de Joxean Fernández ha estado siempre ligada al cine. Su abuelo era acomodador y a este donostiarra le es imposible borrar de memoria aquellos recuerdos de su infancia, cuando veía junto a su abuela clásicos del celuloide como «La fiera de mi niña», de Howard Hawks. Su cinefilia también la asocia a Zinemaldia, como otros muchos de su ciudad, una destacada cita en su formación y cultura cinematográfica.

Una vez alcanzada la mayoría de edad, se trasladó a Zaragoza para cursar estudios de Historia y, posteriormente, viajó a la Universidad de Nantes para acabar el doctorado y su correspondiente tesis. En ella confluyeron tres de sus pasiones; el cine, la historia y su país. El resultado, la tesis «Cine y Guerra Civil en el País Vasco, 1936-2006».

Tras concluir sus estudios superiores, decidió quedarse en la ciudad francesa; opositó y consiguió también una plaza como profesor en la misma universidad donde se doctoró, desde donde combinó la docencia, con la investigación y la difusión cinematográfica. Joxean Fernández ha estado muy ligado al Festival de Cine de Nantes junto a sus compañeros Pilar Martínez Vasseur y José Márquez. Su presencia en el comité directivo del certamen le permitió conocer a lo largo de diez años a todos los cineastas vascos, ya que prácticamente la totalidad de los creadores locales pasó por allí o participó en la sección «La fenêtre basque», dedicada a las producciones realizadas en Euskal Herria.

Casi por casualidad, se enteró de que en 2011 quedaría vacante el puesto de director de la Filmoteca Vasca y, animado por sus amigos, se presentó a las pruebas y las ganó. Lleva poco tiempo al frente del instituto cinematográfico; ingresó en él el pasado mes de octubre para realizar «el traspaso de poderes» en consonancia con sus dos predecesores, Pello Aldazabal y Mikel Arregi.

Entre sus retos de futuro, plantea acercar la Filmoteca a los ciudadanos, contagiar su misma cinefilia al mayor número de ciudadanos y que el instituto goce de una salud que le permita seguir con su labor en pro del cine vasco. Restauración, investigación y difusión son tres de las palabras clave que el nuevo director tampoco puede borrar de su memoria, igual que aquellas tardes que pasaba con su abuela viendo aquella película dirigida por el desaparecido Howard Hawks.

Después de haber trabajado allí durante más de diez años, ¿ve claras diferencias entre el cine vasco y el francés ?

Son dos mundos totalmente diferentes. Creo que tenemos mucho que aprender del modelo francés y, sobre todo, del amor que tienen los franceses por su propio cine y el valor cultural que le dan. Yo que insisto mucho en decir que los vascos tenemos una nómina de directores impresionante, creo que tendríamos que sentirnos más orgullosos del cine que nuestros cineastas hacen, y tratar de apoyarlo y defenderlo. Eso desde Filmoteca Vasca lo vamos a intentar.

Con su nombramiento se da relevo a la labor realizada en los últimos años por Pello Aldazabal y Mikel Arregi, director y gerente de la Filmoteca Vasca, respectivamente. ¿Cómo ha sido su relación con ellos durante estos meses?

Hemos tenido tres meses de convivencia dentro de la Filmoteca, con lo cual hemos trabajado codo con codo. Tengo que agradecerles la buena disposición que tuvieron siempre para ayudar y colaborar, para que, digamos, «el traspaso de poderes», se hiciera en las mejores condiciones posibles.

¿Cómo ve actualmente al cine vasco?

Sigo insistiendo en que tenemos un plantel de directores, cineastas, actores, técnicos... impresionante, pero luego, efectivamente, industrialmente tenemos nuestras limitaciones, serias y, por su puesto, la crisis económica está afectando seriamente a muchas de nuestras producciones. Ahí no somos excepción.

¿Considera que el cine vasco goza de buena salud?

Sinceramente creo que sí. Hemos organizado el primer Zineguneak con Borja Cobeaga (Zineguneak es un encuentro en las capitales de la CAV con directores vascos que estrenen en ese momento alguna película). Creo que la película a gustado mucho. Todo el mundo sale de la sala con una sonrisa en la boca y con la impresión de haber pasado un excelente rato, y eso me parece lo más a lo que puede aspirar un director de cine y, sobre todo, un director de comedia. También hay que tener en cuenta que, mientras estábamos organizando ese Zineguneak, había todavía tres películas en cartelera: «Balada triste de trompeta», «Mystical» y «Zigortzaileak». En Euskal Herria hay una producción que en número tampoco es desbordante, pero que creo que mantiene unos niveles de calidad muy aceptables y, en algunos casos, francamente extraordinarios. Dentro de poco es posible que el próximo estreno del cine vasco, un documental sobre la batalla de Roncesvalles, sea nuestro próximo próximo protagonista de Zineguneak.

A partir de este año la Filmoteca comienza a colaborar más en profundidad con Zinemaldia.

Eso se va a producir de manera muy natural porque José Luis Rebordinos, el actual director del festival, me ha propuesto entrar en el comité de dirección. Creo que para Filmoteca Vasca va a ser muy bueno el poder estar muy cerca de Zinemaldia y seguir todo el proceso de creación de la próxima edición. Surgirán sinergias que creo que tienen que surgir. Tenemos que ser instituciones casi casi hermanas; vivimos en la misma ciudad, compartimos muchos objetivos y Zinemaldia forma parte de mi propia formación cultural cinematográfica, y para mí es un honor poder formar parte del equipo de José Luis Rebordinos.

En Zinemaldia antes solamente se celebraba un día dedicado al cine vasco y ahora cuenta con su propia sección.

Creo que el festival tiene que estar muy próximo a la producción vasca del año y a los productores, y buscar todo tipo de maneras de desarrollar y potenciar nuestro cine. Es el festival del país, es uno de los más importantes del mundo y, por tanto, tiene que servir también para nuestro propio cine.

¿Cree que se tendrían que redoblar esfuerzos?

Creo que ya se están haciendo. Zinemira ya es un esfuerzo evidente al ofrecer un abanico importante del cine vasco que a veces incluso termina por no llegar a las pantallas comerciales.

En Euskal Herria hay varias escuelas de cine y vídeo. ¿Considera que tendría que existir una formación más amplia para evitar que los directores tengan que ir a otras ciudades a desarrollar su carrera?

Es un tema que no conozco en profundidad, pero creo que el hecho de que se vayan a otros lugares tiene mucho más que ver con que el grueso de la industria está en otros sitios, más que por la calidad de la formación.

¿Cree que la sociedad vasca, al margen de las grandes producciones, está familiarizada con el cine vasco?

Tenemos tres generaciones vivas de cineastas vascos que están en activo tan plural y magníficas en sus resultados, que tenemos que estar profundamente orgullosos de eso. Que tengamos ahora a maestros como son Armendariz, Uribe o Olea, con gente ya consagrada como De la Iglesia o Urbizu, y nuevos muy vinculados al programa Kimuak que gestionamos en la Fillmoteca Vasca como Borja Cobeaga y Koldo Serra, creo que es una suerte tremenda y tenemos que estar orgullosos de ellos. De gente además tan distinta, que hace cine de una manera muy plural y que cada uno tiene sus propias influencias. Creo que los vascos son conscientes de que tenemos una plantilla de creadores impresionante.

¿Y en cuanto al cine en euskara?

A mí me gusta muchísimo ver cine en euskara, me desoxida después de haber pasado estos años en el extranjero. Me parece que se rueda en euskara porque está en la sociedad. Tenemos que estar contentísimos de que así sea, porque refleja la normalidad absoluta. Cuando Jose Mari Goenaga y Jon Garaño hacen «80 egunean», lo hacen en euskara porque creo que básicamente viven en euskara.

Sin embargo, el idioma puede influir en los resultados que se obtengan en las taquillas.

Yo vi «80 egunean» en una sala comercial de Madrid y me produjo un placer enorme. Creo que hay que lanzar un mensaje de absoluta normalidad y, quien tenga algún reparo o no domine bien el euskara, siempre tendrá ahí los subtítulos. Tenemos que acostumbrarnos a ver cine en versión original subtitulada.

¿Quizás sea ése uno de los principales problemas?

Sí, y desde Filmoteca y Zinemaldi tenemos que ser absolutamente respetuosos con la obra original.

Kimuak ha obtenido grandísimos resultados en los últimos años. Imaginamos que continuarán con la misma política en el futuro.

Kimuak se gestiona en la Filmoteca vasca y hay dos personas que han trabajado en ello en los últimos años: Txema Muñoz y Amaia Revuelto. Los quiero citar expresamente porque han sido ellos los que han realizado un trabajo apasionado y profesional. Es decir, son absolutamente profesionales pero, al mismo tiempo, no envían patatas, envían cine, aman nuestro cine, y aman nuestros cortometrajes, algo básico para nosotros. No me canso de decir que es nuestra mejor ventana al exterior a día de hoy, y va a seguir siéndolo. Que tendremos que hacer con la Filmoteca más cosas en el exterior, pues sí, pero Kimuak funciona muy bien, y en muchos lugares han copiado nuestra misma fórmula.

¿Destacaría algún director del actual catálogo de Kimuak?

Hay directores veteranos como Asier Altuna y otros que están empezando ahora. Así que estoy seguro de que de esta carpeta de 2010 saldrán varios nombres que en 2015 estrenarán sus primeros largometrajes. Esto no quiere decir que el cortometraje no tenga un valor en sí mismo. Si algunos de estos creadores dan luego pasos hacia el largometraje, estupendo. Pero si continúan haciendo cortometrajes, también estupendo. Es uno de los formatos que el cine nos da para contar historias.

Sin embargo, la gente tampoco está muy familiarizada con este formato.

Quizás sea así, pero en Filmoteca tenemos una opinión totalmente contraria.

Ya está en marcha el programa Zineguneak. Aparte de ello, ¿cuáles son los futuros proyectos que se plantea?

Básicamente, continuar con todo lo que tiene que ser la labor de la Filmoteca. La institución lleva 32 años en marcha y en sus objetivos fundacionales ya resumía todo: conservación, recuperación, restauración, investigación y difusión del patrimonio cinematográfico vasco. Ahí se condensa todo. ¿Hasta ahora a dónde no se había podido llegar de la mejor de las maneras? Pues, a la programación y difusión. Filmoteca no había contado con una programación constante. Creo que debería de tratar a corto medio plazo de hacer eso, y ahí residen las novedades. Continuar con la línea de publicaciones, en este caso un libro sobre Álex de la Iglesia, y la novedad viene con que vamos a comenzar a entrenar con la programación, y esta publicación va a venir acompañada de una retrospectiva. Estamos trabajando en ello, todo está todavía en mantillas. Vamos a intentar ir a las tres capitales de la CAV, vamos a intentar llegar a Iruñea a través de la Filmoteca Navarra, y en eso estamos ahora mismo (esto llegaría para el último tercio del año).

Zineguneak estará presente a lo largo de todo el año; ya estamos empezando a vislumbrar la segunda sesión para primeros de febrero. Y en lo que se refiere a los estrenos que llegarán durante el año, ahí estará Filmoteca, para intentar ayudar modestamente, porque no podemos hacer otra cosa. El tercer gran eje es la promoción en el exterior y ahí vamos de la mano del Instituto Etxepare, porque nosotros carecemos de un presupuesto a la altura de las circunstancias. Y, seguramente, alguna sorpresa también habrá a lo largo del año, pero que quizás ahora no convenga desvelarla. Como filosofía, me he impuesto que la Filmoteca Vasca pueda subirse a lo largo del año a cualquier tren que los medios nos permitan y que nos parezca mínimamente interesante.

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