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«Los 16 años es la edad crítica para optar entre la salud o el riesgo»

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Marta ARRUE MAULEON
Profesora de Enfermería de la upv-EHU

Licenciada en Historia Contemporánea y diplomada en Enfermería, ha redactado una tesis titulada «Hábitos de vida y factores psicológicos durante la adolescencia y juventud en la Comunidad Autónoma del País Vasco». Nuestros jóvenes tienen demasiados malos hábitos, concluye.

Joseba VIVANCO |

Una mala alimentación, la ingesta de alcohol, el sedentarismo... Los hábitos de vida poco saludables ya se detectan en la adolescencia temprana, y predominan especialmente entre las mujeres y los jóvenes de entre 19 y 26 años. Un estudio con 2.018 adolescentes vascos radiografía esta situación. Su autora propone que la prevención contra esos malos hábitos de vida debe abordarse incluso antes de los 13 años.

Los datos de su tesis apuntan a que la juventud tiene más conductas de riesgo, incluso de las que ellos mismos perciben.

Sí, efectivamente. Los resultados de esta investigación ponen de relieve que los hábitos de vida de la juventud no son todo lo saludables que se esperaba. No sólo porque un porcentaje alto consume alcohol, drogas y tabaco, sino porque el porcentaje de los que no se alimentan adecuadamente (87,5%), no practican una suficiente actividad física (36,4%), tienen relaciones sexuales desprotegidas (31,5%) y duermen mal (19,7%) son inaceptablemente altas.

¿Qué factores lo explicarían?

Pues desde que la personalidad de los adolescentes y su capacidad para ver los riesgos que dichas conductas tienen no estén suficientemente desarrolladas, hasta la necesidad en esta etapa de imitar a sus iguales o a que puede que los padres y profesionales seamos demasiado permisivos. Parece, además, que estos jóvenes, en muchos casos, no perciben la realidad. Como ejemplos de ciertas distorsiones cognitivas creo que resultan interesantes las referidas a las drogas y el preservativo.

Es que cuando uno es joven, el peligro no se ve....

Un estilo de vida puede ser adaptado si se tienen los conocimientos, la oportunidad y la voluntad para ello. Los jóvenes están cambiando. La etapa de la juventud se está dilatando en el tiempo y, consecuentemente, se está complejizando. Recordemos que es una etapa con una importante inestabilidad emocional y de conflictos. Para estos jóvenes el ocio y la diversión es uno de los ejes de su vida y los hábitos de vida juegan un papel fundamental en ese espacio. Aún no se conocen con exactitud los mecanismos que influyen en que un joven tenga unos hábitos de vida saludables o no, y este trabajo ha intentado aportar algo al respecto. Disponer de información fiable es el primer paso para reflexionar y modificar aquello que perjudica nuestra salud, porque es muy difícil modificar algo que no se conoce adecuadamente en todas sus dimensiones.

¿Sólo es «culpa» de ellos?

No. Sería un grave error asociar los hábitos de vida no saludables sólo con formas particulares de comportamiento, y no tener en cuenta que el individuo posee todo un sistema de creencias, valores y actitudes, condicionadas por la cultura, las condiciones de vida y por su grupo de referencia. Podemos preguntarnos: ¿si el adolescente está en riesgo, no es probable que hayamos construido una sociedad de riesgo? Por lo tanto, si bien es verdad que la modificación de los estilos de vida nocivos adquieren una especial relevancia en la adolescencia, no se puede olvidar que es necesario actuar tanto sobre la persona como sobre el entorno sicosocial que influye en el desarrollo de los estilos de vida.

Los 16 años es la edad crítica, concluye su estudio.

Los resultados de la investigación indican que ya en la franja de edad de 13-15 años muchos adolescentes, en torno al 14%, mantienen hábitos de vida poco saludables. Pero según los datos obtenidos es la edad de los 16 años el momento crítico que marca un punto de inflexión hacia la salud o hacia el riesgo, observándose un incremento importante en las conductas de riesgo analizadas.

¿Ellas presentan más conductas de riesgo que ellos?

Tradicionalmente, ellos han desarrollado conductas de riesgo físico con mayor frecuencia que las mujeres, pero según los datos de éste y otros estudios mencionados, en los últimos años un porcentaje importante de mujeres está adquiriendo hábitos de vida poco saludables. Ellas son más sedentarias, fuman más, beben más alcohol, usan menos el preservativo y tienen un sueño de peor calidad. Ello podría relacionarse con los cambios en los roles que se están produciendo y que parecen sugerir la eliminación de algunas de las barreras socioculturales pasadas. Y esto puede revertir en que las mujeres tengan hoy una esperanza de vida superior a los hombres.

Afirma también en su tesis que los factores de riesgo tienden a asociarse simultáneamente, ¿a qué se refiere?

Quiero decir que cuando un adolescente inicia una conducta de riesgo tiene una mayor probabilidad de que otros factores de riesgo aparezcan en breve tiempo. Esto también ocurre a la inversa, lo que resulta alentador cara a la prevención, ya que promover la salud en un hábito de vida podría favorecer una conducta saludable en otros hábitos de vida. Entre todos los hábitos de vida destacan las correlaciones positivas entre las drogas legales, o bien entre éstas y las drogas ilegales, así como entre la actividad física y el alcohol y el tabaco. Esto nos obliga a todos a no minimizar la importancia de que el adolescente tenga un único hábito de vida de riesgo.

Alguna recomendación en clava preventiva.

Bueno, a pesar de que no sea el tema de estudio de mi tesis, creo que sería necesario no pensar en los jóvenes como en un todo homogéneo. Esta etapa se ha dilatado en el tiempo y, consecuentemente, se ha complejizado. La mayoría de conflictos se evitarían si se abstuviesen de conductas arriesgadas, pero como es improbable que acepten esta recomendación, debemos ayudarles a disminuir sus riesgos y la mejor manera de hacerlo es proporcionarles una adecuada información.

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