Mercedes chantajea a la plantilla para que acepte las nuevas condiciones laborales
La dirección de la planta de Mercedes de Gasteiz ha advertido a los trabajadores que si quieren lograr que la multinacional le adjudique la fabricación del nuevo modelo de furgoneta en 2014 deberán aceptar una mayor flexibilidad laboral. Mercedes toma posiciones ante la próxima negociación del convenio siguiendo el estilo que ya ha usado en anteriores negociaciones y que recientemente ha servido a Nissan para imponer sus condiciones.
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La dirección de Mercedes de Gasteiz ha vinculado la posible fabricación en esta planta de la furgoneta que en 2014 sustituirá a la Vito y la Viano a lograr «mejores» baremos de productividad, costes y calidad, lo que conllevará necesariamente una mayor flexibilidad laboral.
Fuentes de la dirección de la empresa han explicado esta semana a la agencia Efe que la próxima negociación del convenio colectivo tendrá «un peso importante» a la hora de lograr para esta planta que se le adjudique la fabricación de la nueva furgoneta. Un chantaje en toda regla que pone a la plantilla en la tesitura de tener que renunciar a derechos laborales adquiridos para mantener el nivel de producción en la fábrica.
En este sentido, desde la dirección señalaron gráficamente a la citada agencia que Mercedes-Gasteiz «o bien consigue fabricar el nuevo modelo de este vehículo industrial o no tendrá ninguno», con lo que eso supondría para los puestos de trabajo en la planta alavesa.
Los responsables de la fábrica alavesa argumentan que tienen por delante unos «retos de productividad, costes y calidad» que se exigen desde la central de esta compañía en Alemania para lograr la adjudicación de la nueva furgoneta.
La decisión sobre la nueva furgoneta, que deberá adoptar la dirección alemana del fabricante, se decidirá a lo largo del año, es decir, mientras se negocia el convenio.
Salarios y domingos
El presidente del comité de empresa de la planta de Vitoria, José Antonio Moreno, por su parte, confirmó a Efe el pasado martes que el director de la firma anunció en la última asamblea general celebrada hace mes y medio que la fabricación de la nueva Vito estaba condicionada a lograr «un nuevo marco de relaciones laborales».
El representante sindical subrayó en este sentido que esto podría significar el deseo de la dirección de recortar salarios y aplicar el modelo de alguna fabrica de Mercedes en Alemania, donde se trabajan los sábados por la tarde y los domingos por la noche cuando es necesario.
A este respecto, Moreno recordó que en otras compañías también ha ocurrido lo mismo, ya que esta misma semana se ha sabido que la multinacional Nissan ha adjudicado a Barcelona la fabricación de una nueva furgoneta, una «pick up», después de que la semana pasada los trabajadores aceptaran en referendo sacrificios salariales y un aumento de las horas de trabajo para poder optar a producir este vehículo, tras introducir cambios en el convenio colectivo.
La negociación del convenio de Mercedes-Gasteiz comenzará a finales de este mes o principios de febrero y el comité de empresa espera a conocer las propuestas de la dirección para pronunciarse sobre ellas.
La dirección de Mercedes en la capital alavesa sostiene que la fabricación del nuevo modelo permitiría crear nuevos puestos de trabajo, algo de lo que, por contra, dudan los trabajadores de la planta de Gasteiz.
De hecho, la tendencia en los últimos años ha sido una reducción constante de plantilla. Según datos de LAB, la plantilla se ha recortado en torno al 28% en los últimos siete años. Desde los 4.311 trabajadores con que contaba en 2003 hasta los 3.133 en la actualidad.
Este recorte ha ido paralelo a un aumento de la producción. Entre 2003 y 2008 subió un 51% hasta su récord histórico, mientras la plantilla bajó un 26%. En los dos últimos ejercicios la crisis económica ha recortado esas cifras pero ya ha recuperado la líena ascendente.
Hace más de una década que las elecciones, las negociaciones del convenios y EREs se llevan a cabo bajo un clima de miedo a lo que pueda decidir la empresa. «Sin flexiblidad habrá recortes de plantilla o ERE» advirtió en 2003. Durante el verano de ese año los trabajadores se movilizaron para rechazar este aumento de flexibilidad y llevaron a cabo varios paros. La dirección sacó entonces su carta amenazante y advirtió de que podría llevarse la producción. El aviso puso nerviosos a los representantes políticos que se apresuraron a pedir «responsabilidad» a la plantilla, que acabó por aceptar en un clima de presiones. No obstante, la empresa no se dio por satisfecha y dejaba un aviso: «Hemos perdido la confianza» de la multinacional, con lo que exigía a los trabajadores que abandonaran sus peticiones si querían asegurar el trabajo. «En sus manos está asegurar su futuro», advertían desde Alemania. La producción se quedó, pero la advertencia también se mantuvo. En 2007 la empresa dio una nueva vuelta de tuerca a la flexibilidad en su propuesta de convenio, al tiempo que recordaba que había que recuperar «la confianza que perdimos». UGT, CCOO, Ekintza y USO se apresuraron a suscribir un preacuerdo, pero fue rechazado en referéndum por la mayoría de la plantilla. No obstante, estos sindicatos firmaron un «pacto de eficacia limitada». En 2008 llegó la crisis y volvió a pedir más flexibilidad con el fin de evitar un ERE. Y no hubo uno, sino tres. El tercero colmó la paciencia hasta de los sindicatos más dispuestos a firmar acuerdos, pero de nuevo el miedo hizo que su oposición no durara más de una semana. GARA