Los familiares, testigos de la tortura en la visita con los encarcelados
Los familiares de los navarros encarcelados tras el operativo de la Guardia Civil y la Policía española comprobaron ayer las secuelas físicas y sicológicas que los malos tratos han dejado en sus allegados, ahora presos en Soto del Real. Pese a que anímicamente les encontraron fuertes, son visibles los efectos de la incomunicación. Ibai Moreno relató a GARA las amenazas e insultos recibidos por parte de los policías que le arrestaron en Madrid.
Oihana LLORENTE |
Los locutorios de la prisión madrileña de Soto de Real acogieron ayer la primera la visita entre los navarros encarcelados y sus allegados. Txelui Moreno pudo comprobar in situ las secuelas que ha dejado la tortura en el cuerpo de su hijo Iker Moreno. «Ha sido muy, muy duro», admitía a GARA horas después.
Moreno encontró a su hijo «muy débil y tocado físicamente, pero muy entero y sicológicamente muy fuerte». Señaló que el joven cojeaba, y que para hacer frente al dolor que sufre en la pierna debe tomar cuatro calmantes al día.
El vecino de Burlata indicó, además, que la situación del resto de las personas encarceladas en este operativo era similar: «Todos han dicho que ha sido muy duro. El relato de lo ocurrido en la incomunicación nos ha dejado tocados», puntualizaba.
Con ánimos para casa
GARA también habló con Ibai Moreno, hermano de Iker y que fue arrestado el viernes en los alrededores de la Audiencia Nacional y puesto en libertad un día después. El joven, insistiendo en que su arresto «sólo era una anécdota», quiso dar fuerza al mensaje que le hizo llegar su hermano desde la prisión: «¡Hay que seguir. Cada uno aportando su granito de arena, esté en lo que esté, porque vamos a ganar!»
El acoso que suelen sufrir los ciudadanos vascos en los aledaños de la Audiencia Nacional se vio incrementado el viernes con la detención de Ibai Moreno. En declaraciones a GARA, detalló que el arresto ocurrió una vez conocida la noticia de que el juez había decretado cárcel para su hermano y decidieran irse para el hotel. «En ese momento, -prosigue- agentes de la Policía española nos cortaron el paso indicando que por ahí no podíamos ir. Se vivieron momentos de tensión, los familiares les dijimos que eran unos sinvergüenzas, y entonces vinieron directamente a donde mí y me colocaron contra la pared. Al principio, sólo querían identificarme, pero un policía vino, me dio un puñetazo en la tripa y, aprovechando que me había caído, me esposaron y me llevaron al furgón detenido».
El joven de Burlata fue trasladado a una comisaría de Madrid en la que permaneció casi 24 horas hasta que fue llevado ante un juez de la madrileña Plaza del Castillo, donde quedó en libertad sobre las 18.00 del sábado. Continúa, sin embargo, acusado de un delito de «atentado a la autoridad» y le hicieron saber que la causa será trasladada al Juzgado de Paz de Burlata.
También denunció que en el trasladó a comisaría le golpearon la cabeza contra el cristal y que durante todo el tiempo que estuvo con los agentes sufrió amenazas e insultos. Indica que simulaban ponerle electrodos y que incluso cargaron una batería ante él entre insultos de «puto batasuno» y «puto vasco».
Asimismo, Ibai Morenó denunció que los policías que le custodiaron no le dejaron dormir en toda la noche.
Después de conocer que los detenidos por la Guardia Civil que comparecieron el viernes como los que lo hicieron el sábado denunciaron haber sido objeto de duras sesiones de tortura, con métodos como «la bolsa», también se conoció un hecho que no suele ser habitual en la Audiencia Nacional: los abogados de oficio -todos comparecieron incomunicados- de Xabier Beortegi e Iñigo González denunciaron al juez que estos habían sido maltratados. En octubre, el letrado de oficio fijado a Xabier Atristain se negó a firmar la declaración policial del donostiarra en la comisaría. GARA