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La revolución tunecina no ha variado un ápice su dura política contra la emigración

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El testimonio de ocho supervivientes tunecinos que trataban de llegar de forma clandestina a Italia el pasado 11 de febrero cuando guardacostas de su país «dispararon deliberadamente» contra su embarcación, provocando la muerte de cinco personas y la desaparición de treinta más en aguas internacionales, evidencia que la revolución tunecina tampoco ha logrado que las autoridades varíen su draconiana política contra la emigración.

El barco, que zarpó de una zona turística de El-Ogla, cerca de Zarzis, llevaba a bordo 120 pasajeros, que habían pagado unos mil euros por embarcar.

Más de 5.500 tunecinos han llegado en los últimos días a Lampedusa, una pequeña isla que conecta el país magrebí con Sicilia, en territorio italiano, pero los fuertes controles en los puertos y costa de Túnez y el estado agitado de la mar ha detenido desde el lunes esta avalancha.

«No hay trabajo en Túnez. Tenemos la esperanza de encontrarlo aquí», en Europa, declara a AFP Bessem, que confía en que un avión le saque de Lampedusa con destino al Estado francés.

Y es que la gran mayoría de los que han arribado a la isla siciliana huyendo de la inseguridad y la incertidumbre miran hacia el norte de Europa, sobre todo al Estado francés, como destino final.

París es consciente de las esperanzas de los tunecinos que han llegado hasta Italia, pero su ministro del Interior, Brice Hortefeux, advirtió de que la posible recepción de parte de ellos se decidirá en consulta a nivel europeo. El titular de Asuntos Europeos, Laurent Wauquiez, por su parte, aseguró que el Estado francés acogerá a número «muy marginal» de inmigrantes tunecinos, cuya situación se examinará «caso por caso», porque «no hay que primar la inmigración ilegal».

Mientras, la Comisión Europea propuso a los Veintisiete que contribuyan a una misión común para frenar esa avalancha migratoria y ayudar económicamente a Italia.

La pequeña isla de 6.000 habitantes carece de infraestructuras y muchos inmigrantes están siendo transferidos a otros centros de Italia, donde podrán presentar una solicitud de asilo que en caso de ser rechazada supondría su repatriación a Túnez.

Sin toque de queda

Por otro lado, el Gobierno de «transición» tunecino levantó ayer el toque de queda vigente desde los últimos días de las protestas que derrocaron el 14 de enero a Ben Ali al estimar que la situación de la seguridad ha mejorado, pero decidió mantener el estado de emergencia decretado el día en que el presidente huyó del país para «asegurar el orden público».

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