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Irán entra por la puerta grande, Miranda July decepciona y Bollaín recibe buena acogida en Berlinale

Asghar Farhadi dio una lección de cómo llevar al cine seres de carne y hueso, mientras el húngaro Béla Tarr trazó uno de sus bellos ejercicios fílmicos, en blanco y negro, casi muda y con Nietzsche como arranque.

Gemma CASADEVALL - EFE | BERLÍN

Si los Osos se decidieran por aclamación, a Farhadi le correspondería el de Oro, vista la ovación que se dispensó a «Jodaeiye Nader az Simin» y a él mismo, en su comparecencia tras el pase ante los medios, que lo recibieron como al héroe que necesitaba la 61 Berlinale.

Irán era de por sí un plato fuerte en este festival, que mantiene como miembro del jurado «en ausencia» al cineasta Jafar Panahi, encarcelado en su país. La ovación a Farhadi iba, sin embargo, más allá de los meros mensajes solidarios a los cineastas de ese país, que pese a todos los obstáculos genera directores como ambos. A Farhadi se le esperaba con expectación en la Berlinale, que en 2009 le dio el Oso de Plata a la mejor dirección por «Elly», su anterior lección de cómo trasladar a la pantalla a unos iraníes de a pie, con problemas o dilemas tan parejos a los de cualquier ciudadano occidental, por encima de las disparidades.

«Jodaeiye Nader az Simin» abunda en esa dirección y se mete en un retrato social de los seres que habitan el Teherán de hoy, donde conviven el chador y el lavavajillas y donde un cabeza de familia con un padre con Alzheimer puede verse tan desbordado para atenderle en casa como lo estaría un europeo.

«The future» decepciona

Con expectación se aguardaba asimismo la segunda película a concurso de ayer, «A torinoo lo» («The Turin Horse»), de Tarr, el más veterano entre los 16 aspirantes a Oso de la Berlinale y del que se esperaba una de sus lecciones de mutismo y belleza visual. El punto de partida es lo ocurrido la mañana del 3 de enero de 1889, cuando Nietzsche sale de su hotel de Turín, ve a un cochero castigando con el látigo a un caballo, se interpone y a partir de ahí rompe definitivamente con la humanidad. Pronuncia una última frase a su madre y cae irremisiblemente en la locura.

La decepción de la jornada a concurso fue «The future» dirigido y protagonizado por Miranda July, Cámara de Oro en Cannes en 2005 por su primera película, «Me and you and everyone we know». De July se esperaba algo más refrescante que un filme que discurre entre ensoñaciones bobas y sustentado en una pareja de seres clónicos -ella y Hamish Linklater-, que además de compartir peinado, adicción a internet y redes sociales sufren de parecido aburrimiento.

La Berlinale acogió además el estreno internacional de la película de Icíar Bollaín «También la lluvia», un filme que une hasta tres narraciones en su seno y juega a comparar las injusticias de ayer y de hoy en Latinoamérica. El largometraje, ganadora de tres Goyas y que recibió una cálida acogida en Berlín, narra el conflicto en el que naufraga el equipo de rodaje de una película sobre Cristóbal Colón que se filma en Cochabamba (Bolivia), cuando estallan las llamadas «Guerras del agua».

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