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Koldo CAMPOS Escritor

El espejo roto

 

Había una vez un pájaro que quería ser pez. Desde las ramas de los árboles los observaba en el río y ambicionaba el día en que también él pudiera zambullirse en el agua y nadar como ellos. Obsesionado con su sueño, ni siquiera atendía las advertencias de los otros pájaros.

-¡No pierdas el tiempo detrás de quimeras, que lo tuyo es volar! ¡Tú eres un pájaro y perteneces al aire!

Ajeno a sus consejos, imitaba las evoluciones de los peces tratando de aprenderlas, sus giros, sus maneras, corregía sus movimientos y distendía su pico como veía hacer a los peces con su boca.

La primera vez que se lanzó a la corriente a punto estuvo de morir ahogado e igual suerte corrió en sus demás intentos.

De la experiencia de sus fracasos, sin embargo, fue extrayendo consecuencias y llegando a felices conclusiones. Aprendió a plegar sus alas y adherirlas al cuerpo hasta transformarlas en aletas. Más tarde aprendió a estirar el cuello hacia adelante, manteniendo rígidas sus patas, paralelas a su cola, y a hacer de ésta un timón con que marcar el rumbo. Después supo almacenar en su buche aire con que ayudar a sus pulmones, y aprendió a mudar sus plumas en escamas... hasta que, confundido con los demás peces, aquél que fuera pájaro, iba y venía por el río boqueando su felicidad ante el asombro general.

Un día en que se divertía nadando entre las algas del fondo del río, un pez se le acercó y le reveló su sueño: quería ser pájaro.

Contrariado, interrumpió su juego y le contestó:

-¡No pierdas el tiempo detrás de quimeras, que lo tuyo es nadar! ¡Tú eres un pez y perteneces al agua!