A nadie se le escapa que el fútbol es un deporte colectivo, pero tampoco que todos los equipos necesitan jugadores determinantes. Tampoco faltan en la Real, que ha sumado casi la mitad de sus puntos gracias a los goles firmados por cuatro futbolistas.

Joseba Llorente se lleva la palma en este sentido, ya que anotó el solitario gol de la victoria frente al Racing (1-0), el segundo contra el Málaga (1-2) y gestó, además, la asistencia que Xabi Prieto convirtió en el único gol que le marcó la Real al Villarreal (1-0) en el debut liguero.

Jeffrey Sarpong, con la ayuda de Forlín tras un formidable remate de falta del holandés, hizo que los puntos se quedaran en Anoeta (1-0) en el partido ante el Espanyol y Raúl Tamudo consiguió lo propio el pasado domingo en el choque ante Osasuna. Quince puntos, por tanto, de los 31 que han sumado los donostiarras llevan la firma de estos cuatro futbolistas. Aunque el hecho de que cuatro de esos encuentros acabaran con la portería a cero multiplicó el valor de su puntería y, por tanto, la aportación de sus compañeros.

Lo más llamativo en este sentido es que, pese a la rentabilidad que da en muchas ocasiones el equipo a sus goles, la Real concluye la 23ª jornada con golaverage negativo (34 a favor, 37 en contra). Un dato en el que, evidentemente, tienen mucho que ver las goleadas ante Real Madrid, Barcelona y Atlético.

Bastante menos capacidad rematadora tiene su próximo rival, un Mallorca que se sitúa entre los equipos con menos olfato. Aunque de momento tampoco marcha mal en rentabilidad, no en vano el triunfo frente al Athletic permite a los bermellones atrapar a la Real en la clasificación, con la que empata a 31 puntos.

Motivación añadida para el choque que los donostiarras comenzarán a preparar hoy en Zubieta, y para el que Martín Lasarte recuperará a Xabi Prieto, una vez cumplida su sanción.

Luto

La Real, por otro lado, expresó ayer su pésame por el fallecimiento de Alejandro López Ufarte. El hermano de Roberto López Ufarte, que murió con apenas 48 años como consecuencia de una grave enfermedad, jugó dos temporadas en el Sanse, antes de pasar por Castilla y Levante. Tras colgar las botas se dedicó a la formación.