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ANÁLISIS | OSASUNA

El «efecto Mendi»: diez reformas que han revolucionado un equipo

Los retoques de Mendilibar han permitido sacar partido a prácticas que Camacho ya usaba, como la presión arriba o los centros al área, aspecto en que Osasuna es líder sorprendente de la liga, con 883.

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Ramón SOLA

Osasuna como equipo y el osasunismo como sentimiento han revivido con el cambio de técnico. El relevo llegó con los rojillos en puestos de descenso, que hoy se ven a seis puntos. No es sólo una cuestión anímica, sino el fruto de un compendio de decisiones tácticas y emocionales.

Tras ganar al Racing el domingo, Mendilibar destacaba la «alegría» que percibía en el entorno rojillo. Una sensación que llega desde el campo: el de Zaldibar ha logrado insuflarla al equipo y se ha plasmado en diez puntos en cinco partidos (con esa media en toda la liga, Osasuna tendría hoy 58 y sería tercero). Antes de su cese, Camacho declaró varias veces que «yo no puedo hacer nada». Mendilibar ha demostrado justo lo contrario: había mucho que hacer, y lo ha hecho. Entre otras, ha tomado estas diez decisiones claves.

1. Descaro ofensivo: Los jugadores destacan que el míster les pide sobre todo «descaro» en ataque. Esta decisión ha cambiado de plano el rol de jugadores como Nelson, que con Camacho había admitido cierta frustración por no poder sumarse más al ataque, o de Soriano (cero goles antes, dos y un palo en estos últimos cinco partidos).

2. Llegadas con más gente: El Osasuna de Mendilibar llega al ataque con muchos más hombres y, en consecuencia, más opciones de remate, como mostraron el primer y el tercer gol ante el Racing. Eso permite optimizar un aspecto en el que los rojillos son sorprendentes líderes de la liga: han metido al área 883 centros, más que cualquier otro incluidos Barcelona y Real Madrid. Pero antes los esperaban sólo Aranda y Pandiani.

3. Presión más efectiva: Como efecto de lo anterior, la presión a la defensa contraria para recuperar el balón se hace también con muchos más jugadores, ya que el equipo está situado más arriba. Salvando todas las distancias, la misma estrategia que usa el Barça y que deja sin respiración y sin balón a sus rivales. Camacho también hacía presionar arriba pero con menos efectivos, lo que la convertía en deslavazada e improductiva.

4. Defensa más adelantada: La línea de cuatro también se ha adelantado unos metros para compactar más el equipo. Pese a ello Osasuna no ha sufrido con los balones largos a su espalda. En realidad, dos de los tres únicos tantos recibidos en esta nueva era han sido por errores individuales (Nelson en Valencia, Nekounam ante el Racing); el otro, un rechace en una falta.

5. Acabar las jugadas: El último partido de Camacho, en Anoeta, confirmó el desastre de las pérdidas de balón, que hacía que cada ataque rojillo se convirtiera en el preludio de una peligrosa contra rival, al igual que las jugadas a balón parado. Acabar los ataques y reducir estas pérdidas fue uno de los primeros mandamientos de Mendilibar, que no dudó en sentar en el banquillo a Masoud a la media hora -ante el Deportivo- por incumplirlo.

6. Balón parado en ataque: Con gente como Nekounam, Pandiani, Lekic, Soriano, Sergio o Flaño, a Osasuna se le intuía un potencial en este aspecto que luego no se plasmaba en casi nada. Mendilibar decidió cambiar el lanzador (Puñal, desacertado últimamente, ha dado paso a Calleja, Masoud y Cejudo) y también diversificar las jugadas (antes casi exclusivamente eran centros al segundo palo). El resultado: Osasuna liquidó al Espanyol de este modo (tres de los cuatro goles vinieron por balones parados) y también ganó en Málaga por otro córner.

7. Balón parado en defensa: Las faltas y córners del rival se habían convertido en una sangría que Camacho achacaba a la falta de atención de sus jugadores. Mendi ha ido a la raíz: cambiar el sistema, pasando de defender al hombre a hacerlo en zona y optando por reunir poca gente en el área (dos de sus jugadores se quedan en el centro del campo). Puede ser casualidad, pero Osasuna no ha vuelto a recibir un gol en estos lances.

8. Capacidad de cambiar: A Camacho se le reprochó muchas veces su incapacidad para renovar jugadores o tácticas, tanto antes de los partidos como durante los mismos. Este defecto se visualizó plenamente cuando después del partido de Anoeta afirmó que no pensaba cambiar nada fuera de casa. Mendilibar ha mostrado mucha más cintura, y sobre todo mayor capacidad de adaptación al rival y de variar el rumbo de los partidos. Ante el Deportivo, por ejemplo, movió el esquema varias veces para buscar soluciones frente al muro defensivo rival. En ese partido, contra el Levante o contra el Málaga se ha apreciado que el equipo mejoraba en la recta final con los cambios introducidos por el de Zaldibar.

9. Comunicación: Los jugadores han vuelto a hablar entre ellos sobre el campo, algo que no debiera ser noticia, pero que sí lo es después de la sensación de pasividad, impotencia y tristeza que desprendían anteriormente, cuando prácticamente era sólo Puñal el que intentaba corregir y animar a sus compañeros. Como detalle queda la «bronca» de Camuñas a Nelson tras un despiste en Málaga. Y también la efusividad con que suplentes como Lekic o Riesgo celebraron esa victoria. Todo el equipo está mucho más metido.

10. Fondo de banquillo: Como es lógico cada vez que hay cambio de técnico, hasta los jugadores más desenchufados antes se han puesto las pilas. Y Mendilibar ha sabido llevar esa aportación al juego: si Calleja se rebeló como un jugador muy válido ante el Espanyol, Kike Sola hizo otro tanto ante el Málaga y el Racing. Tampoco dudó en dar la titularidad por sorpresa a Álvaro Cejudo ante el Deportivo, y desde entonces el cordobés se ha convertido en una pequeña revelación que consolida además el «efecto Mendilibar» por su intensidad y verticalidad. Antes parecía que no había equipo, y ahora se diría que hasta sobra.

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