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Xabier Silveira Bertsolari

Lluvia de picas

Apago la tele y me congratulo de pertenecer a esta comunidad de gentes que somos los habitantes del primer y único mundo. Nosotros somos quienes hacemos que se mantenga el equilibrio mundial entre el bien y el mal

Las picas son, y si no lo son lo parecen, corazones con rabo. Para el caso, Penetrator, dicen, no tenía corazón, tenía una pica. Vicisitudes, vicios y virtudes aparte, es importante tener un gran... corazón. Es primordial ser humano (simplifico así lo que en realidad se debería decir «ser ser humano humano») o lo que vendría a resultar de la suma de ser generoso, ayudar al prójimo, no robar, no matar, no mentir, no explotar...

Un claro ejemplo a seguir de la manera humana actual de ser persona lo podemos encontrar últimamente a cualquier hora y en cualquier canal de televisión; mejor dicho, en todos, aunque yo sólo veo mi propio canal. Os lo pongo, hoy estoy derrochador, ahí va. Buenos días, tardes, noches, bienvenidos a este nuestro canal, bienvenidos a «En vivo TV». En vivo y en directo, señores y señoras, niños, niñas y demás animales domésticos. Aparquen su culo (y digo culo y no trasero, pues no he tenido el gusto de conocer a nadie con la cara detrás. Aunque sí a alguno con el culo en la cara. E isso aí). Aparquen su culo abueletes, derrámense en el sofá y ni pestañeen, ni se rasquen si pica, que si rascan pica más, pues va a dar comienzo una nueva entrega de: «Misión humanitaria». Tras los éxitos de «Misión humanitaria 1: Te amo horrores Irak», «Misión humanitaria 2: Horrores es poco, Sadam» y «Misión humanitaria 3: Afganistán nos pone palote», tenemos el gusto y el placer de presentarles la última -de momento- entrega de esta conmovedora serie: «Misión humanitaria 4: Libia, te queremos a muerte». Vayamos, pues, sin más dilación con el sumario y veamos un adelanto de lo que nos deparará el capítulo de hoy. Capítulo veinticinco, «Lluvia de picas». Comenzaremos, cómo no, conectando con nuestro enviado especial a la zona; nos adentraremos a continuación en las ciudades que cayeron en manos de los rebeldes, siendo así liberadas del yugo opresor al que las tenía Gadafi condenados, hablaremos de ello con nuestro experto en guerras, el Coronel del ejército del aire Juan Ildefonso Gómez Bendito, el cual nos explicara más claro que nadie en qué consiste una intervención humanitaria de este tipo. Y como colofón a esta noche mágica de «Misión humanitaria 4: Libia, te queremos a muerte», entrevistaremos en vivo desde su posición de francotirador en un tejado de Ajdabiya a Al Mohamed Alí, miliciano libio que se pasó del Ejército de Gadafi a las filas rebeldes a cambio de cien dólares; todo un ejemplo de dignidad.

Visto el sumario, visto todo. Apago la tele y me congratulo de pertenecer a esta comunidad de gentes que somos los habitantes del primer y único mundo. Nosotros somos quienes hacemos que se mantenga el equilibrio mundial entre el bien y el mal. Una resolución de Naciones Unidas basta para que nosotros, allá donde fuere, invitemos a la paz y regalemos libertad a quien de ella carece. Lo extraño es que para ello utilicemos métodos idénticos en todo a los que acabaron siendo motivo de nuestra visita humanitaria. Llueven picas, y no sólo en Libia.

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