«Rita erraldoia» tiene varios orígenes. Uno de ellos es la referencia de la fantasía de los tamaños, que se ve reflejada por ejemplo en el libro de Gulliver. Sobre todo la fantasía y el miedo de volverte gigante. Mikel Valverde recuerda que cuando era chaval tenía esa fantasía, algo que puede ser divertido pero pero también turbador.

«Cuando conocí la historia de Gulliver me pareció muy inquietante; para muchas personas incluso no está calificada como un libro de niños», explica. También le ha quedado grabada desde que niño la película «King Kong».

Mientras escribe suele tener presente las imágenes en la cabeza; son parte fundamental de su proceso de creación. Y reconoce que esas imágenes de gigantes le han causado bastante miedo desde siempre.

Otra parte de la inspiración tiene que ver con el tamaño en el día a día. «Sobre todo cuando eres chaval, tiene muchísima importancia. Puede que no tengas complejos, pero que te toquen las narices todos los días. Siempre se habla de complejos, pero igual no llegas ahí, igual solamente te están fastidiando. No quería hacer un libro sobre el complejo. Lo trato, pero forma parte de la historia. Para mí lo importante es la trama, cómo lo cuento», aclara.

El tema es sólo una excusa para contar una historia. «Es una característica del personaje, de Rita, que desde el principio la he concebido como alguien un poco más bajita que sus compañeros. Una chica morena, de mal genio y bajita».

Con este personaje ha publicado ya nueve trabajos en castellano, y en euskara éste es el quinto título. Tiene una relación saludable y buena con Rita. La relación va profundizando, como todas, y van surgiendo diferentes cosas, va evolucionando. El anterior título, «Rita en apuros», por ejemplo, tiene el doble de páginas que los primeros. Le ve a este personaje de entre 9 y 10 años otros matices, y cuenta historias de aventuras, mezclando el humor y el ritmo y buscando tramas diferentes. No se ha cansado de ella. «No la veo como a una hija, sino como a una creación. Ahí está y seguirá estando, espero».

Lo que tiene de diferente este nuevo libro respecto a los otros es que es más introspectivo, habla más de ella misma. Además, ha tratado de dotarle de agilidad, que ocurran cosas y que haya tensión narrativa, con personajes como el vendedor de elixires que Rita conoce el día del mercado. El colegio, la casa, el parque, son escenarios cercanos donde se ve a sí misma. La chica convive con ciertos elementos fantásticos, como unas ranas sabias que hablan, pero en general sus historias son realistas. En este libro hay más elementos fantásticos: la niña bajita se vuelve gigante.

Expresividad

Los dibujos se caracterizan sobre todo por la expresividad. Así, narra lo máximo posible con las ilustraciones. Utiliza el color plano; eligió ese camino con este personaje, tratando de darle con el trazo la mayor frescura posible. «En este libro, como en todos los que ilustro, intento hacer una unidad entre texto e ilustración, para que la historia se pueda leer mediante texto e imágenes», apunta.

Se considera un contador de historias, e intenta que las cosas le vayan pasando a Rita, porque ella es la protagonista ¿Que alguien se puede ver reflejado? No ha escrito el libro para los bajos o altos, sino para todo el mundo. «Al final todos queremos transmitir algo, y tal vez mi intención también es esa. Lo que ocurre es que no quiero hacerlo evidente, es una conclusión a la que se llega al final, pero lo importante es el proceso, el camino, cómo ha llegado el personaje hasta allí», mantiene.

Ahora, tiene entre manos otro trabajo con Rita y también ha avanzado algo en otro proyecto cuyo personaje principal no es esta niña, aparte de otros temas que están guardados.

Como hemos comentado antes, le gusta el libro ilustrado como medio de expresión, para contar historias. Antes lo hacía por medio del cómic, ahora no lo hace, no porque crea que ha superado el cómic, sino porque el libro ilustrado es otra opción y le gusta mucho como creador y también como lector. «Es un medio muy atractivo. Mientras desarrollo la labor creativa se me va la mano».

Este gasteiztarra confiesa que se ha sentido como en tierra de nadie, pero no en un sentido negativo o victimista: como ilustrador es muy literario; como escritor, muy visual. No oculta que para él es una suerte dedicarse a esto, algo que cada vez le gusta más, porque busca algo que aportar, escribir la historia que le gustaría leer.