Experiencias lejanas pero cercanas para un escenario de paz y solución
El norte de Irlanda, Sudáfrica, Guatemala, Mali, Colombia, Filipinas... han sido escenario estos últimos años de procesos de resolución de muy distinta naturaleza, pero en los que la participación ciudadana ha jugado un papel clave. El Movimiento por los Derechos Civiles de Euskal Herria ha acer- cado estas experiencias a Donostia este fin de semana a través del trabajo sobre el terreno de expertos de la organización Conciliation Resources.
Ainara LERTXUNDI
Los mecanismos de participación pública en procesos de paz «pueden ser extremadamente importantes. Y la etapa preparatoria constituye el momento de movilizar voces, formular agendas sustantivas, diseñar procesos y desarrollar una base popular de ciudadanía interesada en respaldar y comprometerse con la solución del conflicto». Lo sostiene Quintin Oliver, activista del norte de Irlanda. El reto está en cómo activar esa participación y lograr que sea una pieza clave en un proceso de resolución.
La experiencia demuestra que no hay una única manera de hacerlo. Los contextos va- rían tanto la propia naturaleza del conflicto, pero en todos subyace el deseo de superarlo y de aportar en clave positiva. A invitación del Movimiento de Derechos Civiles de Euskal Herria, expertos de la organización Conciliation Resources (CR), con más de 15 años de trabajo en la prevención y resolución de conflictos violentos, han expuesto en Donostia su experiencia en el norte de Irlanda, Sudáfrica o Guatemala. Su ámbito de actuación se extiende también a Colombia, a la República Democrática del Congo, islas Fiji, Guinea, India, Liberia, Pakistán, Filipinas, Sierra Leona, Sur de Sudán y Uganda.
«El objetivo de este seminario es observar y aprender, y ver cómo podemos aplicar en Euskal Herria parte de estas experiencias», explica Esther Agirre, integrante del movimiento por los derechos civiles. «Aspiramos con ello a tender puentes hacia y entre nosotros», añade. Agirre resalta una imagen visualizada en el seminario celebrado entre el viernes y el sábado en el Palacio Miramar de Donostia, y que bien podría simbolizar su objetivo: una mujer de raza negra y otra blanca estrechando sus manos en una movilización de masas en su país natal, Sudáfrica.
Modelos de participación
Aunque no existe una única forma de participación pública, los integrantes del CR esbozaron en Donostia tres modalidades básicas. La primera sería la representación me- diante los partidos políticos, tal como ocurrió en Sudáfrica y en el norte de Irlanda. En este caso, las estructuras de las formaciones políticas se convierten en altavoz de las aspiraciones de sus bases poblaciones. Los negociadores pueden consultar a miembros de los partidos y sus bases con el fin de involucrarlos en el proceso. Estos foros se constituyen como un cuerpo deliberativo y de toma de decisiones sobre el futuro del país.
Así ocurrió, por ejemplo, en Sudáfrica, donde «con el tiempo, los foros de negociación se volvieron cada vez más abiertos. Al hacerlo, el propio proceso estaba creando las condiciones para un cambio radical de la cultura política sudafricana, antiguamente excluyente y llena de secretos».
Otra de las vías puede ser la incorporación de la sociedad civil a través de diversos sectores, cuyo cometido consistiría en identificar temas conflictivos y hacer recomendaciones. Ello ayudó, por ejemplo, a la con- secución de los acuerdos de paz de Guatemala, firmados en 1996 y que ponían fin formal a una guerra de 36 años. «El alcance de los acuerdos se debió en parte a varios mecanismos que permitieron que los representantes de sectores organizados de la sociedad civil discutieran problemas que ha- bían estado alejados del discurso público durante décadas. Por medio de estas negociaciones y del esfuerzo de lobby, los representantes de la sociedad civil ayudaron a dar forma a una agenda de negociación e hicieron propuestas sobre cómo se debían abordar estos temas», explica CR.
Por último, estaría la participación directa vía asambleas municipales, comités de paz locales o regionales... «Sólo cuando miles de personas a lo largo del norte de Mali se involucraron directamente en la construcción de paz intercomunitaria, fue posible abrir el camino a la reconciliación nacional. El compromiso que involucraba a los más afectados por el conflicto permitió alcanzar lo que las negociaciones políticas oficiales nunca consiguieron; la transformación del conflicto y la consolidación de la paz», recuerda.
Los dilemas
La participación ciudadana, aunque beneficiosa, no está exenta de miedos y abre una serie de dilemas relacionados con la seguridad, la eficacia, la confidencialidad, las voces divergentes, la inclusión, la participación superficial...
Entre las enseñanzas extraídas, Aitziber Blanco, miembro del Movimiento por los Derechos Civiles de Euskal Herria y participante en el seminario, comenta la importancia de que «la ciudadanía sea escuchada» y de «la transparencia». «Ello se traduce en que los acuerdos que se alcancen en un futuro tengan mayor legitimidad», añade. Para Xabier Ezeizabarrena, también integrante de este movimiento, la participación ciudadana es fundamental, sobre la base de la defensa de derechos individuales y colectivos. Por ello, lamenta «la escasa presencia de algunas sensibilidades en este foro. Hay una parte de la sociedad vasca que tiende a no participar».
Ezeizabarrena subraya la importancia de que exista «un reconocimiento mutuo de lo que ha pasado, aunque el relato sea muy diferente». Fijando la mirada en el proceso irlandés, destaca la posición del Gobierno británico, «muy distinta a la de Madrid. Mostró otra sensibilidad y manera de ver las cosas».
El apoyo exterior
Sin interferencias ni injerencias de ningún tipo, los ponentes subrayan el importante papel que pueden jugar actores extranjeros en los procesos participativos y resolutivos. Por ejemplo, patrocinando reuniones o convenciendo a los gobiernos y grupos armados de la conveniencia de abrir el proceso a otros grupos.
En este sentido, el profesor de Relaciones Internacionales y Política Exterior de la UPV Igor Filibi recuerda la aportación valiosa que supuso el programa europeo Peace para el norte de Irlanda. A su juicio, en un escenario más avanzado, la Unión Europea puede ser de gran ayuda allá donde los estados involucrados no pueden mover ficha por el coste político que ello les supondría.
Conocer la paz
A modo de conclusión, Andy Carl, cofundador y director ejecutivo de Conciliation Resources, destaca que en todo proceso de construcción de la paz y la solución «es necesario que los pueblos conozcan sus derechos, porque así se abre un espacio para explorar los caminos de la confrontación no violenta y se trabaja en el ámbito del diálogo. Para construir la paz, debemos conocer y analizar este concepto. La formación es necesaria».
La principal víctima de cualquier conflicto prolongado es la esperanza, porque «el odio, el rencor, el ánimo de venganza ocupan el lugar que en una sociedad debería ocupar el debate sobre el futuro. El conflicto nos atrapa y uno se acostumbra a vivir en esta situación», sostiene Igor Filibi, encargado de impartir el taller «Los dividendos de la paz, quién gana en un escenario democrático pacífico».
Profesor de la UPV y con un amplio currículum en derecho internacional y relaciones internacionales, incide en que uno de los principales obstáculos para afrontar un proceso de resolución es el miedo al cambio porque «llevamos tantos años peleando que hemos olvidado cómo se vive sin peleas y simplemente nos da miedo cambiar. Aunque sea malo, preferimos continuar en el actual escenario porque lo controlamos. También hay quien puede pensar que si se acaba el conflicto, dejará de gobernar y ello le asusta».
Otro de los escollos es la desconfianza. «No puede haber un proceso sin prudencia, pero la excesiva desconfianza es negativa porque llega un momento en el que debes hacer un auténtico acto de fe en el enemigo», señala Filibi, quien también observa por parte de una minoría el miedo a «perder influencia, dinero, poder e incluso el trabajo» si el conflicto desaparece.
Filibi considera que sólo se producen avances significativos cuando las partes enfrentadas pasan de sentarse a cada uno de los lados de la mesa a estar en el mismo lado. Cree que encarando juntos el problema se logra la verdadera resolución, y pone como ejemplo el trabajo de Jean Monnet, artífice de los acuerdos que pusieron fin a años de guerra entre franceses y alemanes.
«El primer dividendo la paz es la esperanza, que desborda viejas trincheras y permite comenzar a soñar con otra sociedad. En este punto los bandos se equilibran porque la esperanza nos iguala a todos», sostiene Igor Filibi.