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La Policía yemení siembra el caos en Taiz y deja una veintena de muertos

Las autoridades yemeníes aplastaron ayer a sangre y fuego las manifestaciones que se realizaron en la ciudad de Taiz, al sur de Sana'a, para exigir que el presidente Ali Abdallah Saleh deje el poder tras 32 años. La manifestación, que culminó en la sede de la gobernación provincial y que fue tiroteada por policías y civiles armados, se saldó con la muerte de 17 manifestantes y centenares de heridos.

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GARA | SANA`A

Al menos diecisiete manifestantes murieron ayer y varios centenares más resultaron heridos en Taiz, al sur de Sana'a, en el transcurso de las protestas contra el régimen de Ali Abdallah Saleh, que en los últimos días han registrado un aumento de la violencia.

Las víctimas no sólo recibieron disparos por parte de las fuerzas de seguridad, sino que también fueron objetivo de civiles armados que siguieron desde los tejados la marcha que culminó en la sede del Gobierno provincial.

«Por el momento hay 17 muertos, pero hay muchos heridos», dijo a AFP Choujja Sadok, un médico que dirige el hospital de campaña habilitado para atender a los heridos.

«La situación es muy mala. Soldados y miembros de la policía siguen disparando contra los manifestantes» que piden la renuncia de Saleh, añadió.

Además de los heridos de bala -cerca de 90, según agencias- varios centenares de personas -hasta medio centenar, según las fuentes- habrían tenido que ser atendidas como consecuencia de la inhalación de los gases lacrimógenos empleados por las fuerzas de seguridad.

Los manifestantes llegaron a la sede del gobernador provincial y pudieron acceder al patio del inmueble, pero fueron recibidos por salvas de disparos de hombres armados, algunos de ellos apostados en los tejados.

Sin embargo, una fuente de seguridad de la ciudad de Taez, que prefirió no revelar su identidad, aseguró a Efe que la Policía no había disparado contra los opositores.

La fuente acusó a personas armadas «infiltradas», que no identificó, de abrir fuego contra las personas que en ese momento participaban en una manifestación de carácter pacífico. Dos personas fallecieron y otras diez sufrieron heridas el domingo en esta metrópoli durante los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que buscaban dispersar una marcha contra el mandatario Saleh, que lleva más de tres décadas en el poder.

Militares en Sana'a

En la capital yemení, Sana'a, a 256 kilómetros de Taez, los militares se unieron a los manifestantes para impedir que unos 200 policías pudieran adentrarse en la Plaza de la Universidad, donde los opositores permanecen acampados desde el pasado 21 de febrero.

Asimismo, en la ciudad de Hudeida, en la costa yemení del Mar Rojo, entre 80 y 100 manifestantes sufrieron síntomas de asfixia por lo gases lacrimógenos empleados por la Policía cuando intentó dispersar a los participantes de la protesta.

Los uniformados arremetieron contra los opositores la noche del domingo, cuando miles de ciudadanos, que se concentraban en una céntrica plaza de la localidad intentaron cortar la principal arteria de la ciudad con piedras.

Estos nuevos episodios de violencia tuvieron lugar apenas un día después de que el mandatario yemení, Ali Abdallah Saleh, pidiera a la oposición que renuncie a las expresiones públicas de descontento contra su régimen antes de empezar una negociación para el traspaso pacífico del poder.

«Primero, pedimos al llamado Encuentro Compartido -coalición opositora- que ponga fin a la crisis mediante el término de las protestas, del corte de las carreteras, de los asesinatos y de la rebelión en algunas unidades de las Fuerzas Armadas», dijo.

Ante el agravamiento de la situación, el Gobierno de Washington, uno de los grandes aliados del régimen yemení gracias a su implicación en la lucha contra Al-Qaeda, ha barajado por primera vez, según anunciaba ayer el diario estadounidense «The New York Times» citando a funcionarios de la Administración de EEUU, la necesidad de que Saleh abandone el poder.

Las cleptocracias del Golfo acusan a Irán y socorren a Yemen

Los países árabes del Golfo cargaron contra Irán, acusando al Gobierno de injerencia en sus asuntos, pero propusieron asistencia para una solución política en Yemen, su vecino del sur desestabilizado por una creciente revuelta contra el régimen de Ali Abdallah Saleh.

Las monarquías árabes del Golfo, encabezadas por Arabia Saudí, denunciaron «las flagrantes injerencias» de Teherán en la región, al término de una reunión ministerial que tuvo lugar la noche del domingo en Riad, la capital saudí.

Los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG, Arabia Saudí, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar y Kuwait) acusan a la República Islámica de «fomentar conspiraciones contra la seguridad nacional» de estos países, así como de «sembrar la sedición y la disensión entre sus ciudadanos» y «causar perjuicios a la soberanía» de los estados de la agrupación regional.

Tras lanzar estas acusaciones e instar al Gobierno iraní a «cesar estas políticas hostiles y respetar las reglas de la buena vecindad», las satrapías árabes también se mostraron dispuestas a mediar entre la oposición y el régimen de Yemen.

En un comunicado, el CCG expresó su «inquietud frente al deterioro de la situación en el plano de la seguridad y el estado de división que prevalece en Yemen».

«Los países del CCG acordaron establecer contactos entre el Gobierno y la oposición yemení» para proponer «ideas» que permitirían desbloquear una situación que, desde su inicio a mediados de enero, se le ha torcido al régimen de Saleh. GARA

LIBERTAD DE PRENSA

Bahrein ha suspendido la publicación del diario «Al Wasat», principal medio opositor, al considerar que divulga información falsa sobre las protestas que mantienen divididas a las comunidades chií, mayoritaria, y suní, de la élite gobernante.

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