INTERVENCIÓN MILITAR EN LIBIA
Los rebeldes niegan recibir ayuda extranjera y piden más ataques
Varios cientos de personas se manifestaron ayer en Bengasi, el núcleo de la rebelión en Libia, para demandar que el Estado francés y Estados Unidos retomen el liderazgo de las operaciones militares contra Muamar al-Gadafi y exigir más bombardeos contra el Ejército libio, ya que desconfían de la OTAN, a la que acusan de haber paralizado los ataques. Además, el opositor Consejo Nacional de Transición aseguró que no están recibiendo apoyo extranjero.
Alberto PRADILLA | BENGASI
«No hemos recibido armas ni entrenamiento de ningún país extranjero». Ahmed Khalifa, portavoz militar del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, negó ayer en declaraciones a GARA que los rebeldes estén siendo apoyados indirectamente por potencias foráneas.
Una sospecha que había cobrado fuerza especialmente después de que el pasado jueves un convoy con diez camiones de armamento pesado cargados con cohetes katiusha llegase al frente de Brega.
Resultaba extraño pensar que ese potente arsenal se hubiese mantenido en la reserva teniendo en cuenta que, hace dos semanas, Bengasi estuvo a punto de caer en manos de las tropas de Muamar al Gadafi y que sólo la intervención «in extremis» de la OTAN salvó a la capital rebelde.
«Las armas de las que disponemos son las que pudimos capturar y estaban disponibles en las diferentes áreas. Ahora, simplemente nos hemos reestructurado, hemos contabilizado el arsenal del que disponíamos y, los extras, los hemos enviado al frente».
Las explicaciones de Khalifa llegan en un momento en el que la población de Bengasi ha comenzado a poner en duda la actuación de la OTAN. Aunque no cuestionan sus bombardeos por hechos como la muerte de 13 milicianos el pasado domingo en Breba, sino que exigen más intensidad en los ataques.
Ayer, cientos de personas se concentraron en la capital rebelde exigiendo que el Estado francés y Estados Unidos retomen el mando de la intervención militar, ya que no se fían del liderazgo de la alianza atlántica.
«La OTAN está haciendo un tour, pero no interviene. ¿Quieren apoyarnos cuando ya estemos muertos?». Munir Ohmar reclama más bombas contra el ejército libio. Ohmar, con la marca en la frente que identifica a los hombres religiosos, insiste en que «hay que destruir Tajura (el barrio de Trípoli donde Gadafi tiene su residencia). Todos los congregados en la plaza de los juzgados de Bengasi, donde se realizan las concentraciones diarias, instaban a los aliados a atacar con más dureza. Algunos, plenamente convencidos. Otros, con sus reticencias. «Sabemos que Obama no se preocupa por el Islam. Y nos acordamos de Irak y de Afganistán. Pero nos está salvando». Mohamed Bouzid, ingeniero de 25 años, expresa la gran contradicción que sacude actualmente Bengasi. Bouzid se queda pensando, se encoge de hombros y señala lo obvio: «no tenemos otra opción». Fathm El Toumi, una profesora universitaria que cubre su cabeza con el velo tradicional, insiste en marcar diferencias con otras acciones norteamericanas. «Lo de Irak y Afganistán fue diferente. Ahora están intentando expulsar a Gadafi, y para nosotros es bueno». El Toumi no oculta el giro de 180 grados experimentado por la sociedad de la zona rebelde. «Antes odiábamos a Reagan, que bombardeó Libia. También a Bush. Pero Obama es distinto».
Puede que no fuese la primera vez en la historia, pero los manifestantes de ayer no portaban banderas americanas para quemarlas. Toda una excepción en el mundo árabe, habitualmente castigado por los norteamericanos. No obstante, el Estado francés es quien se ha ganado las mayores simpatías. Y también, ahora, Italia, después de que Silvio Berlusconi haya reculado y reconozca al Consejo rebelde.
«La OTAN ha paralizado su actuación y queremos saber por qué». Manal Muntir, alumna de Filología inglesa, denuncia que las tropas de Gadafi «han bombardeado el sur de Adjabiya y nadie ha hecho nada».
En Bengasi, el reino de la rumorología, el lugar donde se anuncia la toma de Brega durante cinco días seguidos, la sospecha sobre un acuerdo entre los aliados y Gadafi es insistente. «El 90% de Adjabiya está completamente vacío. Nadie se atreve a volver. Aquí, mucha gente se prepara para marcharse a Egipto. Toda mi familia tiene hechas las maletas por si es necesario huir».
Salida diplomática
Sergio Khalid, un joven estudiante que aprovecha las traducciones para acercarse al sector femenino del rezo, asegura que «todo el mundo aquí cree que la OTAN ha llegado a un pacto con Gadafi». Una opción que, a estas alturas, no podría descartarse. Aunque los rebeldes no quieren ni oír hablar de ello. De hecho, Gadafi parece buscar una salida diplomática.
El viceministro de Asuntos exteriores europeos libio, Abdelati Laabidi, estuvo ayer en Turquía, para explorar una salida negociada. El domingo ya visitó en Grecia al primer ministro, Georges Papandreu, con el mismo objetivo. El diario «The New York Times» aseguró que Seif al-Islam, uno de los hijos de Gadafi, ha propuesto una transición hacia una democracia constitucional que supondría la retirada del poder de su padre.
Los rebeldes libios aseguran que no reciben apoyo militar exterior aunque Efe informó ayer de que han llegado a un acuerdo con Catar para recibir nuevo armamento y se encuentran en negociaciones con Egipto con el mismo fin.
El ministro de Exteriores británico, William Hague, indicó que Gran Bretaña facilitará al rebelde Consejo Nacional libio «ayuda no letal» como material de telecomunicaciones pero no armamento.
El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, anunció que Italia «reconoce al Consejo Nacional Transitorio como el único legítimo interlocutor que representa a Libia» y no excluyó la posibilidad de armar a los rebeldes
La Unión Europea insistió en que Muamar al Gadafi debe dejar el poder y aseguró que no tiene intención de mantener contactos con los hijos del líder que, según «The New York Times» proponen hacerse cargo de una posible transición.
El Grupo de Contacto internacional creado para la coordinación política de las operaciones militares En Libia se reunirá la próxima semana en Doha, la capital de Catar, según anunció el ministro de Exteriores británico, William Hague.
Las autoridades sirias nombraron ayer a un nuevo gobernador en Deraa, epicentro de las protestas contra el presidente Bachar al Assad y aseguraron que su deseo es derogar rápidamente la ley de emergencia. A la vez, al menos tres manifestaciones más se han convocado para esta semana. Mohamed Jalid al Hanous, prestó juramento ante al-Assad como nuevo gobernador de Deraa, según indicó la agencia oficial Sana. Su predecesor, Faisal Kalthum, odiado por la población, fue despedido el 23 de marzo y su casa fue quemada durante las protestas en las que murieron decenas de personas.
«Lo que desean los habitantes de Deraa no es un cambio de gobernador, sino que los servicios de seguridad dejen de oprimir, que la ley de emergencia sea abolida, que los derechos de propiedad sean respetados y que los detenidos sean liberados», afirmó un militante de una organización de derechos humanos a France Press.
El diario Al-Watan, próximo al poder, anunció ayer que la comisión encargada de investigar los sucesos de Deraa y Latakia finalizará pronto sus trabajos. Además, según el diario, la comisión, puesta en marcha por el presidente sirio la semana pasada para estudiar la derogación de la ley de emergencia, terminará el viernes de elaborar una nueva ley que sustituya a la que permanece en vigor desde diciembre de 1962. La supresión de esta ley ha sido una de las principales reivindicaciones durante las manifestaciones de las últimas semanas.
Pero estos anuncios no satisfacen a los opositores, que han llamado a una «semana de los mártires», con una nueva jornada de protestas para hoy, el boicot de teléfonos móviles que ofrecen una hora gratuita para mañana y concentraciones el jueves delante de las sedes del partido Baas, con motivo del aniversario de su fundación en 1947.
También piden a sus partidarios que se manifiesten el viernes en toda Siria para mostrar el descontento de la población.
Por otro lado, al menos ocho presos murieron y otros 17 resultaron heridos ayer en la prisión central de Latakia, a consecuencia de un incendio en el edificio. Según relataron las autoridades, un detenido prendió fuego a varios colchones y mantas en lo que parecía ser un intento de motín. «Veinticinco prisioneros fueron hospitalizados, entre ellos ocho que murieron por asfixia y graves quemaduras», explicó el general Kamal Fteih, director de la Policía de la localidad siria. «Hacia las 5.00, un detenido dio fuego a colchones y mantas en un ala donde se encuentran encarcelados condenados por muertes o tráfico de drogas, algunos a cadena perpetua», añadió.
El responsable de la prisión dijo que los presos habían bloqueado las puertas de las celdas con sus camas metálicas y que hubo que taladrar dos agujeros en las paredes para poder intervenir. Precisó, además que dos policías resultaron heridos por el fuego.
Latakia ha sido escenario en las últimas semanas de manifestaciones sin precedentes contra el Gobierno de Bachar al-Assad, en las que han muerto decenas de personas. GARA
El frente de los combates seguía en los alrededores de Brega, aunque con menor intensidad que en días anteriores. A la vez Trípoli envió un negociador a Turquía en busca de una de salida diplomática, rechazada por Italia y Gran Bretaña.