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Greenpeace detecta un inusual calentamiento del Ebro en Garoña

Greenpeace solicitó ayer al Gobierno español que revoque «de forma inmediata» la autorización de vertido de aguas de refrigeración a la central nuclear de Garoña, porque esto supone una contaminación térmica «brutal» para la vida en el río Ebro. Además, el colectivo ecologista exige la paralización de la central hasta que no se construya una torre de refrigeración.

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Ion SALGADO | GASTEIZ

El responsable de Nucleares de Greenpeace, Carlos Bravo, pidió ayer a distintos órganos del Gobierno español la paralización de la central nuclear de Santa María de Garoña hasta que su empresa propietaria, Nuclenor, no construya en la misma una torre de refrigeración. Una torre, como las existentes en la central catalana de Ascó, cuya finalidad sería evitar la refrigeración mediante agua, ya que dicha práctica supone la contaminación térmica de los ríos cercanos a la central. En el caso de la planta burgalesa, la zona del Ebro afectada por la contaminación térmica se extiende desde la localidad de Frías hasta el embalse de Sobrón, que se encuentra en la muga con Euskal Herria.

Tal y como se recoge en un informe presentado ayer en Madrid por Greenpeace, la afección térmica en esta zona ha provocado un incremento de hasta diez grados en la temperatura del agua. Una alteración que trae consigo consecuencias en la fauna local y la aparición de algas poco comunes en nuestro ámbito geográfico.

Pese a que es Nuclenor la encargada de realizar la operación de evacuación del agua hacia el cauce del río, la responsabilidad final reside en la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), organismo que aprueba o desaprueba el vertido.

Paradójicamente, tal y como afirmó la propia Confederación en respuesta a Greenpeace, este organismo no realiza controles térmicos propios en el entorno de Garoña porque ya se consideran suficientes los que realiza la propia empresa encargada de gestionar la central. Por su parte un responsable de Nuclenor explicó, en declaraciones a GARA, que ésta cumple la legalidad y, además, aseguró que los informes elaborados por la empresa demuestran que la temperatura del agua es estable, exceptuando la aparición de «picos puntuales».

Desde la central nuclear de Garoña subrayaron también que los informes elaborados en las inmediaciones de la central «no indican ninguna anormalidad» en la temperatura del agua del Ebro, lo que contrasta con lo afirmado por Greenpeace.

Temperatura

El informe publicado por Greenpeace afirma que entre la estación de muestreo del Ebro -ubicada a 10 kilómetros de Frías- y el embalse de Sobrón, a 6 kilómetros aguas abajo, se ha registrado un incremento de temperatura de 15,7 º.

«Una de las centrales más peligrosas»

El responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, también hizo referencia ayer a una lista elaborada por el banco suizo UBS, en la que se sitúa a Garoña entre los treinta reactores en riesgo de cierre.

Para Bravo, la central burgalesa es «una de las más peligrosas del mundo» y debería ser cerrada una vez visto lo ocurrido en Japón. Tras el estallido de la crisis nuclear en la central de Fukushima, se puso de manifiesto que la de Garoña es prácticamente gemela, que se mantiene abierta gracias a una prórroga concedida en el año 2009 y que cuenta con capacidad en su piscina de residuos hasta el año 2015.

«Pedimos que se cierre la central ya, por su falta de seguridad. Ante una pérdida de suministro eléctrico externo, Garoña terminaría como Fukushima», destacó Bravo. No obstante, el responsable de Greenpeace no obvió que distintos políticos españoles, como el presidente del PP, Mariano Rajoy, no quieren cerrarla y que así lo han recalcado durante sus últimas apariciones electorales, en las que ha prometido que, si llega a La Moncloa, la central burgalesa se mantendrá operativa más allá del año 2013. I.S.

Ecologistas piden más pruebas de resistencia en la planta

Junto a la queja hecha pública por el informe sobre el impacto térmico detectado en el Ebro, Greenpeace pidió que se realicen más pruebas de resistencia a la central nuclear de Santa María de Garoña.

Pruebas en las que se testen la resistencia y la vulnerabilidad de la instalación y sus sistemas de contención contra posibles ataques terroristas y sabotajes, o contra el impacto por accidente de aeronaves u otro tipo de objetos.

Además, solicitó una prueba con la que se ponga en jaque la integridad y resistencia del conjunto del sistema primario ante situaciones de emergencia, como las vividas en Fukushima I, donde el maremoto produjo el colapso de la planta nuclear y ocasionó el segundo accidente más grave en la historia de la energía atómica, únicamente superado por el de Chernóbil (Ucrania). I.S.

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